McLaren 570S y 650S Spider: contacto exclusivo

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Por Juan Collín        Fotos: Carlos Quevedo

 

 

Pero antes de irnos a sensaciones o números es importante conocer cómo está formada la actual gama. Pertenecientes a la nueva familia Sport Series, los nuevos McLaren 570S y 540C se consolidan como las versiones de acceso a la línea de deportivos McLaren. Por encima se sitúa la gama Super Series a la que pertenecen los McLaren 650S y McLaren 675LT, mientras que en el escalón más alto están los McLaren P1 y McLaren P1 TR, que se ofrecen bajo el nombre Ultimate Series

 

 

Desde el punto de vista técnico, conviene tener en cuenta que la nueva familia Sport Series está desarrollada a partir del McLaren 650S, pero son muchos los cambios que reciben para adaptarlos al planteamiento que ofrece esta nueva gama de modelos. Y es que además de un precio de salida sensiblemente inferior, se pretende que estos deportivos  resulten más apropiados para la mayoría de la clientela; perder algo de carácter y a cambio ofrecer más confort, polivalencia y facilidad de conducción.

 

 

El McLaren 650S (desde 352,000 dólares), presentado el año pasado, representa un escalón intermedio entre el espacial P1 y el 12C del que deriva. Tanto es así, que se puede considerar como una evolución de este último, si bien es verdad que McLaren lo ha querido diferenciar claramente desde el punto de vista estético. No en vano cuenta con un diseño de la parte delantera a todas luces inspirado en el del P1, mientras que la trasera es mucho más parecida a la del 12C, aunque se ha trabajado en un nuevo alerón retráctil para favorecer la aerodinámica. 

 

 

El V8 turboalimentado de 3.8 litros que le anima y construido por el especialista británico Ricardo, desarrolla en este caso nada menos que 650 caballos a 7,500 rpm, 25 más que en el 12C y un par máximo que supera los 650 Nm a 6,000 rpm, y que se mantiene en valores muy elevados en toda el rango de revoluciones. Para conseguir los 25 caballos suplementarios, lo cierto es que son bastantes cosas las que se han retocado y no solo se ha recalibrado la gestión electrónica, también se ha rediseñado ligeramente la cabeza del bloque, el turbo y el escape, entre otros elementos.

 

 

Pero a estos niveles dicha cifra vale poco, la capacidad de empuje de esta mecánica es absolutamente brutal. Las prestaciones hablan por sí solas y prueba de ello es que para acelerar de 0 a 100 km/h tan sólo emplea 3 segundos, 8.4 de 0 a 200 km/ y 25.4 segundos para superar la barrera de los 300 km/h. Y no hay que esperar mucho más si se sigue hundiendo el acelerador a fondo para alcanzar los 329 km/h que se declaran como velocidad máxima en el Spider.

 

 

El cambio de doble embrague de siete velocidades no puede ser más suave utilizándolo en modo automático; eso sí, no tardamos mucho en volver a utilizar las levas del cambio, ya que la tranquilidad a los mandos de este purasangre dura poco. En curvas cerradas, el McLaren se encuentra en su hábitat natural, si bien es verdad que le falta carretera y apenas se puede aprovechar su desmesurada potencia. En circuito es impresionante al ritmo al que se suceden las marchas, no hay un segundo de descanso para el piloto en un coche en que las rectas se acaban con una rapidez insultante. En el modo Sport, la trasera apenas se insinúa cuando se descarga la descomunal potencia disponible. Algo más nervioso se vuelve en el modo Track, si bien es verdad que los deslizamientos de la zaga están siempre bastante controlados, resultando impresionante la fabulosa motricidad que ofrece; cada caballo que administramos con el acelerador, se convierte en velocidad pura. Jamás había conducido un coche de producción tan rápido y eficaz como este; una máquina impresionante a todos los niveles, que no tendría problemas para batir a sus rivales de referencia, véase Ferrari 488 GTB.

 

 

Menos deportivo por planteamiento, el 570S (desde 240,500 dólares) ofrece un diseño menos agresivo y radical que el del McLaren 650S. Entre otras cosas, cuenta con menos aditamentos aerodinámicos, también prescinde del alerón posterior retráctil. Sus dimensiones son, no obstante muy similares y el aire de familia resulta inconfundible. Con el objetivo de facilitar el acceso al habitáculo, la estructura central del monocasco realizada en fibra de carbono se ha recortado en la zona lateral en torno a ocho centímetros. Aun así, entrar y salir de este biplaza tampoco resulta fácil y requiere de cierta agilidad por nuestra parte. Como no podía ser de otra manera en un McLaren, en su construcción se ha intentado aligerar el peso al máximo.

 

 

La fibra de carbono utilizada en el monocasco, también se emplea en múltiples elementos de la carrocería, mientras que el aluminio es el material en el que están realizadas las puertas, cofres, aletas, subchasis delantero y trasero, así como los elementos que componen la suspensión. Con todo esto, no es de extrañar que el peso total del conjunto sea muy contenido. Oficialmente se declaran 1,440 kg, lo que supone un incremento de 14 kg con respecto al McLaren 650S, mientras que frente a sus principales rivales este biplaza se sitúa en una posición muy favorable, con una cifra en torno a 200 kg menos que los Audi R8 y Porsche 911.

 

 

El diseño de las suspensiones es muy similar al del McLaren 650S, si bien en este caso para reducir costos se ha prescindido de los amortiguadores de regulación electrónica interconectados entre sí. En su lugar, se montan unos más sencillos que, no obstante cuentan con sistema de dureza variable y tres posiciones a elegir; también disponen de unos ajustes algo más suaves, lo que ha obligado a montar barras estabilizadoras tanto delante como detrás.

 

 

Mecánicamente también es muy similar. El cambio es secuencial de doble embrague, mientras que el motor 3.8 litros V8 alimentado por doble turbo es básicamente el mismo, si bien para adaptarse a los nuevos niveles de potencia recibe muchos cambios.  Entre otras alteraciones, monta dos turbocompresores de menor tamaño, nuevos inyectores y sistema de escape, mientras que la gestión electrónica se ha recalibrado. De los 650 caballos que se declaran en el 650S, se pasa a 570 en el McLaren 570S.

 

 

La pérdida de rendimiento es evidente, pero no así en prestaciones. En el McLaren 570S se declaran 3.2 segundos de 0 a 100 km/h y 9.5 de 0 a 200 km/h, lo que supone perder 2 y 9 décimas de segundo con respecto al 650S, mientras que la velocidad máxima se reduce de 329 km/h a 328 km/h. Como te puedes imaginar, el rendimiento mecánico del motor que anima al McLaren 570S resulta impresionante. Incluso rodando a pocas vueltas en marchas largas empuja con gran consistencia, pero es a medio régimen y especialmente en alta cuando demuestra su enorme poderío; prueba de ello es que se estira con total facilidad y en constante progresión hasta el corte que se sitúa nada menos que a 8,500 rpm, agotando las marchas en un santiamén. El cambio de doble embrague es rapidísimo, especialmente en los modos de actuación Sport y Track, algo más suave en las inserciones es su funcionamiento en el programa Normal, lo mismo que la respuesta y el sonido del motor. El cambio también cuenta con un programa automático que destaca por su refinado funcionamiento.

 

 

Cuando se rueda por carretera el nuevo McLaren sorprende con una capacidad de absorción de las suspensiones, poco común entre los deportivos de raza, pero lo que de verdad impresiona de sobremanera es su aplastante eficacia. El rendimiento de la mecánica es sobresaliente y algo parecido puede decirse de la capacidad de frenada o la motricidad a la salida de las curvas. El extraordinario poderío mecánico permite escoger entre dos o tres marchas a la hora de abordar los virajes, mientras que si se trata de parar, lo normal y sobre todo al principio, es que frenemos demasiado. Se nota que es un coche muy ligero, que gana velocidad con una enorme rapidez y que responde muy bien a los cambios de trayectoria. Permite así una velocidad de paso por curva muy elevada y gracias a una dirección rapidísima y sumamente obediente, el McLaren es sumamente ágil y eficaz en cualquier circunstancia. Además de muy potentes, los frenos son prácticamente inagotables y mantienen un tacto de pedal duro y muy consistente en todo momento.

 

 

Su conducción resulta además bastante asequible, dado que sus reacciones son algo más suaves y previsibles que en el McLaren 650S, sin apenas perder eficacia. Además, incluso en el modo Track, la trasera se insinúa de forma bastante intuitiva, sin demasiada violencia; las ayudas electrónicas apenas interfieren, pero se tiene siempre la tranquilidad de llevar un ángel de la guarda que evita que la situación se complique más de lo deseado. Aunque las ayudas se pueden desconectar del todo, con miras a obtener la vuelta más rápida, no es en absoluto recomendable si no se es un piloto curtido en mil batallas.