Por Gilberto Samperio (@gilsamperio) Fotos: Carlos Quevedo
Apenas evaluadas en los últimos meses por la redacción de AUTOMÓVIL Panamericano, ambas SUVs compactas figuran como emblemas de las filosofías que apuntan hacia la reducción de emisiones. Ello sin perder ni un ápice de las comodidades y un dinamismo tan anhelado por los entusiastas, que si bien ambos vehículos no califican como deportivos, su desempeño en carreteras busca satisfacer esa perenne necesidad por una conducción veloz, precisa y divertida.
Empecemos por el rubro más visual: el aspecto y las calidades. Mazda demuestra el refinamiento de su CX-5 con una carrocería bella en todo sentido. Su frontal afilado, prominente parrilla y zaga curvilínea hablan de una elevada expectativa del diseño, un estilo atractivo y distintivo. Por su parte, la SEAT Ateca no niega la inspiración sobre el éxito de ventas que significa el León en el portafolio español. La estética sólida juega con figuras geométricas al frente y atrás, para darle soporte a una estampa robusta, con aires teutones. Quizá no sea tan llamativa como la Mazda, pero goza de sus seguidores gracias al parentesco VAG.
En cuanto al interior, nuevamente la casa japonesa nos roba la mirada. La calidad minimalista que exudan los materiales y acabados nos obligan a anteponerla sobre las adustas y concisas formas de la variante española. Ambas lucen un estudio ergonómico muy atinado, aunque algunos botones en el caso de la CX-5 sí provocan una segunda mirada mientras que en la Ateca los mandos principales se memorizan a los minutos de usarlos. El resto, como el infotenimiento sí requiere más atención.
Si hablamos de espacio interior, la versión familiar del León ampliado observa mejor provecho de una plataforma muy versátil, pues en el espacio para piernas y capacidad en cajuela no hay faltante. En el caso del ejemplar de Mazda, la segunda fila pide un par de pulgadas para las piernas. Y el volumen de carga ya resulta más amplio pero todavía por debajo de lo visto en la competencia, pese a que posee más longitud que su contraparte aquí analizada.
Del equipamiento, en lo general resultan parecidos, una condición que el mismo mercado impone dada la considerable variedad disponible de tantos autoconstructores concursando en el mismo segmento. Máximo número de bolsas de aire, completos sistemas de protección electrónico tanto pasivos como activos, así como una considerable facilidad para conectar dispositivos personales son ya carta común en este nivel de precios (recordar que son las versiones topes de sus respectivas gamas).
Destaca el papel extra de los modos a seleccionar de la SEAT (cuatro), pues nos deja escoger entre más de un par de temperamentos (en la Mazda solo existe el modo Sport como extra), y la magia que concede la transmisión de doble embrague le gana una vuelta de tuerca al espíritu entusiasta que muchos automovilistas serios disimulan. Además, la pantalla central nos deja seleccionar o ajustar más elementos de infotenimiento o comodidad. Muy completa.
El punto álgido de esta confrontación es la manera en que se aborda el tema de la reducción de gasto de combustible. La asiática recurre al refinamiento máximo del endotérmico de aspiración natural, lo que implica “atacar” en áreas claves como la reducción de fricción, una optimización avanzada de la combustión –virtud de la inyección directa–, una disminución racional de masa, así como una afinación muy pulida de la interacción de todos sus componentes vitales.
Por su parte, la europea recurre a los aditamentos que socorren mejor la función de la combustión mediante el uso de turbocargador y un sistema de inyección igualmente muy refinado que trabajan en perfecta sincronía con una transmisión robotizada de siete escalones bien calculados. A ello se suman algunos extras como el Start/Stop o la desconexión de cilindros para ahorrar combustible. Muy vanguardista.
El contraste entre ambos propulsores no descansa solo en el tipo de respiración que usan, sino en las diferencias de cilindrada: 2.5 l para la CX-5 contra 1.4 l de la Ateca. Una diferencia de 1.1 litros, casi lo de un motor de un urbano. Curiosamente, el reflejo en el ahorro de gasolina es discreto, apenas 1.1 km/l a favor de la Ateca.
La ventaja para la Mazda es la respuesta al acelerar pues se dispone de un par más progresivo, sin los retardos inducidos por la turbina, como ocurre en la Ateca. En ésta, si se desea una respuesta más inmediata, conviene llevar el motor por arriba de las 4,000 rpm. Pero se cancela el ahorro que supone su menor cilindrada.
En términos dinámicos, ambos presumen un manejo muy atractivo a ojos entusiastas. La oriunda del Lejano Oriente posee una marcha sedosa, con una dirección de notable retroalimentación, lo que se traduce en una actitud casi neutral –también el sistema GVC hace su aporte-, muy disfrutable en vías sinuosas, donde las ansias de conducción velocistas son plenamente satisfechas, siempre que la premisa no sea la máxima velocidad angular posible.
Mientras, la nacida en el Viejo Continente se percibe algo más seca en su amortiguación, lo que propicia una marcha dura, áspera en calles rotas. Y si bien todo el conjunto es obediente a nuestro trazado desde el volante, el segundo eje ayuda menos de lo esperado. La excelente armonía del tren motor contribuye a ser ágiles, expeditos, pero la dirección luce un poco más indulgente y ello induce un subviraje apenas notorio, pero presente en cambios de rumbo más exigentes, acompañado de un balanceo muy discreto. No obstante, la dureza de la suspensión facilita la acometida rauda y divertida en zonas de montaña, aunque por debajo de la precisión que exhibe la CX-5.
Con una cercanía de costos y una promesa de movilidad también muy próxima, ambas SUVs de tamaño compacto resultan una opción válida tanto para los que aman la conducción ágil –que no velocista–, como los que desean ahorrar combustible, ya por amor al planeta o devoción al bolsillo.
Sin duda, la mejor balanceada de ambas es la Mazda CX-5, pues a pesar del motor más grande y un menor espacio en la segunda fila, posee atributos de lujo bastante cercanos a los apreciados en un premium de acceso. Y su conducción resulta intuitiva, fácil de llevar en cualquier camino.
Pero si su gusto es por el coche europeo, la SEAT Ateca representa una posibilidad interesante casi desde cualquier arista convencional, incluso la del costo –unos 25 mil pesos menos que la Mazda. Solo sus acabados quedan un pasito atrás de lo apreciado en su rival. Destaca el mayor volumen de la cabina y un par de extras en términos de funcionamiento que pueden gustar más o menos, según sea la óptica del cliente. Y el manejo generado por un turbocargado tiene su encanto entre una específica clase de entusiastas.
Mazda CX-5
Unidad probada
469,900 pesos (a fecha de la publicación)
NOS GUSTA
- Diseño atractivo
- Interior cálido
- Respuesta del motor
NOS GUSTARÍA
- Más espacio para piernas
- Más volumen de cajuela
- Caja con más modos
SEAT Ateca
Unidad probada
444,900 pesos (a fecha de la publicación)
NOS GUSTA
- Estampa robusta
- Ahorro de combustible
- Modos de caja
NOS GUSTARÍA
- Interior más lujoso
- Suspensión menos “seca”
- Estilo provocativo
Resumen técnico
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Mazda CX-5 S Grand Touring |
SEAT Ateca 1.4 TSI DSG |
MOTOR |
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Tipo/cilindrada: |
L4, 2.5 l |
L4, 1.4 l Turbo |
Potencia máxima: |
188 HP a 5,700 rpm |
150 HP a 6,000 rpm |
Par máximo: |
250 Nm a 3,250 rpm |
250 Nm a 1,500 rpm |
TRANSMISIÓN |
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Caja: |
Automática, |
Manual robotizada |
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seis velocidades |
siete velocidades |
Tracción: |
Delantera |
Delantera |
DIMENSIONES |
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Largo x ancho x alto: |
455 x 184 x 168 cm |
436 x 184 x 161 cm |
Distancia entre ejes: |
269 cm |
263 cm |
Cajuela: |
477 litros |
510 litros |
Peso vacío: |
1,570 kg |
1,420 kg |
PRUEBAS AUTOMÓVIL(a 2,240 msnm) |
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0 a 400 metros: |
18.28 s |
17.83 s |
Rebase 80 a 120 km/h |
7.92 s |
7.46 s |
Frenado de 100 a 0 km/h: |
41.4 m |
40.6 m |
Consumo medio: |
12.3 km/l |
13.4 km/l |