Mazda CX-3 2018: prueba de manejo

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Por Manuel Fernández (@Mfer_89) Fotos: Carlos Quevedo

 

Es bueno repasar algunos apartados clave en un auto que se pensó para entusiastas así el segmento en el que milita, en principio, sea más fruto de una moda creada por la demanda de compradores que no lo son.

 

 

Mazda es un fabricante muy entregado hacia la correcta interacción e integración entre el auto y su conductor y eso se puede constatar en cualquier coche de su gama, por lo cual en la CX-3 también es evidente desde que se aborda: la postura de manejo es mucho mejor al promedio de las pequeñas crossovers, pues la cabina casi del todo heredada del 2 brinda un volante que puede ir perfectamente ubicado, un acelerador anclado al suelo que brinda mejor modulación a nuestras órdenes con el pie derecho y unos asientos envolventes que pueden ir muy abajo.

 

Se va de una forma poco vertical, más como se sentaría alguien que ponga más cuidado que el promedio al acomodarse. Solo unos cojines muy blandos y la falta de apoyo lumbar podrían ser motivo de queja si hacemos recorridos de varias horas, pero el planteamiento de la CX-3 también es urbano y por ende de desplazamientos por lo general cortos.

 

 

También tiene una propuesta ergonómica mejor al promedio y en ese sentido hay que hacer énfasis en la pantalla táctil y en la perilla central que también la puede operar. Muchos piden la pantalla táctil en autos más costosos y se quejan si carece de la misma, pero lo cierto es que, en la práctica, operar dicha pantalla tocándola con los dedos implicaría despegar la espalda y mirar dónde estamos picando, mientras que con la perilla, puesta a mano en un sitio que se encuentra casi que por intuición, las distracciones son menos frecuentes porque solo basta girar y presionar el mando unas pocas veces gracias a la buena organización de menús en la interfaz de información y entretenimiento.

 

 

La casa japonesa es enfática en la calidad de acabados de la CX-3 y si bien hay rivales que con más sencillez también están igual o mejor en temas de cuidado en su fabricación, no logran lo vistoso de la Mazda entre la acolchada tira de piel a lo largo del tablero y la que para nosotros es una decoración no muy sobria, pues pareciera que hubo un esfuerzo por destacar al punto de casi recargarnos de componentes visuales: costuras rojas y negras, molduras negro piano, acentos metálicos de dos tipos de brillo, imitación fibra de carbono y casi todo conviviendo en los mismos lugares. Y eso sin contar además el alcántara y la piel roja.

 

Pasado el repaso, vale la pena reseñar que la CX-3 2018 se une a otros productos de Mazda en la incorporación de fábrica del G-Vectoring Control, un sistema electrónico que funciona siempre y cuando se oprima el acelerador y se gire el volante, pues tomando estas variables en cuenta, junto a la velocidad a la que se va, hace correcciones imperceptibles por medio de la reducción del torque enviado por el motor. Esas correcciones son ligerísimas desaceleraciones que sirven para apoyar mejor las ruedas del tren delantero, lo que en la práctica se traduce en menos necesidad de hacer correcciones con el volante al trazar una curva.

 

 

Tendríamos que manejar una CX-3 antes de este sistema junto a la nueva para intentar notar alguna diferencia, pero la conclusión es que, de una u otra forma, el paso por curva y la confianza que se da al abordar un giro a alta velocidad tiende a dar mucha confianza por el buen tacto de una dirección comunicativa, bien asistida y rápida, pero en ningún momento demasiado sensible o con alguna rigidez artificial. Simplemente fluye y eso aplica también para otros mandos de la CX-3, como sus frenos firmes y graduables aunque no excepcionales en sus distancias y un 2.0 parejo en su respuesta, bien unido a una transmisión automática suave que responde sin demora a solicitudes de reducción de cambios que, además, retiene en modo manual con acertadas simulaciones de la maniobra del punta-tacón.

 

 

Pese a que se intervinieron componentes de la suspensión y se sustituyeron los soportes del motor, la debilidad de esta crossover siguen siendo las calles en mal estado a consecuencia de un eje delantero ruidoso cuando el asfalto se deteriora. Creemos que conviene revisar con frecuencia presiones de llantas para que este efecto no se amplifique.

 

Al final, la propuesta con la CX-3 es fiel a lo que siempre ha querido ser, porque sin tener la habitabilidad de otras alternativas o la contundencia de sus rivales con motor turbocargado, son las sensaciones y la precisión lo que la distinguen.

 

Unidad probada

369,900 pesos (a fecha de la prueba)

 

NOS GUSTA

- Precisión general

- Unión motor-caja

- Posición de manejo

 

NOS GUSTARÍA

- Apoyo lumbar adelante

- Más espacio atrás

- Más airbags en versiones de acceso

 

Resumen técnico

MOTOR

Tipo/cilindrada: L4, 2.0 l

Potencia máxima: 148 hp a 6,000 rpm

Par máximo: 198 Nm a 2,800 rpm

TRANSMISIÓN

Caja: Automática, seis velocidades

Tracción: Delantera

DIMENSIONES

Largo x ancho x alto: 427 x 176 x 154 cm

Distancia entre ejes: 257 cm

Cajuela: 350 litros

Tanque de combustible: 48 litros

Peso vacío: 1,270 kg

PRUEBAS AUTOMÓVIL(a 2,240 msnm)

 

 

0 a 400 metros:

18.38 s

 

Rebase 80 a 120 km/h

8.45 s

 

Frenado de 100 a 0 km/h:

41.6 m

 

Consumo medio:

12.4 km/l