El récord de tiempo para cruzar de costa a costa los Estados Unidos que fue roto apenas hace unos días, tiene un profundo y divertido contexto histórico. Esta es la historia del ‘Cannonball Run’ original y de los intentos que desde entonces ha habido para romperlo.
Por Edmundo Cano
Uno de los ‘retos’ por llamarlo así, más enraizados en la cultura automotriz estadounidense es el de
romper el récord de manejar de costa a costa en el menor tiempo posible. No es oficial ni sancionado por ninguna organización, ni se gana nada con lograrlo, por la simple y sencilla razón de que es
muy, muy, pero MUY ilegal. Lo único que se obtiene es la satisfacción y el reconocimiento de haberlo hecho por la comunidad automotriz en general, en especial aquellos que lo han intentado. Este recorrido,
conocido como ‘Cannonball Run’ o ‘Cannonball Dash’, acaba de ser roto una vez más, con un tiempo que parece imposible: 27 horas y 25 minutos.

Foto: Arne Toman
Para ponerle un poco de contexto a lo que lograron Arne Toman, Doug Tabbutt y Berkeley Chadwick, hay que ver algunos números:
la distancia recorrida fue de 4,546 kilómetros, desde el ‘Red Ball Garage’ en Nueva York, hasta el hotel Portofino Inn en Los Angeles. Recorrer esa distancia en menos de 28 horas requirió
una velocidad promedio de 165 km/h. Fue la primera vez que se rompió la barrera de las 100 mph como promedio (casi 103 mph), y la primera vez que se rompió también la barrera de las 28 horas.

Foto: Arne Toman
Minucioso
Lograrlo requirió de una ruta milimétricamente planeada,
un Mercedes-Benz AMG E63 2015 llevado hasta 700 hp, disfrazado con vinilo para parecer un ‘sedán genérico’ y evitar que la policía reconociera qué auto era, y equipado con un tanque de combustible adicional en la cajuela, y
un sinfín de dispositivos electrónicos tanto de navegación como para eludir a la policía, incluso una cámara detectora de calor para saber si detrás de algún punto ciego había una patrulla de caminos con su motor prendido, ‘cazando’ a algún incauto que circulara a más de 128 km/h (80 mph), el límite de velocidad de las carreteras estadounidenses.
También contribuyeron al nuevo récord
una auténtica multitud de ‘vigilantes’ que advertían a la tripulación de la actividad policial en muchas de las ciudades que cruzaron. Algunos otros ‘colaboradores’ iban abriéndoles el paso ‘flasheando’ sus luces a los autos que iban delante de ellos, y hubo
algunos que incluso los esperaban en las gasolineras con los despachadores en mano, llenando los tanques de gasolina por ellos mientras iban al baño. Todo lo anterior, combinado con un clima perfecto y un montón de suerte –un policía que iba en sentido contrario los vio, pero no regresó por ellos porque no casi no tenía gasolina- contribuyeron a establecer un récord del ‘Cannonball Run’ que muy posiblemente tardará mucho en ser superado.
La Bala de Cañón
Si bien el logro en sí es impresionante, entender su contexto no es tan sencillo como reconocer lo que conlleva.
El ‘Cannonball Run’ no comenzó como un reto o como una idea loca de alguien, comenzó como una protesta. En 1971, un cambio en las leyes de tránsito de Estados Unidos establecería el límite de velocidad oficial en las autopistas y carreteras interestatales en 55 mph (88 km/h). Esto fue prácticamente una afrenta para Brock Yates, un periodista automotriz que en ese entonces, era director editorial de la revista Car & Driver. Yates creía que,
en lugar de imponer un límite de velocidad tan absurdamente bajo, el estadounidense debía procurar ser un mejor conductor y poder circular a cualquier velocidad. Su ejemplo eran los autobahns alemanes sin límite de velocidad, pues creía que el sistema de carreteras estadounidense era igual de bueno o mejor, y mucho más extenso.
Y para probar su punto, en mayo de 1971 Yates se embarcó en un viaje de costa a costa junto con su hijo y dos personas más,
recorriendo 4,599 km desde Nueva York hasta Los Angeles en 40 horas y 51 minutos, a bordo de una Dodge Van Custom, en la que promediaron una velocidad de 112.6 km/h (70 mph), bastante por encima del límite de 55.

Foto: Car & Driver
Empieza la locura
Si bien Yates no realizó el viaje por este motivo, también logró algo más:
romper el récord anterior de costa a costa, que había sido impuesto en 1933 por Erwin George ‘Cannon Ball’ Baker, un conductor y motociclista famoso por sus prolongados viajes en carretera no solo por Estados Unidos, sino toda América.
Su récord era de 53 horas y 30 minutos, a bordo de un Graham Paige en el que promedió velocidades por encima de 50 km/h, sorprendente para el año en que lo hizo, que se mantuvo durante casi 40 años.

Erwin George ‘Cannon Ball’ Baker
Durante el viaje de protesta, Yates también se dio cuenta de lo divertido que resultó realizarlo, por lo que
comenzó a planear una especie de carrera ilegal que ‘oficializara’ el récord. Esta carrera, llamada ‘Cannonball Baker Sea-To-Shining-Sea Memorial Trophy Dash’, en honor a Erwin Baker, tendría como objetivo cruzar los Estados Unidos en el menor tiempo posible. Las reglas: los participantes podían escoger cualquier tipo de automóvil para la carrera, y podían tener cuantos pilotos juzgaran necesarios, pero solo podían usar un auto. También podían escoger su momento de salida en un plazo de 24 horas. De ahí en fuera,
todo se valía.

Foto: Car & Driver
El primer Cannonball
El primer ‘Canonnball Run’ arrancó el primer minuto del 15 de noviembre de 1971 desde el Red Ball Garage en Manhattan.
Ocho autos con sus respectivas tripulaciones, 23 personas en total, se dispusieron a cruzar los Estados Unidos de la forma más rápida posible. En esta partida de orates había realmente de todo: un equipo integrado solo por conductores polacos usó una van Dodge que cargaba varios tambos de 205 litros de combustible, lo que le daba
una capacidad total de más de 1,100 litros de gasolina, y un peso de más de 3 toneladas. Otro equipo encontró en el periódico un anuncio de un hombre que pedía que llevaran su Cadillac hasta Los Angeles, con la condición de que no manejaran en la noche y no pasaran de 120 km/h. Otro equipo viajó en una casa rodante Travco que con trabajos alcanzaba 100 km/h de velocidad máxima.

Foto: Car & Driver
Y luego estaban los que sí se lo tomaron en serio. De alguna forma,
Yates logró convencer nada menos que a Dan Gurney para que fuera su copiloto a bordo de un Ferrari 275 GTB 4 Daytona. Con partes del recorrido en donde alcanzaron casi 300 km/h, Gurney y Yates lograron un tiempo de 35 horas y 54 minutos, a un promedio de 130 km/h.

Foto: Car & Driver
Bola de nieve
El reporte del Cannonball Run
apareció, obviamente, en Car & Driver, pero también en algunos periódicos, lo que hizo que
la existencia de la carrera se extendiera como reguero de pólvora. En los siguientes 3 años, el Cannonball Run se llevaría a cabo de nuevo, con equipos cada vez más rápidos, y también ingeniosos. El mismo Yates lo realizaría en una ambulancia, con
su esposa disfrazada de paciente enferma que debía llegar a Los Angeles lo más rápido posible. Otros lo harían disfrazados de sacerdotes. También hubo una camioneta que cargaba deshechos tóxicos falsos. Incluso algunos motociclistas se unirían a la aventura.
A pesar del éxito que tuvo su locura, Yates reconoció que se le estaba saliendo de las manos. Cada vez había más participantes, la policía estaba cada vez más pendiente de la carrera, y para entonces, ya se había probado el punto que buscaba demostrar,
por lo que decidió prudentemente dejar de realizarlo. El récord para el último Canonnball Run oficial –es decir, de los organizados por Yates- fue de
32 horas y 51 minutos, impuesto en 1979 por un Jaguar XJS que promedió 140 km/h.

Foto: Car & Driver
¿Y después?
A pesar de su corta duración,
el Cannonball tuvo un efecto profundo en la cultura automotriz de Estados Unidos. Algunos años después, Yates fue contactado por Hal Needman, un director amigo suyo, para que le ayudara a adaptar un guión para una película.
El resultado fue ‘The Cannonball Run’ de 1981, protagonizada por un montón de estrellas de la época –Burt Reynolds, Roger Moore, Farrah Fawcett, Dom DeLuise, Jackie Chan- que tendría dos secuelas. Otras películas también tomaron como inspiración la loca carrera –‘The Gumball Rally’, ‘Speed Zone’-, y el mismo Brock Yates escribió un libro que narraba las peripecias vividas en el Cannonball.
En la cultura automotriz
Pero, más allá de las referencias a la carrera en la cultura pop, el Cannonball Run de Yates creó
una subcultura entera de aficionados fascinados con la idea de cruzar Estados Unidos tan rápido como fuese posible. Tanto así, que una carrera ‘sucesora’ del Cannonball Run, llamada US Express, fue organizada por tres años, de 1981 a 1983, antes de que dejara de realizarse debido a que el FBI comenzó a investigar el asunto. Los ganadores de 1983, David Diem y Doug Turner, lo lograron en 32 horas y 7 minutos.
En los siguientes 20 años, el entusiasmo por el récord disminuyó sobremanera, hasta principios de los 2000, cuando
el piloto Alex Roy comenzó a hacer intentos por su cuenta, culminando en un nuevo récord impuesto en 2007, de 32 horas y 7 minutos, que trajo de regreso la fiebre por el récord ‘Cannonball’.
Casi de la noche a la mañana, una nueva generación de entusiastas descubrió lo que había ocurrido en la carrera original de los 70. Nuevos eventos surgieron para homenajearla, incluidos
el ‘2,904’, que es un viaje de costa a costa con un presupuesto de $2,904 dólares incluyendo el costo del coche, y el
‘C2C Express’, un evento similar que establece
un presupuesto de 3,000 dólares y una fecha límite de producción de 1979 para el auto usado en el viaje.
Estos eventos se realizan para honrar el espíritu de rebeldía y diversión del Cannonball Run original, pero como en los años 70,
también surgieron personas que se tomaron muy en serio ir por el récord. En la última década, ha habido más de 100 intentos (!) por romperlo. Sin duda, el más sorprendente fue el que realizaron en 2013 Ed Bolian y Dave Black, los primeros que lograron romper la barrera de las 30 horas,
con un tiempo de 28 horas y 50 minutos. Por décadas se pensó que nadie podría bajar de 30 horas; hace apenas unos días, el cronómetro se detuvo en 27 con 25 minutos.

El actual récord. Foto: Arne Toman
Los récords están ahí para romperse. Y seguramente, el aura contracultural, ilegal y profundamente rica en legado automotriz del Cannonball Run seguirá atrayendo a entusiastas lo suficientemente locos para intentarlo. ¿Veremos alguna vez un récord de 25 horas? Solo el tiempo dirá...