Dos Camaro ZL1 1969, a subasta en pareja

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Por Edmundo Cano

 

Uno de los muscle-cars clásicos de Chevrolet más deseables y coleccionables es el Camaro ZL1 original de 1969, el monstruo creado “en lo oscurito” por el distribuidor Fred Gibb y el corredor de la NHRA Dick Harrell, que a través de la oficina de pedidos especiales de Chevrolet (COPO por sus siglas en inglés: Central Office Production Order), ordenaron 50 Camaros con suspensiones de alto rendimiento, transmisiones reforzadas, diferenciales de uso rudo y su principal característica: el motor “big block” de 427 pulgadas cúbicas (7 litros) de desplazamiento, que difería de los ofrecimientos normales de GM en que el bloque estaba enteramente hecho de aluminio, así como las cabezas, el múltiple de admisión y otros accesorios.
 
 
Este motor, que había sido desarrollado para el programa de competición del serial Can Am bajo el amparo de Jim Hall, el dueño y mente maestra detrás del equipo Chaparral, pesaba apenas un poco más que un V8 “small block” de 5.7 litros, pero tenía el potencial para producir más de 550 hp. Gibb y Harrell concibieron el Camaro ZL1 como un producto especial para corredores de las categorías de producción de la NHRA, que eran para los únicos que podría tener algo de sentido, pues corriendo con ellos podían recuperar la inversión inicial de 7,200 dólares, increíblemente caro para 1969: un Corvette totalmente equipado costaba menos de 5,000 dólares en ese entonces. Y tal cual, decenas de estos super-Camaros fueron devueltos a Chevrolet por Gibb y por otras agencias que se atrevieron a tenerlos exhibidos; simplemente no podían venderlos. Al final, solamente 69 Camaros ZL1 fueron fabricados, los 50 del pedido original de Gibb, y otros 19 que pidieron otras agencias de todo Estados Unidos. 
 
 
¿Qué cómo Gibb se metió en un aparente pantano financiero al ordenar 50 autos que eran prácticamente imposibles de vender? La razón es que él no lo sabía cuando los ordenó; solamente tras recibir el primer embarque de autos se dio cuenta de que Chevrolet le estaba cobrando el costo del desarrollo de la colocación de los motores de aluminio en los Camaros, que ascendía a 4,000 dólares por unidad. Seguramente si Gibb hubiera sabido el estratosférico costo de cada ZL1, jamás se hubiera aventurado a ordenarlos, y claro, la leyenda del ZL1 jamás hubiera existido.
 
 
Los Camaros ZL1 que en efecto compitieron en la NHRA fueron dominantes en sus categorías, logrando el cometido para el que Gibb y Harrell los habían creado. Sin embargo, muchos de ellos fueron usados como coches de calle para las muy usuales escaramuzas semáforo a semáforo de aquellos años, en las que un Camaro ZL1 era la herramienta perfecta. Con los años, estos raros Camaros, como muchos otros muscle-cars de la época, se convirtieron en leyendas y en autos muy buscados por los coleccionistas, llegando a valer cientos de miles de dólares luego de ser restaurados, debido a su bajísima producción, malvada reputación y la interesante historia que los acompaña. 
 
 
La casa de subastas Mecum Auctions estará ofreciendo en su evento de enero en Kissimee, Florida, algo que nunca se había visto antes: una pareja de Camaros ZL1 1969 vendidos “en paquete”. Los autos son el numero 18 y 30 de los 69 que se fabricaron, formando parte de la orden original de 50 unidades de Fred Gibb. Ambos conservan su tren motriz original “numbers matching” con transmisiones de 4 velocidades –lo que los hace aún más deseables- y han sido restaurados a la perfección, además de estar perfectamente documentados como ZL1 originales.
 
El coche número 18 es uno de solo 10 producidos en el color Dusk Blue, y fue uno de los autos devueltos a Chevrolet por Gibb, luego de no poder venderlo. La marca lo mandó a una agencia en Virginia, donde fue adquirido por un hombre que dio su Corvette nuevo como enganche y financió el resto de los pagos. De ahí su historia pasa por varios dueños, uno de los cuales lo preparó para carreras de ¼ de milla, y otro que lo restauró y después lo vendió al Camaro Club de los Estados Unidos, el cual lo rifó –sí, lo rifó- en su celebración del 25 aniversario del nacimiento del Camaro. El afortunado nuevo dueño lo vendió poco después, siguiendo la sucesión de dueños, terminando con el actual, Larry Bowman, quien lo mandó restaurar con un especialista en muscle-cars de Chevrolet, dejándolo tal como se ve en las fotos.
 
 
El coche número 30 es uno de los poquísimos ZL1 que Fred Gibb pudo vender, siendo adquirido por el dueño de una franquicia de Pizza Hut en Kansas, quien de inmediato mandó el auto al taller de Dick Harrell para prepararlo para competición; el coche fue dominante las dos o tres temporadas que fue corrido, para luego ser almacenado por décadas, pues nunca fue registrado ni emplacado para ser usado en la calle. El auto fue redescubierto en 1989 mostrando solo 8.4 millas en su odómetro, todas ellas recorridas un cuarto de milla a la vez, y restaurado a condiciones de fábrica con sus piezas originales, que afortunadamente fueron conservadas cuando el auto se preparó para correr. Fue restaurado de nuevo bajo la posesión de Bowman en el año 2000. Es muy probablemente el ZL1 más original del mundo, y su odómetro lee solamente 361 millas originales. Una auténtica cápsula del tiempo. 
 
 
Oportunidades para hacerse de dos de estas leyendas a la vez no surgen todos los días, y como es de esperarse, tampoco son baratas. El lote tiene una reserva de un millón cien mil dólares, aunque el estimado de Mecum para la subasta es de alrededor de un millón 750 mil dólares. No habrá que esperar mucho para saber si la pareja de ZL1 rebasa el estimado, pues la subasta se llevará a cabo el día 11 de este mes.