BAC Mono: contacto

bacmono01.jpg
bacmono01.jpg

Por Javier García (@javogruexo) Fotos: Archivo

 

BAC es una empresa británica fundada en 2009 por los hermanos Ian y Neill Briggs, diseñador e ingeniero, respectivamente. Ambos han trabajado con la industria automotriz y aeronáutica a lo largo de sus carreras, bien dentro de aquellas o como consultores por medio de su empresa Adaptive Space, fundada en 2000.

 

 

Armados en Liverpool, Inglaterra, solo 20 Mono se hacen cada año y México ya cuenta con distribución, garantía y servicio por medio de su representación oficial; es por esto que nos invitaron a manejarlo. La cita: en el Autódromo Hermanos Rodríguez.

 

 

La primera impresión no deja lugar a dudas: estamos ante un coche de pista. ¿De verdad se puede conducir en la calle? Tiene la homologación para hacerlo y, de hecho, se circuló por algunas colonias de la Ciudad de México, sin embargo, sus características no invitan a someterlo a la abundante selva de baches y topes que reina en la mayoría de nuestras calles. Lleva una suspensión de varillas Sachs totalmente regulable y, tras manejarlo, se hace evidente que la suspensión es mucho menos dura de lo que uno imaginaría, es firme mas no seca, muy bien equilibrada considerando su naturaleza súper deportiva.

 

 

Mientras más lo miro, más me conquista su diseño. Es una escultura de formas orgánicas muy limpias que contrasta bellamente con los mecanismos internos que se asoman por algunos huecos. Grafeno, fibra de carbono, titanio, acero de grado aeroespacial, incluso madera; conjunto de materiales que lo convierten en un coche muy sólido y ligero con apenas 580 kilogramos en seco, y una relación peso potencia de 525 HP por tonelada.

 

Llega el momento de prepararme para manejar. Para la primera fase tengo un instructor de lujo: Oliver Webb, actual piloto del WEC y campeón del serial europeo Le Mans, entre otros; pero, ¿qué hace aquí? Resulta que Webb es el piloto de desarrollo de BAC, pieza fundamental en la puesta a punto para que los ambiciosos Briggs consiguieran su meta.

 

 

Mientras me instruye, le pregunto sobre sus sensaciones de manejo con el Mono, “¿A qué auto fórmula se parece?”. Y me responde: “Es algo parecido a un Fórmula 3 aunque, en realidad, mucho más cercano a un Fórmula Renault pero con menos downforce”. Estoy emocionado por manejarlo y, honestamente, también un poco nervioso tras esa descripción, ¡nunca he conducido un auto así!

 

 

Balaclava, casco y guantes, me monto en el habitáculo forrado de piel y ante, coloco el volante, mismo que contiene las paletas de cambio, 13 botones y una pequeña pantalla donde se despliegan los datos. El mismo Ian Briggs es quien me da indicaciones sobre los controles básicos. Tarea necesaria, ya que, excepto acelerador, freno y clutch, todo se controla mediante los botones del volante. Para arrancarlo se usa una llave de presencia que se debe colocar en un compartimento específico, para posteriormente mantener presionado el botón central y dar vida al “monstruo”.

 

 

¡Brom!… No ruge como esperaba, la lógica me dice que estoy en un cuatro cilindros que, además, es legal en calle: no puede ser escandaloso. La posición de manejo no es la ideal para mí pero se acerca. Los espacios y el diseño ergonómico del asiento se distribuyen específicamente según la complexión y las necesidades del comprador. Pedales y volante cuentan con una leve regulación manual.

 

 

Ya dentro del auto me tengo que acostumbrar a ubicarme como recostado en un reposet. “¿No voy demasiado bajo?”, le pregunto a uno de los técnicos ingleses. “No, la altura está bien. De hecho, cuando regreses de manejarlo, vas a desear haber ido aún más bajo”, responde con una sonrisa que dice “no sabes lo que te espera”.

 

 

Clutch, primera y acelerador… podría haber apostado que el coche se me iba a apagar al primer intento, sin embargo, no fue así, no resulta tan “respondón” como imaginaba.  Vuelta de reconocimiento en un trazo muy parecido al de la Fórmula E. Segunda vuelta y la emoción infantil que tenía se va disipando para dar pie a otra más adulta, donde ya piensas en dominar al pequeño bólido. Tercera vuelta, gano confianza y mayor velocidad, el Mono se comporta muy bien. Su terreno natural no son las bajas velocidades, conforme más acelero mejor se siente todo, aun así no miro el velocímetro, no quiero desconcentrarme en lo más mínimo. Solo sé que voy rodando velozmente con el trasero a unos 10 centímetros del piso y la cabeza a menos de un metro de altura.

 

 

Se lleva “de a cuartos” con las curvas. Su relación de peso 48 por ciento al frente y 52 atrás, así como las llantas Kumho, Ecsta V700 –específicas–, se hacen evidentes ante la nobleza de sus reacciones, sin dejar nunca esa divertida y emocionante sensación que da el manejo “a lo crudo”. Tomo la recta y piso con más energía, hoy es más corta de lo habitual, acaba en curva a la derecha donde terminan los boxes. Antes de frenar miro el velocímetro, marca 172 km/h y, aun sin parabrisas, no se sienten como tales. El BAC Mono anuncia una aceleración 0 a 160 km/h en apenas 6.5 segundos, no tomé el tiempo, pero por la experiencia lo creo.

 

 

Los 305 HP que emanan del motor Mountune 2.5 litros, acoplado a una caja Hewland de seis velocidades –tomada de la F3–, son contundentes mas no agresivos con el piloto. Cuarta vuelta, ¡quiero más velocidad… el auto lo pide! Pero antes de completar el giro completo me indican que debo entrar a los pits. El niño deja la sala de juegos. No importa, me entretuve con uno de los juguetes más caros y divertidos solo disponible para unos adinerados afortunados y, ocasionalmente, para uno que otro sujeto con suerte, como yo.

 

 

Por 373 mil dólares, uno recibe un BAC Mono con el 80 por ciento de mejoras dinámicas, disponibles como opcionales en otros países, éstas incluyen –entre otros– frenos carbonocerámicos y rines ultraligeros fabricados en carbono, aluminio y titanio, únicos en el mundo. La compra agrega un viaje a la planta de Liverpool, donde el dueño será atendido por los hermanos Briggs para hacer el coche, literalmente, a la medida y el gusto del cliente.

 

 

¿Cómo sería salir de tu garaje y manejar tu propio auto de carreras? Una pregunta similar fue la que se realizaron los hermanos Ian y Neill Briggs cuando se embarcaron en la aventura de crear Briggs Automotive Company en 2009. Su ambición no era únicamente hacer un coche veloz, el reto consistía en crear un súper deportivo –legal para calle– capaz de transmitir las más altas emociones de velocidad del mundo.

 

Sus altas aspiraciones tal vez no hayan concretado semejante objetivo, o quizá sí, eso lo debe saber alguno de sus cerca de 85 afortunados propietarios; nosotros lo conoceremos hasta que lo tengamos a prueba y, créanos, ¡lo queremos probar ya!

 

Resumen técnico

MOTOR

Tipo/cilindrada: L4, 2,488 cc

Potencia máxima: 305 HP a 8,000 rpm

Par máximo: 308 Nm a 5,500 rpm

TRANSMISIÓN

Caja: Manual robotizada, seis velocidades

Tracción: Trasera

RENDIMIENTOS OFICIALES

Velocidad Máxima: 284 km/h

0 a 100 km/h: 2.8 s

Consumo medio: 14.9 km/l