El presidente del grupo Volkswagen, Bernd Pischetsrieder, no es precisamente famoso por su diplomacia. Al menos, los sindicatos de Seat le recuerdan de su paso por la compañía como un interlocutor rudo. Y, ahora que está a cargo de la multinacional y tiene el imperativo de reducir gastos, sus mensajes son aún más tajantes: ha anunciado "considerables recortes de costes" y ha asegurado que cada trabajador "puede y debe contribuir" para asegurar el futuro de la compañía. Hace apenas dos meses, Pischetsrieder ya inició una particular "limpia" de su cúpula directiva, que se saldó con la salida del grupo del máximo responsable de ventas y distribución, Robert Buechelhofer (uno de los históricos de la compañía). Ahora, tras sus declaraciones, son la plantilla de sus fábricas situadas en todo el mundo las que deben variar sus hábitos. Según ha asegurado, "la recuperación económica en los mercados de Europa occidental, Estados Unidos y Latinoamérica es poco probable a corto plazo". La planta de Navarra es una de las más cuestionadas en los últimos meses. Sin embargo, la Unión Europea le ha concedido una ayuda de 15,2 millones de euros. Con este dinero, quieren compensar a la multinacional por lo que suponen un perjuicio: mantener la producción del Polo y no llevársela a Bratislava (Eslovaquia). Consideran que este dinero será suficiente, pero la planta española había solicitado cuatro veces más (hasta 62 millones de euros). La situación no es nueva. En realidad, el grupo lleva años envuelto en una política de recortes, con los que pretende ahorrar 1.000 millones de euros por cada ejercicio. Entre las medidas que se estudian, está la implantación de módulos para fabricar vehículos (ahora mismo comparten plataformas enteras, por lo que no es fácil renovar los modelos). El presidente del comité de empresa, Klaus Volkert, también ha asegurado que el grupo debe apostar por el lanzamiento de nuevos modelos. Así, parece que se avecina más trabajo. Al menos, para algunos. La planta de Bratislava (Eslovaquia) es la mejor situada en la nueva estrategia del grupo: ya ha recibido parte de la producción del Ibiza que se montaba en Barcelona y también monta el Passat, el Tuareg y de un nuevo todo terreno de Porsche. Volkswagen Navarra -de momento- se mantiene tranquila. Es una fábrica muy competitiva (fabrica 245.000 unidades del Polo al año) y su plantilla se ha adecuado correctamente a las exigencias del mercado (este año trabajará 203 días, que podían reducirse si la multinacional así lo estimase). Además, la compañía empieza a buscar "válvulas de escape" para los saturados mercados europeos y americanos: así, sus ventas en China siguen en alza (durante los cinco primeros meses del año aumentaron un espectacular 61,8 por ciento). Si quieres saber más sobre los nuevos retos a los que se enfrenta la industria de la automoción, no te pierdas el reportaje especial que hemos preparado: "La industria global" (que encontrarás en el link de la derecha).
Volkswagen pide sacrificios a sus trabajadores
Cada empleado deberá hacer examen de conciencia: todos pueden contribuir. El ejemplo -según apuntan- está en Bratislava. Nuevos lanzamientos, recorte de gastos y traslados de producción podrían afectar a las plantas españolas.
