'Tomé la decisión de que si era ETA no me meterían en un agujero', ha indicado a la Sala al recordar el calvario que pasó durante el traslado, en el que le mantuvieron con los ojos tapados, amordazado y encadenado. Así, ha confesado que en esos momentos pensó en huir.
La Audiencia Provincial de Madrid ha celebrado la tercera sesión del juicio contra siete personas, seis de ellas portuguesas, acusadas del secuestro, el 6 de marzo de 2008, de Ormaechea, y su director general, José María Navajas Gómez. Los acusados se enfrentan a un máximo de 22 años de prisión por delitos de detención ilegal, contra la integridad moral y lesiones.
José Carlos S.S., considerado como el líder de la banda que perpetró el rapto, es un viejo conocido de la Justicia, ya que es célebre por lograr escaparse hasta en dos ocasiones de las prisiones de Estremera y Valdemoro, a través de órdenes judiciales falsas.
Los hechos que se juzgan arrancan el 6 de marzo de 2008, cuando las víctimas fueron citadas por unos empresarios argentinos en La Moraleja. Allí les amordazaron y les introdujeron en un vehículo, donde les trasladaron a Vigo. Reclamaron por ellos once millones de euros. Liberaron al director general a los días, mientras que Aguirre estuvo retenido hasta quince días después, siendo liberado en Portugal.
'UN INFIERNO'
En la vista, las víctimas han asegurado que José Carlos llevaba 'la voz cantante' en el secuestro y han recordado cómo éste les insultaba y les decía que no iban a salir de ese 'infierno'. Aguirre ha relatado que le conocía por su hermano, quien se había querellado contra él por estafa por la compra venta fraudulenta de una finca.
En su declaración, el vicepresidente de Decoexsa ha contado que los acusados se pusieron en contacto con ellos y propusieron tener una reunión, que se concertó el 6 de marzo de 2008 y en la que irían sus secretarias a buscarles a una zona del centro de La Moraleja, algo que les resultó 'extraño'. Según su relato, dos de las acusadas les trasladaron a una habitación, dónde dos portugueses se les abalanzaron contra ellos y les maniataron.
Y de ahí, les trasladaron en diferentes coches a Muros. 'Cuando realmente pasé miedo fue cuando me metieron en el coche. Ha sido el peor calvario que he sufrido en mi vida porque pensaba que era ETA y tomé la decisión que de no me meterían en un agujero'.
Además, ha indicado que en Muros estaba siempre vigilado por los portugueses, menos cuando le llevaban a una sala de interrogatorios. 'Serna llevaba la voz cantante', ha aseverado a preguntas del abogado defensor del supuesto cabecilla.
En un momento del interrogatorio, el letrado del cabecilla y la víctima han mantenido un rifirafe después de que le preguntara acerca de dónde estaba el 7 de marzo, a lo que éste ha respondido: 'no estaba tomando café, estaba siendo sacudido a palos por su cliente'. 'Su cliente me tenía esposado, atado, encadenado. Lo único que podía hacer era sacarle el dedo e insultarle', ha apuntado.
Por su parte, Navajas ha relatado que el día del secuestro le introdujeron en el maletero de un todoterreno y ha confesado que temió por su vida. Además, ha recordado que escuchaba cuando pegaban a su compañero en la casa de Muros. Su liberación se produjo días después gracias a la intermediación de Aguirre.
Asimismo, el hermano de Aguirre ha indicado que el cabecilla le estafó en la venta de una casa y ha asegurado que 'la técnica de este señor es el fax y falsificar firmas', recordando que incluso así logró escapar de la cárcel por un fax falso remitido a la Audiencia de Madrid RELATO DEL FISCAL
Según el fiscal, José Carlos S.S. urdió un plan para el que se puso de acuerdo con el resto de los procesados a raíz de ciertas disputas comerciales con José Joaquín Aguirre Ormaechea, saldadas con la presentación de una querella criminal de éste contra el acusado.
Así, durante los días 14, 19, 25 y 27 de febrero de 2008, una persona que dijo llamarse Eduardo Arauce, cuya existencia no ha sido acreditada, pero en todo caso actuando por encargo de José Carlos S.S., se puso en contacto telefónico con el hermano de José Joaquín con el pretexto de realizar juntos un negocio consistente en la importación de pescado desde Argentina.
Tras la llamada, se concertó una reunión de negocios, a la que acudieron el hermano de José Joaquín Aguirre Ormaechea, Pedro Aguirre, y un trabajador de su empresa, José María Navajas Gómez. Les esperaban en una plaza de Alcobendas las procesadas Elsa María y María Manuela, quienes les pidieron que fueran, cada parte en su respectivo automóvil, hasta el hotel La Moraleja donde presumiblemente iba a tener lugar el encuentro.
Sin embargo, fueron conducidos con engaños hasta un bungalow, donde les esperaban los también acusados Luis Manuel y José Paulo que, cubiertos con pasamontañas, encañonaron con una pistola a las víctimas, inmovilizaron a José María y golpearon a Pedro Aguirre, que perdió el conocimiento.
A continuación les esposaron con cinta adhesiva, les vendaron los ojos, les taparon la boca y condujeron a cada uno a habitaciones distintas. Ya entrada la noche, los procesados sacaron a las víctimas del bungalow y les introdujeron en un vehículo con dirección desconocida para ellos.
La caravana estaba integrada por tres vehículos. El primero de ellos actuaba a modo de 'lanzadera' para avisar de posibles controles policiales, después iba el automóvil propiedad de las víctimas, en el que iban conducidas, y por último el coche de Elsa María y María Manuela.
Con carácter previo, José Carlos S.S. había conseguido que le dejaran una casa de campo en la localidad coruñesa de Esteiro Barrio Portiño, y allí llegó la caravana de tres vehículos sobre las nueve de la mañana del 7 de marzo.
Cuando conducían a los retenidos al interior de la casa, Pedro Aguirre se levantó el pasamontañas, lo que le supuso un golpe en la boca del estómago y que les ataran de pies y manos a dos sillas.
Pasado un tiempo llegó José Carlos S.S., quien les dijo que no volverían a ver la luz del sol, que estaban 'en el puto infierno' y que a José María sólo le quedaba la posibilidad de ponerse en contacto con su hermano para que le quitara la querella que le había puesto. Además, debería darle once millones de euros.
El 11 de marzo los acusados pusieron en libertad a José María Navajas tras hacerse con los nombres y teléfonos de sus familiares, y le trasladaron en coche a Vigo con la condición de que convenciera a su mujer para que retirara la denuncia por la desaparición de su esposo, que había presentado días atrás.
La noche del 13 de marzo los acusados se trasladaron a la urbanización Aldeia Mourisca, en Manta Rota, Portugal. Allí permanecieron hasta el 18 de marzo.
El 19 de marzo, Aguirre fue trasladado, esta vez en un taxi, hasta los apartamentos Don Henrique en la localidad de Montegordo, donde permaneció hasta que el 20 de marzo fue liberado por la Policía portuguesa.