El viernes pasado, con su hermano Gianni todavía de cuerpo presente, Umberto Agnelli asumió la presidencia de honor de Fiat, la colosal empresa que su familia ha levantado a lo largo de un siglo. Terriblemente endeudada, con un balance económico en números rojos, las ventas hundidas y más de 8.000 despidos en marcha, la situación de Fiat roza lo catastrófico. Umberto tiene, desde luego, una tarea muy difícil por delante.
A primera vista, el nuevo presidente no parece ser el hombre más entusiasmado con la idea de reconstruir Fiat Auto. Al contrario, siempre enfrentado con su hermano, Umberto Agnelli era tenido por el más firme partidario de la venta de la compañía o, al menos, de su desmembración.
Con este planteamiento, es normal que el mercado bursátil haya reaccionado a la baja con el nombramiento del nuevo patrón: las acciones de Fiat están a punto de caer por debajo de su mínimo histórico.
De momento, Umberto sólo ha emitido señales de tranquilidad. No quiere que cunda el pánico entre los inversores y los accionistas. Por este motivo, los escuderos de Fiat se han acercado a los medios de comunicación para explicar que el momento es bueno y que todos harán una piña para impulsar la recuperación de Fiat Auto. Paolo Fresco, el primer ejecutivo de Fiat Auto, explica que ahora nada cambia, que todo sigue igual y que “la mejor manera de honrar la memoria de “il Avvocato" es arrimar todos el hombro para superar este momento difícil y crear una Fiat más fuete y con más éxitos".
Roberto Maroni, ministro de Trabajo de Italia, también quiso calmar un poco la situación y explicó que “se dan las condiciones para pasar página, se ha producido el relevo en la cúpula familiar y la renovación de su compromiso industrial y la atención del Gobierno es máxima".
Ahora todos los ojos miran a Umberto Agnelli, que, posiblemente, convoque un consejo de administración para los próximos días. Esa reunión deberá dar validez legal a la nueva situación de la firma y
Para volver a coger ritmo, Fiat Auto necesita 3.000 millones de euros, unos 500.000 millones de pesetas. Sus financieros consideran que es la cantidad mínima exigible para relanzar la firma. Sin embargo, algunas fuentes aseguran que los bancos acreedores la consideran insuficiente.
Las entidades que controla Agnelli podrían aportar 1.000 de esos 3.000 millones. Una cantidad similar saldría de las bolsas, donde se pondrían a la venta nuevas acciones por ese montante. Esta idea no gusta para nada a los accionistas, que han visto en ella un motivo más para castigar todavía más los títulos de Fiat.
Los 1.000 millones restantes son más complicados. Alguna fuente señala a General Motors, propietaria de un 20 por ciento de Fiat. Con ese dinero, GM se liberaría de la obligación que tiene de comprar el resto de la empresa italiana a partir de 2004.
Si la opción GM no funciona, Fiat tendrá que buscar nuevas alternativas. La venta de activos, como su brazo de aviación, Fiat Avio, se baraja como posible movimiento para lograr liquidez. Otras divisiones del grupo pueden caer en esta sangría para salvar a la parte automotriz.
De momento, los planes de los financieros Colaninno y Gnuti por asaltar Fiat Auto están en un punto muerto. A ellos se ha unido la oferta de un grupo inversor suizo, un programa de compra que se concretará en los próximos días. Además, queda por ver qué opinan los bancos acreedores sobre la posibilidad de segregar Fiat Auto del resto del complejo industrial de Fiat y gestionarla como una empresa autónoma. Umberto Agnelli tiene que dar muchas respuestas.
“Si la nueva dirección llega con un plan industrial, será algo positivo, pero si es sólo otra propuesta de financiación sin un plan serio detrás, será como una gota en el océano", explica en Auto.com Marco Vailati, un analista de HSBC en Milán.