Todas las ideas son buenas

Año tras año, la Administración se esfuerza en lanzar planes y campañas para reducir los accidentes de tráfico. Pese a la buena intención y la fortaleza de sus medios, no acaban de lograr su objetivo: diariamente muere mucha gente en las carreteras. Todos tenemos ideas para reducir estas trágicas cifras, y todos hemos pensado alguna vez “si yo pudiera, haría …." Diversas iniciativas recogen estas ideas por si alguna vez sirven para algo.

No sólo el Estado y los conductores salen mal parados en estas iniciativas. También los fabricantes y sus anuncios de coches. A la eterna cantinela del “si está limitado a 120, por qué hacen coches que van a 300" se une ahora una idea que no parece desencaminada: Elaborar un libro blanco de la publicidad de automóviles, para inculcar valores diferentes a los de “presunta" libertad y sensación de poder. Es un golpe directo a la línea de flotación de la publicidad. Los fabricantes emiten anuncios que tratan de seducir al conductor hablándole de lo admirado, respetado y envidiado que va a ser con su vehículo nuevo, esa máquina de poder y lujo que le eleva por encima de los demás. Algunas marcas, como Audi, con su programa Attitudes, tratan de cambiar esta imagen y presentar una de conductores respetuosos y cabales, pero no es la norma. Los fabricantes están siempre en el punto de mira: Hemos visto el nuevo Citröen C5 que incorpora unos amortiguadores que leen la carretera, unos limpiaparabrisas que se activan por sensores de lluvia... etc. ¿Por qué no colocar unos sensores en los lados de los coches (receptores) y otros en las señales de tráfico(emisores), con lo que al paso del coche el emisor enviaría una señal al receptor del coche, y éste a su vez al motor, evitando que sobrepase la velocidad permitida, en caso de ir mas rápidos reducir la velocidad? . ¿Descabellado? Para nada, varias universidades trabajan conjuntamente con las marcas para desarrollar prototipos que se rijan por este esquema de funcionamiento “orwelliano". De hecho, en Alemania se ha probado ya un coche que se comunica con balizas situadas en la carretera y sabe a qué velocidad debe ir.

Un paso más allá, investigadores ingleses profundizan en un sistema de comunicaciones a través de satélite que informaría al coche de cuál es la velocidad a la que debe ir en cada metro de la red viaria. El conductor se limitaría a mover el volante y poco más…

Como se ve, cuando la gente se estruja las neuronas, no sólo propone disparates. También tiene ideas que a lo mejor deberían ser escuchadas. Quién sabe si alguna de ellas se convierte alguna vez en la gran panacea para acabar con los accidentes de tráfico.

Y, si no, siempre podemos dejar que alguno se tome la justicia por su mano: Que la Guardia Civil ametralle inmediatamente a todos los conductores que sobrepasen los límites de velocidad. Ideas no faltan.