En el intento de reducir los siniestros, cobran especial importancia los estudios en profundidad que realizan las autoridades suecas. Para ellas, un accidente es algo inaceptable porque provoca lesiones y muertes, pero una vez que se ha producido, ha de ser objeto de análisis. Así, no dudan convertirse en auténticos CSI de las carreteras: se lleva a cabo una sistemática aproximación a lo que pasó y se analizan las causas y las posibles soluciones, todo ello rodeado de la más estricta confidencialidad, para que los ciudadanos y sus vehículos no puedan ser idenficados.Cuando se produce un siniestro en las carreteras suecas, la policía lo notifica a las autoridades de Tráfico, que comienzan su labor de investigación para conocer el por qué de lo sucedido. Así, se analiza el diseño de la vía donde ocurrió el accidente (anchura, posibles obstáculos a la visibilidad en los aledaños, cuestas, etc), el límite de velocidad; la velocidad a la que rodaba el vehículo; la edad, especificaciones y equipamiento de seguridad del coche; los detalles de la gente que se ve envuelta en el siniestro (edad, sexo, uso de los elementos de seguridad, si conducían bebidos o enfermos); e incluso miran si pudiera tratarse de un suicidio.La primera incluye los siniestros provocados por fuerza mayor, es decir, a pesar de que los usuarios de la vía han hecho todo lo posible por cumplir las normas de tráfico y han usado elementos de seguridad pasiva. Los conductores han cometido un error en el que han podido influir el diseño de la carretera o el límite fijado para esta parte de la vía. La segunda clasificación incorpora las muertes causadas por el excesivo riesgo que han corrido los conductores al no usar los dispositivos específicos de seguridad. En el tercer grupo se enmarcan aquellos automovilistas que no cumplen a sabiendas las normas de tráfico. El peligro de muerte o de lesiones graves es grande. Estos estudios han servido para realizar importantes mejoras en las carreteras suecas y también para conocer mejor los efectos del alcohol y las drogas en la conducción. Hasta que en Suecia se pusieron en marcha este tipo de investigaciones, lo único que existían eran sospechas; ahora, hay pruebas concretas: uno de cada cuatro conductores que se ve envuelto en un accidente, estaba bajo la influencia del alcohol o las drogas. Este porcentaje se eleva hasta el 50 por ciento cuando hablamos de siniestros en los que sólo se ve involucrado un coche. Y no sólo se conformaron con las pruebas. Pasaron a la acción: se han popularizado los sistemas que impiden conducir a personas que superen las tasas permitidas de alcohol, como las llaves que no permiten poner en marcha el coche si detectan que estamos ebrios. Una de ellos es el llamado Alcolock, una especie de alcoholímetro incorporado en el coche y por el que debemos soplar; si no superamos la tasa permitida de alcohol en sangre, podremos conducir, de lo contrario; el coche se bloqueará y no nos permitirá el arranque. A este respecto, el fabricante sueco Saab ha desarrollado una versión más moderna de este dispositivo, denominada Alcokey, que incluye el alcoholímetro en la propia llave del vehículo.
Suecia, ejemplo de Seguridad Vial
Está demostrado. Suecia es uno de los países europeos donde más se sabe de Seguridad Vial y donde más se han reducido los accidentes en Europa. Descubre cómo lo hacen.
