Con el fin de que todo el mundo esté bien informado y sepa en todo momento dónde colocarse para no correr peligro, la organización de una prueba automovilística pone a disposición del público una serie de folletos, que se reparten en los puestos de control de los tramos y en el parque cerrado donde se inicia el rally. En ellos se dan las instrucciones básicas para que la gente no corra peligro, aunque son todas de sentido común: situarse en lugares elevados, no ponerse al borde de la carretera (especialmente en tramos estrechos), no colocarse en las curvas...
Una vez en el tramo, y por si hubiera alguien que no dispone de la información necesaria, pasarán una serie de coches con instrucciones para el público, como el vehículo "000", que supervisará el montaje de los puestos de control, los lugares donde se encuentra situado el público y el estado del asfalto; si existe algún riesgo, como gravilla, condiciones meteorológicas adversas o un exceso de espectadores, el director de carrera suspenderá la especial.
Pero no siempre es tan sencillo, ya que los organizadores no pueden evitar que, una vez ha pasado este automóvil, la gente siga llegando al trazado, se desplace dentro del mismo o se cambie de sitio y se coloque en lugares de riesgo. Contra estas actuaciones, lo único que cabe hacer es apelar a la conciencia del público, con el fin de que cumplan las normas establecidas por su propia seguridad. Por desgracia, no es la primera vez que, una vez en marcha la carrera, los propios pilotos solicitan a la organización que se neutralice el tramo por el que acaban de pasar, ya que han observado un exceso de gente o espectadores mal situados. Este último caso supone un perjuicio para aquellos que sí están bien situados (que se perderán el espectáculo) y también para los participantes, a los que se les aplicará automáticamente el peor tiempo conseguido en esa especial, teniendo en cuenta los cronos obtenidos por aquellos pilotos que hayan llegado a la meta. Pincha sobre la imagen para ampliarla. Sin embargo, por mucho que perjudique al público o a los pilotos, se trata de una situación que tiene remedio y lo único que hay que lamentar es el tiempo perdido. Hay otras ocasiones en las que no es así y la mala suerte se une a la imprudencia. En otras ocasiones es sólo mala suerte. La diferencia es que contra este factor no se puede hacer nada, mientras que los riesgos pueden evitarse.