Rolls-Royce: así se fabrican los coches más exclusivos

Entramos en la fábrica que Rolls-Royce tiene en Goodwood (Inglaterra). Descubre qué tiene de especial para que estos coches se consideren únicos en el mundo.

Adolfo Randulfe Twitter: @AdolfoRandulfe Fotos y vídeo: Mikael Helsing-RR

Rolls-Royce: así se fabrican los coches más exclusivos
Rolls-Royce: así se fabrican los coches más exclusivos

La fábrica de Rolls-Royce no es visible desde el  exterior de la parcela que la alberga. Césped perfectamente cortado, árboles con las copas podadas formando cuadrados frente a la entrada principal, aves acuáticas que van y vienen del lago próximo ¿De verdad es esto una fábrica? Pues sí; y desde aquí el pasado año salieron 4.063 Rolls-Royce hacia los cinco continentes.

Un moderno edificio, firmado por Nicholas Grimshaw –el mismo autor de la coruñesa Fundación Caixa Galicia– acoge las líneas de producción de los tres modelos que hoy fabrica la marca: Wraith, Ghost y Phantom. Allí se trabaja casi como lo hicieron los pioneros del mundo del automóvil: no hay robots (bueno, sí: uno) y el coche avanza en la línea de montaje empujado por los trabajadores.

Estamos cerca de la ciudad de Chischester, al lado del circuito de Goodwood, al sur de Inglaterra. Éste trazado, además de la relativa cercanía a varios puertos y a Londres, fue el motivo por el que BMW –que controla Rolls-Royce desde 1998– eligió estos parajes para instalar la fábrica, inaugurada en el año 2003. Eso y la facilidad para encontrar artesanos y trabajadores especializados en las zonas colindantes.

Artesanía en Rolls-Royce

Pero al decir artesanos no pienses en veteranos trabajadores de pelo cano. No; aquí la media de edad de los trabajadores es de sólo 35 años. Y sí, es verdad: algunos usan herramientas similares a las que se utilizaban hace décadas para la misma labor.

El caso paradigmático es el de Mark. Se encarga de pintar el fino filete lateral que recorre muchos Rolls. Sólo él se dedica a ese trabajo. No usa plantillas, ni aerógrafo… Sólo las minúsculas brochas que él se fabrica (con pelos de  cola de ardilla), pintura, oficio y precisión.

Esa palabra, precisión, es una de las que más escuchas cuando visitas la fábrica. La otra es “único”. Nos explican que “el límite está en la imaginación del cliente; mientras sea legal, todo se puede hacer”. Por ejemplo, en la elección del color de la carrocería, entre más de 40.000. Y si no encuentras el tuyo, puedes mandar un pintalabios o un mechón de pelo de tu perro –casos reales– como muestra. Toda la pintura se aplica a mano, a razón de 45 kilos por coche. Y, después unas cuantas horas de pulido y abrillantado, también a mano.

Pero también hay alta tecnología. Por ejemplo en el corte de las pieles, donde un láser se encarga de marcar el patrón. Se usa, como media, la piel de 11 toros por coche. Preguntamos el porqué del género masculino. "Preferimos los machos porque su piel no se estira debido a los partos. Ésta es de tan buena calidad que los sobrantes los vendemos a marcas de marroquinería de lujo" nos explica David Deane. ¿Utilizan sólo vacuno? "No, en realidad podemos usar casi cualquiera siempre que no sean de especies en peligro".

Entramos en el taller de madera y un olor a carpintería añeja te invade. Allí se trabaja, de nuevo, a mano. Con paciencia, porque una pieza estándar –un salpicadero, por ejemplo– puede llegar a tener hasta 60 capas de madera, pegadas, prensadas, lijadas, barnizadas y vueltas a lijar y pulir. Porque algo que parece tan sencillo como poner madera en un coche no lo es. Ésta, siempre del mismo árbol, se corta de tal forma que una vez colocada en el coche, el lado derecho y el izquierdo –salpicadero, puertas...– formarán figuras simétricas.

El tiempo que lleva fabricar un Rolls-Royce

Finalmente esas piezas irán a parar a la línea de montaje, donde se unirán con las carrocerías, motores y componentes electrónicos llegados desde BMW Alemania. Mientras otras fábricas presumen del número de robots instalados, aquí se enorgullecen de tener sólo uno; en la zona de pintura para dar la capa base de imprimación. No quieren prisas, un coche único merece construirse con calma, tanta que sumando todo el tiempo de los diferentes procesos artesanales e industriales cada Rolls supone una media de 800 horas de trabajo.

Esto implica que, como mucho, en un día de máxima producción no salen más de 15 unidades. Todas ellas únicas: "no hay dos iguales; ni los que hacemos para uso interno lo son" afirma Sergio Landolt, product manager del Ghost. Aquí, el límite es la imaginación del cliente; y cada uno de ellos quiere que su Rolls sea, por supuesto, distinto.  

 

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