De puertas para adentro, el Range Rover Sport todavía se parece más a los otros Land Rover de última generación. El salpicadero es exactamente igual y, por tanto, se reproducen las líneas fuertes y las formas geométricas, a caballo entre lo elegante, lo sofisticado y lo espartano típico de Land Rover.
Los acabados rezuman también el mismo buen gusto y la misma calidad que ya hemos visto los Range Rover normales y en los Discovery 3. Los plásticos son excelentes, lo mismo que las gomas que recubren la parte alta del salpicadero.Los cambios hay que buscarlos en la consola central, la que va sobre el túnel de transmisión. En este caso, se trata de una pieza muy voluminosa que, al ser más pequeño el habitáculo, tiene una presencia dominante. Sobre ella va la palanca del cambio automático que, para mejorar el manejo deportivo, se ha situado más cerca del conductor. Esta modificación libera espacio para el copiloto pero, en el uso manual, la palanca queda un poco retrasada para el que va al volante.Por lo demás, estamos ante un interior muy espacioso y diáfano, construido sobre los 2,74 metros de batalla que disfruta este coche, longitud suficiente para que la merma de espacio útil con respecto al Range “grande" sea poco significativa. De hecho, a simple vista prácticamente no se aprecia, pues el habitáculo es amplio en todas las dimensiones.
Incluso el maletero es muy grande: 958 litros hasta el techo en su formato más reducido. Por cierto: el acceso a este maletero es otra innovación de este coche, pues lleva portón con ventanilla practicable en lugar del portón doble de otros modelos de la gama.Los asientos delanteros, que son eléctricos de serie, sujetan bastante y, gracias a sus reglajes y a los del volante (altura y profundidad) permiten alcanzar la postura de conducción más correcta. Los traseros, por su parte, son lo suficientemente amplios como para albergar cómodamente a tres personas en viajes largos.Land Rover echa el resto con el equipamiento de un coche llamado a competir con modelos muy sofisticados y bien dotados. Por eso, no es de extrañar que el más bajo de los cuatro equipamientos disponibles, el S, ya sea muy interesante.
A ese nivel, disponible sólo para los turbodiésel, ya hay llantas de aleación de 17 pulgadas, diferencial central con bloqueo electrónico, ABS, EBA, control de tracción, control de estabilidad, control de descenso de pendientes, sistema antibalanceo, freno de mano eléctrico, seis airbag, y, por supuesto, el Terrain Response, el equipo de gestión de la tracción. Y esto, en el apartado mecánico, porque el de confort tiene, por ejemplo, asientos eléctricos, volante y palanca en piel, climatizador dual y equipo de radio con CD y ocho altavoces,En el escalón siguiente, el SE (disponible con los turbodiésel y los gasolina atmosféricos de 299 CV), se añaden llantas de 18 pulgadas, sensor de aparcamiento, faros bi-xenón con iluminación de esquinas y sensor de iluminación, tapicería en piel, acabados en madera de cerezo y detector de lluvia.Más arriba se sitúa el HSE (también para los turbodiésel y los atmosféricos). Estos acabados añaden llantas de 19 pulgadas, navegador, sensor delantero de párking, memoria en el asiento del conductor y sistema de sonido Hi-Line.
Por último, los motores con compresor se montan sólo con el acabado Supercharged, que, además de lo básico, lleva llantas de 20 pulgadas, faros adaptativos, tapicería en piel “Sports", frenos delanteros Brembo y, lo más importante, el sistema Dynamic Response, que introduce unas innovadoras barras estabilizadoras activas, capaces de modificar su grado de retención de la carrocería en función de las necesidades de cada momento.
Entre la infinidad de opciones disponibles, merece la pena destacar el sistema de sonido Premium, que lleva 13 altavoces y va firmado por Harman-Kardon. Su precio es de 1.545 euros. Otra opción atractiva son los monitores para ver DVDs en las plazas traseras, pero cuestan 3.530 euros... Además, en cada nivel se puede añadir parte de los elementos que son de serie en los escalones superiores, pero, claro, pagándolos aparte.
Una opción común a todos los acabados más altos es el Control de Crucero Adaptativo, que se estrena en el Range Rover Sport. Se trata de un control de velocidad que, a través de un radar, se relaciona con los coches que nos preceden. Así, sabe lo rápido que van y, si son más lentos, adapta nuestra velocidad a la suya. Si cambiamos de carril, se recupera la velocidad que llevábamos antes de llegar al vehículo más lento.
Una variante interesante de este Crucero Adaptativo es la posibilidad de graduar su tolerancia. Con un botón podemos decidir lo estricto que debe ser el control, de forma que autorice acercamientos más o menos grandes. También es capaz de discriminar qué tipo de objeto tenemos delante, para actuar de una forma u otra si lo que nos precede es un camión o una motocicleta.De puertas para adentro, el Range Rover Sport todavía se parece más a los otros Land Rover de última generación. El salpicadero es exactamente igual y, por tanto, se reproducen las líneas fuertes y las formas geométricas, a caballo entre lo elegante, lo sofisticado y lo espartano típico de Land Rover.
Los acabados rezuman también el mismo buen gusto y la misma calidad que ya hemos visto los Range Rover normales y en los Discovery 3. Los plásticos son excelentes, lo mismo que las gomas que recubren la parte alta del salpicadero.Los cambios hay que buscarlos en la consola central, la que va sobre el túnel de transmisión. En este caso, se trata de una pieza muy voluminosa que, al ser más pequeño el habitáculo, tiene una presencia dominante. Sobre ella va la palanca del cambio automático que, para mejorar el manejo deportivo, se ha situado más cerca del conductor. Esta modificación libera espacio para el copiloto pero, en el uso manual, la palanca queda un poco retrasada para el que va al volante.Por lo demás, estamos ante un interior muy espacioso y diáfano, construido sobre los 2,74 metros de batalla que disfruta este coche, longitud suficiente para que la merma de espacio útil con respecto al Range “grande" sea poco significativa. De hecho, a simple vista prácticamente no se aprecia, pues el habitáculo es amplio en todas las dimensiones.
Incluso el maletero es muy grande: 958 litros hasta el techo en su formato más reducido. Por cierto: el acceso a este maletero es otra innovación de este coche, pues lleva portón con ventanilla practicable en lugar del portón doble de otros modelos de la gama.Los asientos delanteros, que son eléctricos de serie, sujetan bastante y, gracias a sus reglajes y a los del volante (altura y profundidad) permiten alcanzar la postura de conducción más correcta. Los traseros, por su parte, son lo suficientemente amplios como para albergar cómodamente a tres personas en viajes largos.Land Rover echa el resto con el equipamiento de un coche llamado a competir con modelos muy sofisticados y bien dotados. Por eso, no es de extrañar que el más bajo de los cuatro equipamientos disponibles, el S, ya sea muy interesante.
A ese nivel, disponible sólo para los turbodiésel, ya hay llantas de aleación de 17 pulgadas, diferencial central con bloqueo electrónico, ABS, EBA, control de tracción, control de estabilidad, control de descenso de pendientes, sistema antibalanceo, freno de mano eléctrico, seis airbag, y, por supuesto, el Terrain Response, el equipo de gestión de la tracción. Y esto, en el apartado mecánico, porque el de confort tiene, por ejemplo, asientos eléctricos, volante y palanca en piel, climatizador dual y equipo de radio con CD y ocho altavoces,En el escalón siguiente, el SE (disponible con los turbodiésel y los gasolina atmosféricos de 299 CV), se añaden llantas de 18 pulgadas, sensor de aparcamiento, faros bi-xenón con iluminación de esquinas y sensor de iluminación, tapicería en piel, acabados en madera de cerezo y detector de lluvia.Más arriba se sitúa el HSE (también para los turbodiésel y los atmosféricos). Estos acabados añaden llantas de 19 pulgadas, navegador, sensor delantero de párking, memoria en el asiento del conductor y sistema de sonido Hi-Line.
Por último, los motores con compresor se montan sólo con el acabado Supercharged, que, además de lo básico, lleva llantas de 20 pulgadas, faros adaptativos, tapicería en piel “Sports", frenos delanteros Brembo y, lo más importante, el sistema Dynamic Response, que introduce unas innovadoras barras estabilizadoras activas, capaces de modificar su grado de retención de la carrocería en función de las necesidades de cada momento.
Entre la infinidad de opciones disponibles, merece la pena destacar el sistema de sonido Premium, que lleva 13 altavoces y va firmado por Harman-Kardon. Su precio es de 1.545 euros. Otra opción atractiva son los monitores para ver DVDs en las plazas traseras, pero cuestan 3.530 euros... Además, en cada nivel se puede añadir parte de los elementos que son de serie en los escalones superiores, pero, claro, pagándolos aparte.
Una opción común a todos los acabados más altos es el Control de Crucero Adaptativo, que se estrena en el Range Rover Sport. Se trata de un control de velocidad que, a través de un radar, se relaciona con los coches que nos preceden. Así, sabe lo rápido que van y, si son más lentos, adapta nuestra velocidad a la suya. Si cambiamos de carril, se recupera la velocidad que llevábamos antes de llegar al vehículo más lento.
Una variante interesante de este Crucero Adaptativo es la posibilidad de graduar su tolerancia. Con un botón podemos decidir lo estricto que debe ser el control, de forma que autorice acercamientos más o menos grandes. También es capaz de discriminar qué tipo de objeto tenemos delante, para actuar de una forma u otra si lo que nos precede es un camión o una motocicleta.