Muere un niño atropellado en una carrera ilegal

El pasado domingo, en Sevilla, un niño falleció tras ser atropellado por un coche que competía en una carrera ilegal. Según denuncian, la Policía conocía la existencia de estas competiciones, pero no actuó. No es la única ciudad que las sufre: te contamos cómo y dónde corren.

Listados de radares
Listados de radares

El domingo, un atropello mortal, pero previamente –en lo que va de año- ya se habían producido más de una veintena de accidentes en el mismo sitio: la antigua pista de aterrizaje de Tablada (Sevilla), el último escenario elegido para realizar carreras ilegales de coches. Eran las cinco y cuarto de la tarde, cuando tres vehículos (un Mercedes SLK 200 y dos Seat Ibiza) se pusieron a competir por las pistas. Colisionaron entre ellos a gran velocidad; un coche salió disparado y atropelló a un niño de nueve años, que murió minutos después. El conductor del vehículo intentó huir y fue atrapado por varios testigos. Han detenido a dos jóvenes de 19 y 20 años y la Policía busca al tercer conductor implicado. En la pista de aceleración de Tablada (en la imagen, analizada por un agente de la Policía Científica) no sólo se reúnen para realizar carreras ilegales de coches. Allí se concentran aficionados al aeromodelismo que ya habían denunciado en reiteradas ocasiones estas competiciones. Según aseguran, habían mandado al Ayuntamiento cartas y habían realizado más de 100 llamadas alertando a la Policía. Sin embargo, éstos no actuaron, escudándose –afirman- en que se trataban de terrenos de propiedad privada. Sin embargo, el concejal sevillano de Gobernación, Francisco Fernández, asegura que no conocían los hechos: “En Sevilla hay 800 kilómetros de carreteras, decenas de polígonos industriales y muchos viarios casi en desuso, pero que no quepa duda de que vamos a actuar con contundencia", ha declarado. No es la primera vez que Sevilla sufre este tipo de carreras ilegales. La Policía ya abortó hace unos meses las que se realizaban en los alrededores del Parque del Alamillo y en el Estadio de La Cartuja. Sin embargo, no es fácil seguirles el rastro: quedan por móvil o en foros de Internet y van cambiando de escenario. Son las “quedadas para batallas de carrera". Se reúne gente de varias provincias, normalmente compiten con coches robados y llegan a grabar sus actuaciones en vídeos que luego difunden por Internet. Según los testigos del último atropello, “los chavales que participan suelen ir ‘pasados’ de todo: alcohol y pastillas". En esta ocasión, utilizaban una antigua pista de aterrizaje de unos dos kilómetros de longitud y casi 200 metros de ancho, pero no dudan en realizar sus competiciones incluso por ciudad. En agosto, un conductor kamikaze arrolló a un peatón en el barrio madrileño de San Cristóbal de los Ángeles: se trataba de otra carrera ilegal. La costas de Garraf, en los kilómetros previos a la entrada de Sitges (Barcelona), la carretera AS-247 de Gijón, la madrileña Usera... son algunos de los escenarios de este tipo de competiciones. Tampoco se ha logrado erradicar las carreras suicidas en la A-6 de Madrid; los kamikazes salen de discotecas y cogen la autopista en dirección contraria a no menos de 100 km/h y sólo siguen una regla de juego: “no retirarse del carril aunque venga alguien". Otra de las prácticas ilegales más realizadas es la “competición contrarreloj". Las apuestas no bajan de los 600 euros y las tandas suelen contar con seis o siete participantes. El artículo 142 del Código Penal castiga con penas de uno a cuatro años de cárcel a aquellos que, “por imprudencia grave, causaran la muerte del otro".

Además, tras la reforma del Código, se pena también la conducción “con temeridad manifiesta con penas de prisión de seis meses a dos años y con privación del derecho a conducir vehículos a motor y ciclomotores por un tiempo superior a uno y hasta seis años".

Sin embargo, en última instancia es el juez quien debe valorar la gravedad del caso. Además, aunque se les condene a uno o a dos años de cárcel, si no tienen antecedentes penales, se librarán de la prisión.