El interior está bien acabado y posee materiales que si no son de lujo, cumplen con creces por presencia y apariencia. A pesar de que el volante carece de regulación en profundidad, sí en altura, la postura al volante se obtiene sin demasiadas dificultades. Ésta es bastante cómoda, gracias a la posición de la palanca de cambios, que, situada a la altura de la consola central, es cómoda de utilizar. La guantera es bastante grande y cuenta con dos apartados: uno más estrecho para guardar la documentación y otros papeles, y otro más grande para el almacenaje de objetos de mayor tamaño. Por lo demás, como en cualquier otro monovolumen, los huecos para guardar móviles, llaves, carteras, etc, abundan por doquier. El motor que animará al Grandis en nuestro país es un 2.0 Di-D de 136 CV, que esconde bajo esta denominación el ya conocido 2.0 TDI de origen Volkswagen y que ya está presente en varios modelos de la marca alemana como el Golf o el Touran. Mitsubishi ha optado por un propulsor de origen VW frente a uno de Mercedes, la marca que, junto a Renault, surtía ultimamente de mecánicas de gasóleo al fabricante nipón, por las dificultades que vive su relación (DaimlerChrysler no ha querido invertir en la ampliación de capital de Mitsubishi) y porque, según la automovilística japonesa, el TDI de Volkswagen les resulta más barato.En carretera, el motor nos ha parecido algo justo, un defecto que es más patente aún por los desarrollos elegidos, que son demasiado largos, sobre todo en las marchas cortas, lo que dificulta sus prestaciones en el ámbito urbano, pero le permite viajar a un escaso nivel de revoluciones. A la hora del consumo, sin embargo, los beneficios son grandes, contando incluso con una sexta especialmente enfocada para el ahorro de combustible. Este, de manera oficial, se sitúa en los 6,6 litros en el ciclo combinado, una cifra muy baja que asegura una gran autonomía. Hemos podido conducir poco el Grandis, pero las percepciones han sido bastante buenas en cuanto a comportamiento se refiere. Las suspensiones de la unidad que condujimos estaban más enfocadas al confort, por su no excesiva firmeza, aunque esto no causaba problemas de confianza en los apoyos decididos. En éstos, la carrocería oscilaba, aunque a niveles inferiores a los que nos tienen acostumbrados rivales del mismo segmento. Finalmente, el hecho de ser un tracción delantera le hace ser bastante subvirador, aunque no observamos que fuera una tendencia muy acusada.Para compensar este carácter, incorpora, según versiones, control de tracción y estabilidad, ambos imposibles de desconectar por parte del conductor, lo que supone un plus de seguridad. Preguntados los responsables de Mitsubishi sobre la posibilidad de equipar el Grandis con tracción total, nos contestaron que lo habían estudiado, pero habían concluido que el mercado no lo demandaba. El Grandis llegará a España en septiembre, aunque ya se admiten pedidos con el regalo de un sistema de DVD para las plazas traseras valorado en 1.500 euros. La gama estará compuesta por un único motor, el ya citado 2.0 Di-D de 136 CV y cinco acabados: Inform, Invite, Intense, Intense Plus e Instyle, con unos precios entre 27.000 euros, para la versión Inform –la de acceso a la gama- hasta 35.000 euros de la Instyle.
Desde el nivel de equipamiento más básico incluye climatizador con filtro antipolen, airbags delanteros, laterales y de cortina, ABS, sistema de asistencia a la frenada, cierre centralizado con mando a distancia, ordenador de a bordo, faros antiniebla delanteros, llantas de aleación de 16 pulgadas y neumáticos 205/60. Luego, en acabados superiores se van añadiendo elementos como los cristales traseros tintados, el control de crucero, el equipo de sonido con lector de CD y MP3, el control de tracción, el control de estabilidad, el sistema de aparcamiento activo, el aire acondicionado/climatizador para las plazas traseras, los faros de xenon y la tapicería de cuero, entre otros. La única opción es la pintura metalizada, a un coste de entre 250 y 350 euros.