Los coches amarillos terminarán esta temporada y luego se irán del Mundial con más pena que gloria. A buen seguro que alguna silla se moverá en la casa de Martorell, ya que el proyecto deportivo para el WRC se puede calificar de fracaso.
Ahora han viajado a Chipre para tratar de salvar algo del naufragio y llevarse alguna alegría a la boca. Hace 21 años que la marca española no compite en esta isla y, según sus responsables, los recuerdos que guardan hablan de la extrema dureza de esta prueba. De momento han empezado renqueantes y Auriol es décimo, mientras que Gardemeister marcha duodécimo con coches del Grupo N por delante de él.
El Rally de Chipre tiene efectivamente fama de duro y, a estas alturas, es un auténtico desconocido para casi todos los pilotos del Mundial. En principio no estaba en el calendario, pero la retirada del Rally de China por los desmanes organizativos de hace un año han hecho que deje su sitio al de Chipre. Así, es la primera vez que esta prueba puntúa para el Mundial.
Además, es con mucho la carrera más corta de la reciente historia del campeonato. Sólo tiene 350 kilómetros contra el reloj. Eso sí, extremadamente duros. Sus pistas de montaña se encuentran en un estado lamentable: llenas de piedras y grietas, con lo que las condiciones serán similares a las del Acrópolis.
Por si fuera poco, es un rally lento y lleno de curvas. La velocidad media no suele pasar de 60 kilómetros por hora.
Obligados a correr mucho tiempo en primera y segunda, los motores sufrirán mucho, al igual que las transmisiones. Pero los componentes más expuestos en un rally como este son las suspensiones y las ruedas. No será extraño ver pinchazos y llantas al aire.
Carlos Sainz ha empezado mandando en tres de los cuatro primeros tramos disputados en la mañana de hoy viernes. El español se enfrenta a una prueba que le resulta también nueva, pero que se adapta muy bien al Focus y a sus condiciones. Sabe que el desconocimiento le favorece, porque los equipos no tienen notas de los tramos y sólo tendrán dos pasadas para tomarlas. Ahí, la maestría de Luis Moya, el eterno copiloto de Sainz, será determinante para la suerte del equipo.
Después, la sofisticada suspensión de los Focus parece la más apropiada para la dureza de los caminos chipriotas. Como demostraron en Grecia, donde hicieron primero y segundo, McRae y Sainz llevan coches pensados para volar sobre las piedras sin inmutarse. En los primeros tramos del rally, el escocés defiende la segunda plaza, lo que deja claro el potencial de Ford. Esperemos que esta vez no obliguen a
Sainz a parar para que pase su compañero, como sucedió en Grecia.
Claro que Marcus Gronholm, el insospechado líder, no se lo va a poner fácil. Viene de ganar en Nueva Zelanda y Finlandia y, aunque ha empezado titubeante en quinta posición, parece dispuesto a pelear duro. El Peugeot también se adapta bien a este terreno. Igual que el Subaru de Burns, que marcha tercero en el despertar de la prueba.
Con estos condicionantes y bajo un sol de justicia, la carrera recorrerá Chipre, una tierra que vive bajo la mirada de los cascos azules de la ONU interpuestos entre turcos y greco-chipriotas. Ambas naciones se disputan la soberanía de la isla.
Los equipos del WRC llegan a Chipre con vocación exploradora
La noticia del abandono de la competición por parte de Seat ha sentado relativamente mal a los aficionados españoles. El equipo había generado grandes expectativas que se han ido desinflando a lo largo de la temporada por la ausencia de triunfos. En Chipre tratarán de dejar un buen sabor de boca, pese a lo desconocida que es esta carrera para todos los pilotos.
