Un estudio elaborado por cinco centros sanitarios catalanes y coordinado por el Hospital Clínic y el Instituto Municipal de la Salud de Barcelona evalúa la supervivencia tras un accidente de tráfico grave. La encuesta, realizada a 508 pacientes en el momento de obtener el alta médica y repetida seis meses después, intenta determinar la repercusión que el siniestro ha tenido en la vida laboral y familiar de las víctimas.
Los datos no son alentadores: el 68 por ciento de los entrevistados asegura que, medio año después de abandonar el hospital, su vida profesional había quedado afectada. Así, el 34 por ciento de los afectados continuaban de baja, el 8 por ciento se habían visto obligados a cambiar de trabajo, el 6 por ciento había perdido el empleo y estaba en paro, mientras que el 3 por ciento padecía incapacidad completa.
Existe un hecho que contribuye a estos resultados: la mayoría de los heridos tienen edades comprendidas entre los 18 y los 35 años y, en el estudio, se han dado varios casos de jóvenes con trabajos temporales que, al terminar su contrato, aún no habían recibido el alta médica, por lo que no obtuvieron una renovación.
Vida familiar
Aunque una de cada tres víctimas (el 32 por ciento de los encuestados) se había reincorporado a su actividad profesional sin problemas y había conseguido normalizar su vida, el 8 por ciento de los afectados ha declarado que el accidente ha desencadenado un proceso de derrumbamiento en la estructura familiar.
Según el doctor Salvi Prat , uno de los autores del estudio, "una parte de ellos se separa, ya que el siniestro supone cambios en la personalidad del paciente y la repercusión en el ámbito familiar es muy intensa. Es posible que, si repetimos el informe un año o 18 meses después del accidente, el porcentaje de afectados aumente aún más", asegura.
De los 508 encuestados, 402 habían sido víctimas de una colisión, mientras que 106 habían sufrido un atropello. Las lesiones más frecuentes se localizaron en las extremidades y la cabeza. El informe muestra que un 10 por ciento de los heridos en choques y un 20 por ciento de los atropellados mueren por las secuelas del incidente. Estos datos son similares a los registrados en centros de Estados Unidos y revelan, según Prat, que "el nivel de los hospitales catalanes en el tratamiento de personas accidentadas es bueno".
Sin embargo, el estudio también señala algunas carencias, como la falta de un registro único de los pacientes heridos en siniestros de circulación, basado en información facilitada de primera mano por los centros sanitarios. El uso de esta base de datos permitiría introducir cambios en la asistencia a las víctimas con traumatismos graves, mejorando la calidad del tratamiento. "Prevenir los accidentes de tráfico es importante, pero prevenir las repercusiones de los mismos también lo es", ha recordado el doctor Prat.