La industria automovilística agita Brasil

En una misma semana, Volkswagen y GM han anunciado despidos en Brasil. Los sindicatos metalúrgicos ya han avisado de los peligros que supone para un país donde más de un millón de personas vive de la automoción y han recordado al presidente del país, el carismático Lula da Silva, su pasado sindical.

La industria automovilística agita Brasil
La industria automovilística agita Brasil

No hubo reuniones previas, no se acordó ninguna medida. Simplemente la dirección de la fábrica paró su producción, citó a los trabajadores en el patio y allí les comunicó que 500 empleados debían abandonar sus puestos. Ésta es la descripción que aportan desde el Sindicato de Metalúrgicos de la ciudad de Sao José dos Campos. El fabricante con “tan malos modos" es –según estas mismas fuentes- nada menos que GM, el principal constructor de automóviles de todo el mundo. Sin embargo, desde GM, se dan otras explicaciones. Según ha comentado el sindicato, el fabricante asegura que 600 de sus 8.500 obreros están “ociosos". Los analistas aseguran que hay más motivos: un debilitado mercado interno, unos bajos niveles de producción y, sobre todo, dificultades para conseguir dinero en un país donde los coches, principalmente, se financian. GM es la tercera marca por ventas en Brasil. A la cabeza está Volkswagen, pero las plantas de esta multinacional tampoco van mucho mejor: acaba de anunciar que prescindirá de 4.000 personas de su plantilla en el país. Los sindicatos han acusado al presidente del Gobierno brasileño, Luz Inácio Lula da Silva, de ser un mero “observador" en la crisis que parece atravesar el país. La actitud pasiva de Lula enfurece aún más, según comentan, por el pasado del presidente: fue un miembro muy activo de los sindicatos metalúrgicos.