La gasolina se nos va de las manos

En Madrid, hay gasolineras que tienen varios precios en sus carteles: las tarifas cambian tan deprisa que no les da tiempo a modificar todos los indicadores. ¿Por qué sucede esto? ¿Por qué pagamos la gasolina más cara de la historia? ¿Qué factores están detrás de esta crisis energética? Buscamos explicaciones para una situación que amenaza con quebrar nuestro crecimiento económico y, lo que es peor, la moral de los consumidores.

La gasolina se nos va de las manos
La gasolina se nos va de las manos

Una tensión provocada
Ante la cuestión de qué sucede en el mercado petrolífero mundial, hay que tener claro un punto de partida: circula suficiente petróleo para abastecer la demanda mundial, por mucho que esta crezca a buen paso.Según datos de la Agencia Internacional de la Energía, en 2004 el mundo consumirá una media de 82,16 millones de barriles de oro negro al día, una demanda que, en 2005, alcanzará los 83,23 millones diarios. Para hacer frente a este ritmo de consumo, la Opep ya produce 30 millones de bidones cada día, a los que hay que sumar los más de 56 millones que, para diciembre, estarán bombeando los países no incluidos en el cártel petrolero, entre los que destacan Rusia, Estados Unidos, Noruega, México y Brasil. Es decir, sobrará petróleo. Entonces, ¿qué sucede? ¿Por qué suben tanto los precios del barril?

Para dar respuesta a esta pregunta hay que adentrarse en la naturaleza propia del mercado capitalista, que tiene una de sus derivaciones más violentas en los llamados mercados de futuros, que son bolsas de intercambio organizadas sobre la más pura especulación. Cuando lo que se negocian son acciones o títulos de deuda, las economías no sufren mucho los vaivenes. En cambio, si lo que se intercambia son materias primas, los ministerios de Economía viven pendientes del capricho de los llamados “dealers", los intermediarios. Y, claro, como todo mercado de futuros, el del petróleo es terriblemente sensible a cualquier influencia externa, a todo cambio político, estratégico y social y, sobre todo, a los rumores. Un rumor mal propalado desbarata en unas horas la más sólida previsión científica. Es una especie de juego en el que se mueven cada día cientos de miles de millones de euros y que está, sencillamente, al albur de las noticias.La principal fuente de rumores, malas noticias y temores es, desde hace año y medio, Irak. Toda la zona de Oriente Medio es inestable desde la Guerra del Golfo de 1990, y, desde la crisis de 1973, no ha sido nunca tranquila del todo. Sin embargo, en este último año y medio, la invasión de Irak por parte de Estados Unidos y sus aliados ha puesto al rojo vivo la complicadísima situación local.

En marzo de 2003, Estados Unidos lideró una coalición que invadió Irak. Decían que iban a desarmar los arsenales de Sadam, pero las armas de destrucción masiva nunca aparecieron. En cambio, ahora el petróleo iraquí está bajo control americano. Recuerda cómo sucedió todo en este reportaje.
El petróleo que engrasa los cañones.
Como las zonas de Oriente Medio y el Golfo Pérsico conservan bajo sus arenas la mayoría de las reservas de crudo del mundo, nada de lo que suceda en la región es baladí. Sin embargo, los analistas y la Opep se ponen de acuerdo en una cosa: por muy mal que esté la situación, el suministro petrolífero que sale de allí actualmente es mayor que nunca. Por poner un ejemplo, Arabia Saudí está bombeando casi al máximo de su capacidad, algo que no había hecho antes.Es cierto que los oleoductos iraquíes sufren constantes ataques y sabotajes, pero los cortes que se producen son insignificantes en la oferta mundial del barriles, porque Irak trabaja a un ritmo muy bajo, lejísimos de sus enormes posibilidades.
También es verdad que las instalaciones saudíes han sido amenazadas por el terrorismo, pero, vigiladas por las fuerzas armadas, es impensable que dejen de bombear hacia los pantalanes de carga. Por último, está el perenne foco de inestabilidad que es Palestina. Constantemente, los líderes árabes más radicales llaman a utiliza el petróleo como arma en este conflicto, obligando a Occidente a actuar contra Israel bajo la extorsión de no enviar más petroleros. Lo cierto es que, cuando esto sucede, los gobiernos árabes miran para otro lado y mandan a sus diplomáticos en Europa y Estados Unidos a decir que no piensan hacer nada semejante. Es más, desde 1973, el petróleo no ha vuelto a ser un arma. No es de extrañar, porque la mayor parte de las naciones petroleras árabes vive casi en exclusiva de estas jugosas ventas. Su futuro depende tanto de estos envíos que no se plantean, ni de lejos, su paralización.Según un informe que ha elaborado el Partido Socialista, la guerra de Irak, que todavía colea, es la causante de que el barril tenga estos precios. Aseguran los socialistas que, sin la guerra, el petróleo costaría casi la mitad de lo que cuesta ahora. Para el Psoe, el conflicto ha causado “una desestabilización de la economía mundial, al sumir en el caos a un importante productor de petróleo".
En el Partido Popular, que siempre defendió la necesidad de la guerra, han tachado el informe de “broma de verano". En estas últimas semanas se ha puesto como excusa para justificar la crisis energética la mala situación que vive la petrolera rusa Yukos. Este gigante petrolero tiene sus cuentas bloqueadas por las autoridades rusas, que investigan ilegalidades en los procedimientos de la empresa.En este caso, la situación sí es preocupante, pues Yukos gestiona aproximadamente el dos por ciento del petróleo mundial. Pero, además, es el gran baluarte de Rusia en el mercado energético.
Con unas reservas de petróleo quizá comparables a las de la Opep, Rusia lleva varios años acometiendo un esfuerzo enorme por situarse como primer productor fuera del cártel. De hecho, es el único con suficiente capacidad de exploración y producción como para hacer frente a la implacable competencia de la Opep. Sólo tienen un problema: la baja calidad de sus crudos los obliga a invertir más dinero para poder producir. Este “detalle" hace que sea más rentable explotar los pozos de Oriente Medio, con lo que las grandes multinacionales no van a Siberia a perforar, trabajo que se queda para las empresas locales, como Yukos. Con sus cuentas bloquedas, la petrolera no puede pagar los embarques y, si todo sigue así, tendrá que detener sus bombas. Pero que nadie tema nada: Arabia Saudí ya ha dicho que está dispuesta a cubrir el hueco que dejen los rusos. China se ha convertido este año en el segundo consumidor de petróleo del mundo, sólo superada por Estados Unidos. Con tasas de crecimiento que rondan el 10 por ciento, el coloso asiático prevé aumentar su demanda un 7,8 por ciento en 2005, según datos de la AIE. Con semejante capacidad de consumo, China es una formidable distorsión para el mercado más tradicional. Absorbe una cantidad enorme de crudo y, por tanto, hace que los precios suban. Es la pura ley de la oferta y la demanda. Hasta aquí, nada raro. El problema se planta a largo plazo: China está en estos niveles con sólo un tercio de su población consumiendo según parámetros occidentales. ¿Qué pasará cuando los 1.100 millones de chinos reclamen todo el combustible que necesitan? Sin duda, China será pronto el primer consumidor mundial y, por tanto, será en Pekín y no Nueva York donde se negocien los grandes contratos.De todas formas, hoy por hoy, a pesar de haber crecido mucho, el consumo chino es perfectamente asumible. No debería suponer un factor determinante en los precios internacionales.El mapa mundial del petróleo está salpicado de pequeños, pero importantes, conflictos. Están, por ejemplo, en Nigeria, el mayor productor de África, donde una larga serie de huelgas y protestas laborales mantiene la industria petrolera a medio rendimiento.Venezuela, la gran reserva americana, es otro ejemplo. Allí, con el gobierno de Hugo Chávez sometiéndose a un referéndum, la inestabilidad política se había adueñado del país. Además, también se han producido huelgas y todo tipo de algaradas en los últimos meses. Sin embargo, la aplastante victoria de Chávez en el plebiscito del domingo parece tranquilizar los ánimos y espantar los miedos.
Ademásm Chávez, a pesar de su enfrentamiento visceral con el capitalismo estadounidense, vende la mayor parte de la producción a los norteamericanos. Sabe que su presupuesto público depende en gran medida de estas ventas, con lo que las defiende y garantiza a toda costa. Nunca, ni en el más radical de sus discursos, ha puesto en solfa este suministro. Es decir, no hay peligro real de que Venezuela corte sus envíos. A pesar de que no son tan graves como nos dicen, todos los problemas anteriores influyen de un modo u otro en los precios. Así que habrá que convenir que se les puede achacar una determinada “culpa" en el precio. Sería lo que los expertos denominan “prima del miedo". Aunque no hay mucho consenso, esta prima vendría a costar entre 5 y 10 dólares por barril, según los analistas del Wall Street Journal
. Teniendo en cuenta que el nivel medio óptimo de la Opep está en 25 dólares, se podría entender que el miedo al desabastecimiento provocase una subida hasta los 32-35 dólares por barril. ¿Cómo se explica el tirón que va desde ahí hasta los 40 dólares? Si esto se traslada al crudo americano, que tiene su nivel óptimo sobre los 30 dólares, ¿cómo es posible que la prima del miedo suponga una subida de más de 15 dólares?Para explicar estas desviaciones de la lógica hay que hablar inevitablemente de la especulación. En un mercado como el del petróleo, organizado sobre futuros y opciones sobre futuros, el intercambio comercial se transforma en un juego de apuestas.
En los grandes corros donde se negocia con barriles hay varios tipos de operadores. Por un lado, están los compradores de las petroleras, que compran y venden en función de las necesidades de sus compañías.
Por otro, están los “traders" que se dedican a especular. Compran cuando el crudo es barato y lo mantienen fuera de circulación. Cuanto más materia prima acaparan, más fuerzan el alza de los precios. Después, venden para lograr grandes beneficios. Generalmente, esas ventas pasan a manos de otros especuladores que reproducen la operación, pero a precios todavía mayores. Así, los expertos siempre hablan de superpetroleros que van de un mar a otro sin descargar nunca. En un viaje de Arabia Saudí a Estados Unidos, las bodegas de uno de esos barcos pueden cambiar varias veces de dueño.

Y, por último, con unos precios tan altos, el petróleo se está convirtiendo en una especie de valor refugio de emergencia. Los fondos de inversión que trabajan con riesgo, y otros muchos inversores que gustan de jugar fuerte, están llevando su dinero a los mercados petrolíferos. Con una subida diaria del dos por ciento, pueden hacer un negocio impresionante en unas horas. Antes o después llegará la calma. Tras ella, un largo periodo de aterrizaje para volver a los precios considerados “normales". Para cuando eso suceda, los intermediarios y los especuladores habrán hecho un agosto redondo.

En este apartado no conviene descuidar a las petroleras, que siempre ponen cara de no poder hacer nada para evitar estas situaciones y se presentan como víctimas de la geoestrategia de los países productores. Pero, mientras tanto, las compañías internacionales ganan el doble con su actividad de extracción, pues venden su petróleo carísimo. Y, claro, ganan mucho más con el encarecimiento de los carburantes en las estaciones de servicio.