El director de la DGT, Pere Navarro, ya lo ha explicado en el Congreso. En la A-1, en un espacio de 12,11 kilómetros de entrada a Madrid, funciona desde hace cuatro meses un nuevo sistema de control de velocidad: un “medidor de tramos". En un pórtico, se han situado cámaras fotográficas que graban las matrículas de los coches. Además, sirven para poner en marcha una especie de cronómetro. En un segundo pórtico (12,11 kilómetros después), otras cámaras vuelven a fotografiar la matrícula y detienen el reloj. El resultado: saben cuánto ha tardado el automovilista en recorrer ese tramo. Después, tan sólo hay que echar cuentas y calcular a qué velocidad ha circulado. Si la media supera el límite permitido, saben que el conductor ha infringido las normas en algún punto. Da igual en cuál. Sin embargo, la actual legislación deja bien claro que hay que indicar el punto kilométrico en el que un conductor ha rebasado el límite de velocidad para poder sancionarle. Para el presidente de Automovilistas Europeos Asociados (AEA), Mario Arnaldo, “es un absurdo y no será viable". Si cambian así las leyes, traerán una considerable inseguridad jurídica, nos explica. No sólo se enfrentan a problemas legales. Los sistemas de medición por tramos no se pueden instalar en cualquier parte. Según explica a “El Periódico" Jesús Díez de Ulzurrun, subdirector general de gestión de Tráfico y defensor del sistema, la distancia no puede ser superior a 12 kilómetros. Además, no debe haber entradas o salidas, pendientes o curvas pronunciadas, ni cambios en los límites de velocidad, porque se desvirtuaría el sistema. Eso sí, los expertos de la DGT apuntan que el sistema es mucho más barato que los tradicionales radares: 25.000 euros por tramo frente a los 100.000 euros que cuesta la instalación de un radar. De hecho, el coste de los radares es un tema que preocupa a Tráfico. Pere Navarro ha declarado en varias ocasiones su intención de aumentar su número. De agosto a final de año, se instalarán 127 en autopistas y autovías. Para 2007, quieren que estén en marcha 500 radares. Por eso, han pensado un pequeño truco: no todos funcionarán. “De cada tres preinstalaciones, sólo pondremos un radar y lo iremos cambiando de lugar", explicó hace unos días el propio Pere Navarro.
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