No se recuerda un final tan extraño en el París-Dakar. Hace dos días, parecía que Hirosi Masuoka ganaría sin problemas. Ayer, tras romper su coche, el triunfo estaba en franquía para Schlesser. Sin embargo, durante la pasada madrugada, la reclamación presentada por Masuoka contra Schlesser y Serviá logró prosperar y, sorpresa, nueva líder.
El japonés denunció la maniobra irregular de los buggies azules en la salida de la especial de ayer. Schlesser y Serviá salieron antes que el japonés, pese a ser éste quien debía partir primero. Después se sucedió un cúmulo de despropósitos con atropellos, piques, agresiones y el Mitsubishi del todavía líder embarrancado en un agujero con la suspensión trasera destrozada.
El liderato de Schlesser, siempre bajo sospecha, fue efímero. Acabó esta madrugada, cuando los jueces de la carrera decidieron aplicar una hora de penalización al francés y a su compañero catalán.
Resultado: Masuoka no se salía del todo con la suya, pues no podía recuperar el liderato, pero éste pasaba a manos de su compañera de equipo,
Un tanto sorprendida, la alemana acaba con un tiempo de 70 h, 42' 06", dos minutos y 39 segundos menos que su compañero Masuoka. Schlesser termina tercero a una hora y cuarto, mientras que Serviá ha caído hasta el cuarto puesto a dos horas y cuarto de la ganadora.
La última etapa ha sido para un desesperado Schlesser, que ha sido el hombre con más triunfos en este Dakar, ocho etapas. El francés ha entrado a meta hermanado con Serviá y ambos comparten el triunfo en la especial que cerraba este Dakar, a orillas del Lago Rosa. La ganadora ha entrado quinta y Masuoka no ha intentado ni siquiera atacar, porque, aunque sólo estaba a un par de minutos de su compañera, la etapa era demasiado corta: 25 kilómetros.
De no ser por la penalización de una hora que sufrió mediada la prueba, Schlesser habría ganado con holgura el rally y no habría necesitado de las artimañas de ayer. Pero le pudo la codicia y vulneró el reglamento de una forma que los jueces han considerado alevosa y premeditada, por lo que no tuvo más remedio que perder todo lo ganado.
Arcarons, segundo en motos
En la categoría de motos, lejos de la polémica de los coches, la victoria final ha sido para el italiano Meoni, de KTM.
Totaliza 70 horas, un minuto y ocho segundos. Con 25 minutos más ha terminado Jordi Arcarons, la gran esperanza española en esta categoría tras el desgraciado abandono de Joan Roma.
Arcarons logra su cuarto segundo puesto absoluto en un París-Dakar, tras 14 participaciones, pero acaba con un sabor agridulce. El equipo KTM, en el que también milita, le ha impedido atacar a su compañero Meoni, el líder. Así, conteniendo sus impulsos, ha llegado a Dakar a la espera de la revancha en la próxima edición.
Tercero ha sido el chileno De Gavardo, también de KTM. El recital de esta marca lo ha culminado el catalán Isidre Esteve, que ha sido cuarto a poco más de una hora del ganador. El joven piloto español ha logrado una auténtica gesta terminando tan bien en la general. Además, se ha impuesto en la clasificación de motos de producción, menos potentes que las tres de cabeza.
La división de camiones ha concluido con el triunfo total del equipo checo compuesto por Loprais, Kalina y Hamerla, que conducen un Tatra y se han impuesto en ocho etapas.
Hay que destacar el éxito del equipo español compuesto por Jordi Juventeney, Marco Ferrán y José Luis Criado. A los mandos de un Mercedes 6x6, han logrado el sexto puesto absoluto y se han llevado el triunfo en la categoría de camiones 6x6. Ha sido la mejor actuación de un camión español en la historia de la carrera.
Una carrera que empezó en París con las primeras luces del año y acaba en su destino más habitual y legendario, Dakar. Ha superado todos los problemas del desierto, incluidas las amenazas militares del Frente Polisario en el Sahara. Sin embargo, acaba con las manchas del comportamiento antideportivo que ha volteado la clasificación en coches.