Joven y elegante
Lo primero que llama la atención al ver el C-Max es la identificación de la imagen del Focus, la “herencia genética", dicen en Ford. El nuevo coche se parece bastante a su predecesor, sobre todo viéndolo de frente. El morro mantiene la parrilla y los faros casi iguales a los del último Focus. Después, el capó es corto y muy tenso, y la línea arranca rápido hacia arriba para marcar una comba por el techo y cerrarse en la zaga en una trasera estrechada para ganar penetración aerodinámica (Cx de 0,31, el “mejor del segmento").
Al verlo de lado, se nos aparece de nuevo el Focus, pero aquí con mucha más altura. En realidad, hay que fijarse un poco para ver lo alto que es el coche, porque un hábil rebaje del borde disimula el final de los laterales y el inicio del techo, con lo que el vehículo parece más bajo de lo que luego resulta. Esta apariencia achaparrada le da un toque deportivo que, según confesó Daniel Paulin, el diseñador sueco que lo dibujó, era el objetivo buscado.Por detrás, el C-Max tiene más novedades. El portón domina la zaga con sus formas cuadradas. Va flanqueado por dos torres de luces casi rectangulares y recuerda vagamente a las líneas del Focus normal.Puertas adentro, más de lo mismo. Sorprende desde el principio lo espacioso que aparenta ser el coche. Con una plataforma sólo 25 milímetros más larga y 40 milímetros más ancha, el C-Max presenta un habitáculo de proporciones muy bien trabajadas y, por ende, de aspecto amplio y despejado. A la sensación de amplitud contribuye decisivamente la gran bandeja que va sobre el salpicadero, con más de 60 centímetros de fondo. Tan grande es que aloja sin problemas dos guanteras más que generosas.Desde el puesto de conducción, muy cómodo, se tiene una visión del resto del habitáculo muy condicionada por la perspectiva. Las líneas de salpicadero y puertas se han pensado para alargar la mirada y dar una sensación de espacio abierto que hace todavía más grande un interior que, metro en mano, es poco mayor que el del Focus actual y menor que los de Scénic, Touran o Zafira.Para compensar, las plazas traseras disfrutan de muchísimo sitio, sobre todo si los asientos van colocados en su posición más adelantada. Las tres banquetas son independientes y corren sobre sendos huecos (convertibles en cajones) que las mueven en diagonal, con lo que, al echarse para atrás, dejan más espacio libre para las piernas. Además, la central puede plegarse y ocultarse en el maletero, con lo que las otras dos se juntan en el centro y el coche se transforma en un 2 2 con tanto hueco para las rodillas como la más cómoda de las berlinas medias.
Claro, a cambio de irse hacia atrás, los asientos se comen parte del interesante maletero. De formas muy regularse y con una boca de carga enorme y a baja altura, este maletero es uno de los puntos fuertes del coche. Habrá que esperar a que nuestro Centro Técnico lo mida con los asientos en sus posiciones más retrasadas, pero, aun así, Ford explica que se dispone de 360 litros de capacidad. Son casi 500 con las butacas adelantadas y unos 1.500 sin asientos.
La versatilidad interior es otro argumento de venta y de compra que se ha tenido muy en cuenta en este coche. Por eso, los asientos se pliegan, se desmontan, se convierten en mesas… Todo muy a la moda, con mesitas como las de los aviones y huecos por todas partes para dejar más cosas de las que uno puede llevar encima.
Pero lo más llamativo del interior es el estilizado rediseño del salpicadero. Se dejan atrás los arriesgados escorzos del Focus y se opta por una consola más formal, con un cierto regusto alemán. Destaca el bloque central, donde se integran el equipo de sonido y el climatizador. Los botones son grandes, cómodos, de buen tacto. Lo mismo que el resto de los mandos, excepto la palanca de cambios –ahora en el salpicadero-, que peca de movimientos algo lentos y largos, aunque precisos.
Una variante del interior se podrá encontrar con los acabados Ghia, los más altos de la gama. En ellos se ofrecerá la posibilidad de montar freno de mano automático. En ese caso, el hueco de la palanca va ocupado por una guantera elevada que hace de reposabrazos y que, amén de ser muy grande, puede ser refrigerada.
En el debe del habitáculo quedan algunos plásticos del revestimiento, que no están a la altura del resto de materiales y restan calidad general. Tampoco la visibilidad en curva es idónea, pues los montantes delanteros son demasiado anchos.
En principio, el C-Max se pondrá a la venta en dos niveles de acabado, Trend y Ghia. Más adelante, cuando la gama esté completa, se añadirá el nivel básico, el Ambiente.
Mientras llega ese momento, el Trend (combinado con los motores 1.6 TDCi y 1.6i) ofrecerá, entre otras cosas menores, aire acondicionado, faros antiniebla, radio con seis altavoces, volante de cuero, ordenador de viaje, manetas en el color de la carrocería, llantas de acero de 16 pulgadas y neumáticos 205/55.
El escalón superior, el Ghia, acompañará, por ahora, al motor 2.0 TDCi de 136 CV. Los coches que monten este acabado contarán además con climatizador dual, freno de estacionamiento eléctrico, pomo del cambio en cuero, parrilla delantera cromada, reglajes eléctricos en el asiento del conductor, llantas de aleación de 16 pulgadas, neumáticos 205/55, sensor de lluvia en el limpiaparabrisas y encendido automático de faros.
El apartado de seguridad incluye seis airbags, ABS, repartidor electrónico de frenada y apoyo a la frenada de emergencia. Como opción quedará el control de estabilidad.
También van en el apartado de opciones algunos elementos como las llantas de 17 y 18 pulgadas, la tapicería de cuero, el techo panorámico, el lector de DVD con pantalla plegable y el navegador por satélite.
Joven y elegante
Lo primero que llama la atención al ver el C-Max es la identificación de la imagen del Focus, la “herencia genética", dicen en Ford. El nuevo coche se parece bastante a su predecesor, sobre todo viéndolo de frente. El morro mantiene la parrilla y los faros casi iguales a los del último Focus. Después, el capó es corto y muy tenso, y la línea arranca rápido hacia arriba para marcar una comba por el techo y cerrarse en la zaga en una trasera estrechada para ganar penetración aerodinámica (Cx de 0,31, el “mejor del segmento").
Al verlo de lado, se nos aparece de nuevo el Focus, pero aquí con mucha más altura. En realidad, hay que fijarse un poco para ver lo alto que es el coche, porque un hábil rebaje del borde disimula el final de los laterales y el inicio del techo, con lo que el vehículo parece más bajo de lo que luego resulta. Esta apariencia achaparrada le da un toque deportivo que, según confesó Daniel Paulin, el diseñador sueco que lo dibujó, era el objetivo buscado.Por detrás, el C-Max tiene más novedades. El portón domina la zaga con sus formas cuadradas. Va flanqueado por dos torres de luces casi rectangulares y recuerda vagamente a las líneas del Focus normal.Puertas adentro, más de lo mismo. Sorprende desde el principio lo espacioso que aparenta ser el coche. Con una plataforma sólo 25 milímetros más larga y 40 milímetros más ancha, el C-Max presenta un habitáculo de proporciones muy bien trabajadas y, por ende, de aspecto amplio y despejado. A la sensación de amplitud contribuye decisivamente la gran bandeja que va sobre el salpicadero, con más de 60 centímetros de fondo. Tan grande es que aloja sin problemas dos guanteras más que generosas.Desde el puesto de conducción, muy cómodo, se tiene una visión del resto del habitáculo muy condicionada por la perspectiva. Las líneas de salpicadero y puertas se han pensado para alargar la mirada y dar una sensación de espacio abierto que hace todavía más grande un interior que, metro en mano, es poco mayor que el del Focus actual y menor que los de Scénic, Touran o Zafira.Para compensar, las plazas traseras disfrutan de muchísimo sitio, sobre todo si los asientos van colocados en su posición más adelantada. Las tres banquetas son independientes y corren sobre sendos huecos (convertibles en cajones) que las mueven en diagonal, con lo que, al echarse para atrás, dejan más espacio libre para las piernas. Además, la central puede plegarse y ocultarse en el maletero, con lo que las otras dos se juntan en el centro y el coche se transforma en un 2 2 con tanto hueco para las rodillas como la más cómoda de las berlinas medias.
Claro, a cambio de irse hacia atrás, los asientos se comen parte del interesante maletero. De formas muy regularse y con una boca de carga enorme y a baja altura, este maletero es uno de los puntos fuertes del coche. Habrá que esperar a que nuestro Centro Técnico lo mida con los asientos en sus posiciones más retrasadas, pero, aun así, Ford explica que se dispone de 360 litros de capacidad. Son casi 500 con las butacas adelantadas y unos 1.500 sin asientos.
La versatilidad interior es otro argumento de venta y de compra que se ha tenido muy en cuenta en este coche. Por eso, los asientos se pliegan, se desmontan, se convierten en mesas… Todo muy a la moda, con mesitas como las de los aviones y huecos por todas partes para dejar más cosas de las que uno puede llevar encima.
Pero lo más llamativo del interior es el estilizado rediseño del salpicadero. Se dejan atrás los arriesgados escorzos del Focus y se opta por una consola más formal, con un cierto regusto alemán. Destaca el bloque central, donde se integran el equipo de sonido y el climatizador. Los botones son grandes, cómodos, de buen tacto. Lo mismo que el resto de los mandos, excepto la palanca de cambios –ahora en el salpicadero-, que peca de movimientos algo lentos y largos, aunque precisos.
Una variante del interior se podrá encontrar con los acabados Ghia, los más altos de la gama. En ellos se ofrecerá la posibilidad de montar freno de mano automático. En ese caso, el hueco de la palanca va ocupado por una guantera elevada que hace de reposabrazos y que, amén de ser muy grande, puede ser refrigerada.
En el debe del habitáculo quedan algunos plásticos del revestimiento, que no están a la altura del resto de materiales y restan calidad general. Tampoco la visibilidad en curva es idónea, pues los montantes delanteros son demasiado anchos.
En principio, el C-Max se pondrá a la venta en dos niveles de acabado, Trend y Ghia. Más adelante, cuando la gama esté completa, se añadirá el nivel básico, el Ambiente.
Mientras llega ese momento, el Trend (combinado con los motores 1.6 TDCi y 1.6i) ofrecerá, entre otras cosas menores, aire acondicionado, faros antiniebla, radio con seis altavoces, volante de cuero, ordenador de viaje, manetas en el color de la carrocería, llantas de acero de 16 pulgadas y neumáticos 205/55.
El escalón superior, el Ghia, acompañará, por ahora, al motor 2.0 TDCi de 136 CV. Los coches que monten este acabado contarán además con climatizador dual, freno de estacionamiento eléctrico, pomo del cambio en cuero, parrilla delantera cromada, reglajes eléctricos en el asiento del conductor, llantas de aleación de 16 pulgadas, neumáticos 205/55, sensor de lluvia en el limpiaparabrisas y encendido automático de faros.
El apartado de seguridad incluye seis airbags, ABS, repartidor electrónico de frenada y apoyo a la frenada de emergencia. Como opción quedará el control de estabilidad.
También van en el apartado de opciones algunos elementos como las llantas de 17 y 18 pulgadas, la tapicería de cuero, el techo panorámico, el lector de DVD con pantalla plegable y el navegador por satélite.
Joven y elegante
Lo primero que llama la atención al ver el C-Max es la identificación de la imagen del Focus, la “herencia genética", dicen en Ford. El nuevo coche se parece bastante a su predecesor, sobre todo viéndolo de frente. El morro mantiene la parrilla y los faros casi iguales a los del último Focus. Después, el capó es corto y muy tenso, y la línea arranca rápido hacia arriba para marcar una comba por el techo y cerrarse en la zaga en una trasera estrechada para ganar penetración aerodinámica (Cx de 0,31, el “mejor del segmento").
Al verlo de lado, se nos aparece de nuevo el Focus, pero aquí con mucha más altura. En realidad, hay que fijarse un poco para ver lo alto que es el coche, porque un hábil rebaje del borde disimula el final de los laterales y el inicio del techo, con lo que el vehículo parece más bajo de lo que luego resulta. Esta apariencia achaparrada le da un toque deportivo que, según confesó Daniel Paulin, el diseñador sueco que lo dibujó, era el objetivo buscado.Por detrás, el C-Max tiene más novedades. El portón domina la zaga con sus formas cuadradas. Va flanqueado por dos torres de luces casi rectangulares y recuerda vagamente a las líneas del Focus normal.Puertas adentro, más de lo mismo. Sorprende desde el principio lo espacioso que aparenta ser el coche. Con una plataforma sólo 25 milímetros más larga y 40 milímetros más ancha, el C-Max presenta un habitáculo de proporciones muy bien trabajadas y, por ende, de aspecto amplio y despejado. A la sensación de amplitud contribuye decisivamente la gran bandeja que va sobre el salpicadero, con más de 60 centímetros de fondo. Tan grande es que aloja sin problemas dos guanteras más que generosas.Desde el puesto de conducción, muy cómodo, se tiene una visión del resto del habitáculo muy condicionada por la perspectiva. Las líneas de salpicadero y puertas se han pensado para alargar la mirada y dar una sensación de espacio abierto que hace todavía más grande un interior que, metro en mano, es poco mayor que el del Focus actual y menor que los de Scénic, Touran o Zafira.Para compensar, las plazas traseras disfrutan de muchísimo sitio, sobre todo si los asientos van colocados en su posición más adelantada. Las tres banquetas son independientes y corren sobre sendos huecos (convertibles en cajones) que las mueven en diagonal, con lo que, al echarse para atrás, dejan más espacio libre para las piernas. Además, la central puede plegarse y ocultarse en el maletero, con lo que las otras dos se juntan en el centro y el coche se transforma en un 2 2 con tanto hueco para las rodillas como la más cómoda de las berlinas medias.
Claro, a cambio de irse hacia atrás, los asientos se comen parte del interesante maletero. De formas muy regularse y con una boca de carga enorme y a baja altura, este maletero es uno de los puntos fuertes del coche. Habrá que esperar a que nuestro Centro Técnico lo mida con los asientos en sus posiciones más retrasadas, pero, aun así, Ford explica que se dispone de 360 litros de capacidad. Son casi 500 con las butacas adelantadas y unos 1.500 sin asientos.
La versatilidad interior es otro argumento de venta y de compra que se ha tenido muy en cuenta en este coche. Por eso, los asientos se pliegan, se desmontan, se convierten en mesas… Todo muy a la moda, con mesitas como las de los aviones y huecos por todas partes para dejar más cosas de las que uno puede llevar encima.
Pero lo más llamativo del interior es el estilizado rediseño del salpicadero. Se dejan atrás los arriesgados escorzos del Focus y se opta por una consola más formal, con un cierto regusto alemán. Destaca el bloque central, donde se integran el equipo de sonido y el climatizador. Los botones son grandes, cómodos, de buen tacto. Lo mismo que el resto de los mandos, excepto la palanca de cambios –ahora en el salpicadero-, que peca de movimientos algo lentos y largos, aunque precisos.
Una variante del interior se podrá encontrar con los acabados Ghia, los más altos de la gama. En ellos se ofrecerá la posibilidad de montar freno de mano automático. En ese caso, el hueco de la palanca va ocupado por una guantera elevada que hace de reposabrazos y que, amén de ser muy grande, puede ser refrigerada.
En el debe del habitáculo quedan algunos plásticos del revestimiento, que no están a la altura del resto de materiales y restan calidad general. Tampoco la visibilidad en curva es idónea, pues los montantes delanteros son demasiado anchos.
En principio, el C-Max se pondrá a la venta en dos niveles de acabado, Trend y Ghia. Más adelante, cuando la gama esté completa, se añadirá el nivel básico, el Ambiente.
Mientras llega ese momento, el Trend (combinado con los motores 1.6 TDCi y 1.6i) ofrecerá, entre otras cosas menores, aire acondicionado, faros antiniebla, radio con seis altavoces, volante de cuero, ordenador de viaje, manetas en el color de la carrocería, llantas de acero de 16 pulgadas y neumáticos 205/55.
El escalón superior, el Ghia, acompañará, por ahora, al motor 2.0 TDCi de 136 CV. Los coches que monten este acabado contarán además con climatizador dual, freno de estacionamiento eléctrico, pomo del cambio en cuero, parrilla delantera cromada, reglajes eléctricos en el asiento del conductor, llantas de aleación de 16 pulgadas, neumáticos 205/55, sensor de lluvia en el limpiaparabrisas y encendido automático de faros.
El apartado de seguridad incluye seis airbags, ABS, repartidor electrónico de frenada y apoyo a la frenada de emergencia. Como opción quedará el control de estabilidad.
También van en el apartado de opciones algunos elementos como las llantas de 17 y 18 pulgadas, la tapicería de cuero, el techo panorámico, el lector de DVD con pantalla plegable y el navegador por satélite.
Joven y elegante
Lo primero que llama la atención al ver el C-Max es la identificación de la imagen del Focus, la “herencia genética", dicen en Ford. El nuevo coche se parece bastante a su predecesor, sobre todo viéndolo de frente. El morro mantiene la parrilla y los faros casi iguales a los del último Focus. Después, el capó es corto y muy tenso, y la línea arranca rápido hacia arriba para marcar una comba por el techo y cerrarse en la zaga en una trasera estrechada para ganar penetración aerodinámica (Cx de 0,31, el “mejor del segmento").
Al verlo de lado, se nos aparece de nuevo el Focus, pero aquí con mucha más altura. En realidad, hay que fijarse un poco para ver lo alto que es el coche, porque un hábil rebaje del borde disimula el final de los laterales y el inicio del techo, con lo que el vehículo parece más bajo de lo que luego resulta. Esta apariencia achaparrada le da un toque deportivo que, según confesó Daniel Paulin, el diseñador sueco que lo dibujó, era el objetivo buscado.Por detrás, el C-Max tiene más novedades. El portón domina la zaga con sus formas cuadradas. Va flanqueado por dos torres de luces casi rectangulares y recuerda vagamente a las líneas del Focus normal.Puertas adentro, más de lo mismo. Sorprende desde el principio lo espacioso que aparenta ser el coche. Con una plataforma sólo 25 milímetros más larga y 40 milímetros más ancha, el C-Max presenta un habitáculo de proporciones muy bien trabajadas y, por ende, de aspecto amplio y despejado. A la sensación de amplitud contribuye decisivamente la gran bandeja que va sobre el salpicadero, con más de 60 centímetros de fondo. Tan grande es que aloja sin problemas dos guanteras más que generosas.Desde el puesto de conducción, muy cómodo, se tiene una visión del resto del habitáculo muy condicionada por la perspectiva. Las líneas de salpicadero y puertas se han pensado para alargar la mirada y dar una sensación de espacio abierto que hace todavía más grande un interior que, metro en mano, es poco mayor que el del Focus actual y menor que los de Scénic, Touran o Zafira.Para compensar, las plazas traseras disfrutan de muchísimo sitio, sobre todo si los asientos van colocados en su posición más adelantada. Las tres banquetas son independientes y corren sobre sendos huecos (convertibles en cajones) que las mueven en diagonal, con lo que, al echarse para atrás, dejan más espacio libre para las piernas. Además, la central puede plegarse y ocultarse en el maletero, con lo que las otras dos se juntan en el centro y el coche se transforma en un 2 2 con tanto hueco para las rodillas como la más cómoda de las berlinas medias.
Claro, a cambio de irse hacia atrás, los asientos se comen parte del interesante maletero. De formas muy regularse y con una boca de carga enorme y a baja altura, este maletero es uno de los puntos fuertes del coche. Habrá que esperar a que nuestro Centro Técnico lo mida con los asientos en sus posiciones más retrasadas, pero, aun así, Ford explica que se dispone de 360 litros de capacidad. Son casi 500 con las butacas adelantadas y unos 1.500 sin asientos.
La versatilidad interior es otro argumento de venta y de compra que se ha tenido muy en cuenta en este coche. Por eso, los asientos se pliegan, se desmontan, se convierten en mesas… Todo muy a la moda, con mesitas como las de los aviones y huecos por todas partes para dejar más cosas de las que uno puede llevar encima.
Pero lo más llamativo del interior es el estilizado rediseño del salpicadero. Se dejan atrás los arriesgados escorzos del Focus y se opta por una consola más formal, con un cierto regusto alemán. Destaca el bloque central, donde se integran el equipo de sonido y el climatizador. Los botones son grandes, cómodos, de buen tacto. Lo mismo que el resto de los mandos, excepto la palanca de cambios –ahora en el salpicadero-, que peca de movimientos algo lentos y largos, aunque precisos.
Una variante del interior se podrá encontrar con los acabados Ghia, los más altos de la gama. En ellos se ofrecerá la posibilidad de montar freno de mano automático. En ese caso, el hueco de la palanca va ocupado por una guantera elevada que hace de reposabrazos y que, amén de ser muy grande, puede ser refrigerada.
En el debe del habitáculo quedan algunos plásticos del revestimiento, que no están a la altura del resto de materiales y restan calidad general. Tampoco la visibilidad en curva es idónea, pues los montantes delanteros son demasiado anchos.
En principio, el C-Max se pondrá a la venta en dos niveles de acabado, Trend y Ghia. Más adelante, cuando la gama esté completa, se añadirá el nivel básico, el Ambiente.
Mientras llega ese momento, el Trend (combinado con los motores 1.6 TDCi y 1.6i) ofrecerá, entre otras cosas menores, aire acondicionado, faros antiniebla, radio con seis altavoces, volante de cuero, ordenador de viaje, manetas en el color de la carrocería, llantas de acero de 16 pulgadas y neumáticos 205/55.
El escalón superior, el Ghia, acompañará, por ahora, al motor 2.0 TDCi de 136 CV. Los coches que monten este acabado contarán además con climatizador dual, freno de estacionamiento eléctrico, pomo del cambio en cuero, parrilla delantera cromada, reglajes eléctricos en el asiento del conductor, llantas de aleación de 16 pulgadas, neumáticos 205/55, sensor de lluvia en el limpiaparabrisas y encendido automático de faros.
El apartado de seguridad incluye seis airbags, ABS, repartidor electrónico de frenada y apoyo a la frenada de emergencia. Como opción quedará el control de estabilidad.
También van en el apartado de opciones algunos elementos como las llantas de 17 y 18 pulgadas, la tapicería de cuero, el techo panorámico, el lector de DVD con pantalla plegable y el navegador por satélite.
Joven y elegante
Lo primero que llama la atención al ver el C-Max es la identificación de la imagen del Focus, la “herencia genética", dicen en Ford. El nuevo coche se parece bastante a su predecesor, sobre todo viéndolo de frente. El morro mantiene la parrilla y los faros casi iguales a los del último Focus. Después, el capó es corto y muy tenso, y la línea arranca rápido hacia arriba para marcar una comba por el techo y cerrarse en la zaga en una trasera estrechada para ganar penetración aerodinámica (Cx de 0,31, el “mejor del segmento").
Al verlo de lado, se nos aparece de nuevo el Focus, pero aquí con mucha más altura. En realidad, hay que fijarse un poco para ver lo alto que es el coche, porque un hábil rebaje del borde disimula el final de los laterales y el inicio del techo, con lo que el vehículo parece más bajo de lo que luego resulta. Esta apariencia achaparrada le da un toque deportivo que, según confesó Daniel Paulin, el diseñador sueco que lo dibujó, era el objetivo buscado.Por detrás, el C-Max tiene más novedades. El portón domina la zaga con sus formas cuadradas. Va flanqueado por dos torres de luces casi rectangulares y recuerda vagamente a las líneas del Focus normal.Puertas adentro, más de lo mismo. Sorprende desde el principio lo espacioso que aparenta ser el coche. Con una plataforma sólo 25 milímetros más larga y 40 milímetros más ancha, el C-Max presenta un habitáculo de proporciones muy bien trabajadas y, por ende, de aspecto amplio y despejado. A la sensación de amplitud contribuye decisivamente la gran bandeja que va sobre el salpicadero, con más de 60 centímetros de fondo. Tan grande es que aloja sin problemas dos guanteras más que generosas.Desde el puesto de conducción, muy cómodo, se tiene una visión del resto del habitáculo muy condicionada por la perspectiva. Las líneas de salpicadero y puertas se han pensado para alargar la mirada y dar una sensación de espacio abierto que hace todavía más grande un interior que, metro en mano, es poco mayor que el del Focus actual y menor que los de Scénic, Touran o Zafira.Para compensar, las plazas traseras disfrutan de muchísimo sitio, sobre todo si los asientos van colocados en su posición más adelantada. Las tres banquetas son independientes y corren sobre sendos huecos (convertibles en cajones) que las mueven en diagonal, con lo que, al echarse para atrás, dejan más espacio libre para las piernas. Además, la central puede plegarse y ocultarse en el maletero, con lo que las otras dos se juntan en el centro y el coche se transforma en un 2 2 con tanto hueco para las rodillas como la más cómoda de las berlinas medias.
Claro, a cambio de irse hacia atrás, los asientos se comen parte del interesante maletero. De formas muy regularse y con una boca de carga enorme y a baja altura, este maletero es uno de los puntos fuertes del coche. Habrá que esperar a que nuestro Centro Técnico lo mida con los asientos en sus posiciones más retrasadas, pero, aun así, Ford explica que se dispone de 360 litros de capacidad. Son casi 500 con las butacas adelantadas y unos 1.500 sin asientos.
La versatilidad interior es otro argumento de venta y de compra que se ha tenido muy en cuenta en este coche. Por eso, los asientos se pliegan, se desmontan, se convierten en mesas… Todo muy a la moda, con mesitas como las de los aviones y huecos por todas partes para dejar más cosas de las que uno puede llevar encima.
Pero lo más llamativo del interior es el estilizado rediseño del salpicadero. Se dejan atrás los arriesgados escorzos del Focus y se opta por una consola más formal, con un cierto regusto alemán. Destaca el bloque central, donde se integran el equipo de sonido y el climatizador. Los botones son grandes, cómodos, de buen tacto. Lo mismo que el resto de los mandos, excepto la palanca de cambios –ahora en el salpicadero-, que peca de movimientos algo lentos y largos, aunque precisos.
Una variante del interior se podrá encontrar con los acabados Ghia, los más altos de la gama. En ellos se ofrecerá la posibilidad de montar freno de mano automático. En ese caso, el hueco de la palanca va ocupado por una guantera elevada que hace de reposabrazos y que, amén de ser muy grande, puede ser refrigerada.
En el debe del habitáculo quedan algunos plásticos del revestimiento, que no están a la altura del resto de materiales y restan calidad general. Tampoco la visibilidad en curva es idónea, pues los montantes delanteros son demasiado anchos.
En principio, el C-Max se pondrá a la venta en dos niveles de acabado, Trend y Ghia. Más adelante, cuando la gama esté completa, se añadirá el nivel básico, el Ambiente.
Mientras llega ese momento, el Trend (combinado con los motores 1.6 TDCi y 1.6i) ofrecerá, entre otras cosas menores, aire acondicionado, faros antiniebla, radio con seis altavoces, volante de cuero, ordenador de viaje, manetas en el color de la carrocería, llantas de acero de 16 pulgadas y neumáticos 205/55.
El escalón superior, el Ghia, acompañará, por ahora, al motor 2.0 TDCi de 136 CV. Los coches que monten este acabado contarán además con climatizador dual, freno de estacionamiento eléctrico, pomo del cambio en cuero, parrilla delantera cromada, reglajes eléctricos en el asiento del conductor, llantas de aleación de 16 pulgadas, neumáticos 205/55, sensor de lluvia en el limpiaparabrisas y encendido automático de faros.
El apartado de seguridad incluye seis airbags, ABS, repartidor electrónico de frenada y apoyo a la frenada de emergencia. Como opción quedará el control de estabilidad.
También van en el apartado de opciones algunos elementos como las llantas de 17 y 18 pulgadas, la tapicería de cuero, el techo panorámico, el lector de DVD con pantalla plegable y el navegador por satélite.
Joven y elegante
Lo primero que llama la atención al ver el C-Max es la identificación de la imagen del Focus, la “herencia genética", dicen en Ford. El nuevo coche se parece bastante a su predecesor, sobre todo viéndolo de frente. El morro mantiene la parrilla y los faros casi iguales a los del último Focus. Después, el capó es corto y muy tenso, y la línea arranca rápido hacia arriba para marcar una comba por el techo y cerrarse en la zaga en una trasera estrechada para ganar penetración aerodinámica (Cx de 0,31, el “mejor del segmento").
Al verlo de lado, se nos aparece de nuevo el Focus, pero aquí con mucha más altura. En realidad, hay que fijarse un poco para ver lo alto que es el coche, porque un hábil rebaje del borde disimula el final de los laterales y el inicio del techo, con lo que el vehículo parece más bajo de lo que luego resulta. Esta apariencia achaparrada le da un toque deportivo que, según confesó Daniel Paulin, el diseñador sueco que lo dibujó, era el objetivo buscado.Por detrás, el C-Max tiene más novedades. El portón domina la zaga con sus formas cuadradas. Va flanqueado por dos torres de luces casi rectangulares y recuerda vagamente a las líneas del Focus normal.Puertas adentro, más de lo mismo. Sorprende desde el principio lo espacioso que aparenta ser el coche. Con una plataforma sólo 25 milímetros más larga y 40 milímetros más ancha, el C-Max presenta un habitáculo de proporciones muy bien trabajadas y, por ende, de aspecto amplio y despejado. A la sensación de amplitud contribuye decisivamente la gran bandeja que va sobre el salpicadero, con más de 60 centímetros de fondo. Tan grande es que aloja sin problemas dos guanteras más que generosas.Desde el puesto de conducción, muy cómodo, se tiene una visión del resto del habitáculo muy condicionada por la perspectiva. Las líneas de salpicadero y puertas se han pensado para alargar la mirada y dar una sensación de espacio abierto que hace todavía más grande un interior que, metro en mano, es poco mayor que el del Focus actual y menor que los de Scénic, Touran o Zafira.Para compensar, las plazas traseras disfrutan de muchísimo sitio, sobre todo si los asientos van colocados en su posición más adelantada. Las tres banquetas son independientes y corren sobre sendos huecos (convertibles en cajones) que las mueven en diagonal, con lo que, al echarse para atrás, dejan más espacio libre para las piernas. Además, la central puede plegarse y ocultarse en el maletero, con lo que las otras dos se juntan en el centro y el coche se transforma en un 2 2 con tanto hueco para las rodillas como la más cómoda de las berlinas medias.
Claro, a cambio de irse hacia atrás, los asientos se comen parte del interesante maletero. De formas muy regularse y con una boca de carga enorme y a baja altura, este maletero es uno de los puntos fuertes del coche. Habrá que esperar a que nuestro Centro Técnico lo mida con los asientos en sus posiciones más retrasadas, pero, aun así, Ford explica que se dispone de 360 litros de capacidad. Son casi 500 con las butacas adelantadas y unos 1.500 sin asientos.
La versatilidad interior es otro argumento de venta y de compra que se ha tenido muy en cuenta en este coche. Por eso, los asientos se pliegan, se desmontan, se convierten en mesas… Todo muy a la moda, con mesitas como las de los aviones y huecos por todas partes para dejar más cosas de las que uno puede llevar encima.
Pero lo más llamativo del interior es el estilizado rediseño del salpicadero. Se dejan atrás los arriesgados escorzos del Focus y se opta por una consola más formal, con un cierto regusto alemán. Destaca el bloque central, donde se integran el equipo de sonido y el climatizador. Los botones son grandes, cómodos, de buen tacto. Lo mismo que el resto de los mandos, excepto la palanca de cambios –ahora en el salpicadero-, que peca de movimientos algo lentos y largos, aunque precisos.
Una variante del interior se podrá encontrar con los acabados Ghia, los más altos de la gama. En ellos se ofrecerá la posibilidad de montar freno de mano automático. En ese caso, el hueco de la palanca va ocupado por una guantera elevada que hace de reposabrazos y que, amén de ser muy grande, puede ser refrigerada.
En el debe del habitáculo quedan algunos plásticos del revestimiento, que no están a la altura del resto de materiales y restan calidad general. Tampoco la visibilidad en curva es idónea, pues los montantes delanteros son demasiado anchos.
En principio, el C-Max se pondrá a la venta en dos niveles de acabado, Trend y Ghia. Más adelante, cuando la gama esté completa, se añadirá el nivel básico, el Ambiente.
Mientras llega ese momento, el Trend (combinado con los motores 1.6 TDCi y 1.6i) ofrecerá, entre otras cosas menores, aire acondicionado, faros antiniebla, radio con seis altavoces, volante de cuero, ordenador de viaje, manetas en el color de la carrocería, llantas de acero de 16 pulgadas y neumáticos 205/55.
El escalón superior, el Ghia, acompañará, por ahora, al motor 2.0 TDCi de 136 CV. Los coches que monten este acabado contarán además con climatizador dual, freno de estacionamiento eléctrico, pomo del cambio en cuero, parrilla delantera cromada, reglajes eléctricos en el asiento del conductor, llantas de aleación de 16 pulgadas, neumáticos 205/55, sensor de lluvia en el limpiaparabrisas y encendido automático de faros.
El apartado de seguridad incluye seis airbags, ABS, repartidor electrónico de frenada y apoyo a la frenada de emergencia. Como opción quedará el control de estabilidad.
También van en el apartado de opciones algunos elementos como las llantas de 17 y 18 pulgadas, la tapicería de cuero, el techo panorámico, el lector de DVD con pantalla plegable y el navegador por satélite.