Espionaje sobre ruedas

Ingenieros obligados a guardar silencio, fábricas cerradas a los visitantes, robo de cerebros, paparazzi a la caza de una foto...Acechado por la sombra del espionaje industrial, el mundo de la automoción vive su particular guerra fría.

López de Arriortúa, Alain De Smedt, Wolfgang Reitzle ... No se trata de futbolistas famosos, sino de altos directivos de compañías automovilísticas, cuyas idas y venidas dentro del sector han abierto una especie de guerra fría entre las marcas. Desde que Volkswagen fichó a Arriortúa, proveniente de su rival General Motors, los fabricantes se miran con recelo y desconfían de sus ejecutivos, a los que exigen una especie de pacto de silencio. El denominado "caso Superlópez" abrió una práctica hasta entonces desconocida en el sector: el robo de cerebros. Los diseñadores tampoco permanecen fieles a ninguna casa: Walter da Silva, el encargado del resurgir de Alfa Romeo, se pasaba al Grupo Volkswagen para relanzar la imagen de Seat. Casi a la vez, Volkswagen perdía a Freeman Thomas, el artífice del VW Beetle y el Audi TT, que aceptaba una suculenta oferta de DaimlerChrysler. Se trata de sólo dos ejemplos, porque la lista de fichajes estrellas provenientes del equipo rival es extensa.

Hay que destacar el caso de Seat, que acaba de perder su último director, Bernd Pischetsrieder, recientemente elegido director del grupo Volkswagen. En apenas dos años, tres personas muy distintas han llevado el timón de la empresa española: Pierre Alain de Smedt, Bruno Adelt y el propio Pischetsrieder. Cuando uno de estos ejecutivos se va, no sólo se lleva su currículum debajo del brazo: futuros diseños, métodos de producción, organización de trabajo o sistemas para abaratar los costes desaparecen con su creador.