Magdalena Álvarez ha cumplido ya un año al frente del Ministerio de Fomento y es hora de pasar balance. Desde que Rodríguez Zapatero se hizo cargo de la presidencia del Gobierno, la dirigente socialista se ha enfrentado a 12 intensos meses de actividad política que podemos resumir en sólo una palabra: PEIT.El Plan Estratégico de Infraestructuras y Transporte es la nueva y ambiciosa apuesta de Fomento para mejorar la red vial nacional. Y, guste más o menos, justo es reconocer que supone todo un paso adelante para el nuevo modelo de infraestructuras: organizará un nuevo mapa de carreteras (con un sistema en malla y no radial), gracias a una inversión de más de 60.000 millones de euros, todo un récord.El objetivo del PEIT es construir en los próximos 15 años (el plan concluirá en 2020) cerca de 6.000 nuevos kilómetros de vías de alta capacidad. Con ellas, Fomento asegura que conseguirá unir todas las capitales de provincia por, al menos, una de estas conexiones.Pero, como ocurre siempre al hablar de política, la iniciativa cuenta ya con un amplio abanico de seguidores y detractores. En primer lugar, y al frente de los partidarios del plan, se han situado las constructoras que, aun con dudas, consideran que la nueva política de infraestructuras genera grandes expectativas.La patronal de estas grandes compañías, Seopan, considera que el programa se ha realizado en “tiempo récord" y que las nuevas inversiones servirán de puente entre el anterior plan y el nuevo, “lo que permitirá en los próximos años mantener los niveles de actividad de 2005".Las constructoras opinan también que Fomento ha conseguido generar un gran debate en torno a la futura red de transportes y confían plenamente en que cumpla el calendario de las primeras licitaciones. Las mayores dudas de estas empresas surgen en torno al modo de financiación de las obras, que consideran “difuso".En principio, el PEIT estipula que el 59,5 por ciento de la inversión la aportará el estado, mientras que el 40,5 por ciento restante será aportado a partes iguales por capital privado y por público. En este terreno, ANCI (la asociación nacional de constructores) y Aerco (la asociación de empresas regionales) reclaman un reparto equitativo de los proyectos que no beneficie sólo a las grandes compañías del sector.A la hora de hacer balance en torno a su política de transportes, el Gobierno ha admitido la existencia de “algún fallo de gestión" en el temporal que afectó durante las Navidades a buena parte de las carreteras de la mitad norte peninsular. Recordamos que, por ejemplo, en la Nacional I, miles de automovilistas quedaron atrapados en la calzada en la provincia de Burgos. Quienes no muestran tanto optimismo con el plan PEIT son las comunidades gobernadas por el Partido Popular. Al contrario, estas regiones han denunciado públicamente que Fomento les ha discriminado y reducido las inversiones en infraestructuras.El PP denuncia así los agravios que, a su parecer, recibe Galicia, donde se ha decidido retrasar el llamado Plan Galicia que en su día diseñó Francisco Álvarez Cascos. También señalan problemas en Madrid, donde Fomento se niega a aceptar la construcción de la M-50 y a sacar a concurso la nueva radial R-1.Castilla y León, en la que sólo se construirán 18 kilómetros de nuevas carreteras, y La Rioja, donde se pide la supresión del peaje de la AP-68, son otras comunidades que el Partido Popular califica de “discriminadas".Las comunidades del Partido Popular aseguran, en cambio, que el Gobierno favorece en sus inversiones a Cataluña, Cantabria, Aragón, Andalucía y Asturias (donde hoy precisamente Álvarez inaugura un nuevo tramo de la autovía del Cantábrico), todas gobernadas por dirigentes socialistas. Entre las comunidades gobernadas por el PP que denuncian la actuación de Fomento no se encuentra, sin embargo, Valencia, región donde Fomento acaba de anunciar esta semana una inversión de 5.000 millones de euros en carreteras y la construcción de una nueva autovía gratuita como alternativa a la AP-7.
España y su nuevo mapa de carreteras
La transformación de la red de carreteras españolas ya es un hecho, al menos sobre el papel. El tradicional sistema radial de carreteras dejará paso en los próximos años a un nuevo modelo de carreteras en malla. El plan, denominado PEIT, ha generado ya división de opiniones: mientras las constructoras lo aplauden, las regiones gobernadas por el PP lo critican duramente.
