Encuentros de la industria hispano-lusa del automóvil

La evolución del mercado del automóvil también ha tirado de la industria auxiliar. Las compañías del sector en España y Portugal han decidido contactar para buscar nuevos clientes.

El próximo día 17 se celebra en Madrid el Forum Ibérico de la Industria de la Automoción, en el que se espera la presencia de empresas de componentes automovilísticos tanto españolas como portuguesas. Además, el encuentro contará con la asistencia de Mario Cristina de Sousa, ministro de Economía luso, y Anna Birulés, ministra de Ciencia y Tecnología española.
Como representantes de la industria auxiliar portuguesa, el ICEP (Investimentos, Comercio e Turismo de Portugal), uno de los organismos que han puesto en marcha este encuentro junto al Instituto Español de Comercio Exterior (ICEX), ha elegido a 21 empresas proveedoras de componentes para el automóvil.
Esta reunión es un paso más en el camino que desde hace algún tiempo están recorriendo las compañías lusas para llegar a un mercado más global. El sector auxiliar del país vecino está compuesto sobre todo por pequeñas y medianas empresas y se está desarrollando gracias a la inversión extranjera. Datos como una facturación en el 99 de más de 600.000 millones de pesetas o un incremento en la inversión que ha llevado de los 829 millones de pesetas en 1989 a los 1.200 millones del pasado año demuestran la buena marcha de la industria de componentes portuguesa.
Algunos de los principales clientes a los que venden las empresas lusas son Ford, Nissan y Rover, entre las empresas automovilísticas, y Visteon, Delphi y Robert Bosch, entre las compañías proveedoras.
Las ventajas que destaca Portugal en su industria son el "acceso fácil al mercado ibérico, uno de los centros más grandes de producción de Europa, que cada año es valorado en más de 4,8 billones de pesetas", según fuentes de la Asociación de Fabricantes para la Industria del Automóvil (Afia); los costes laborales bajos es otra baza a su favor, ya que "los costes directos de la mano de obra son un 50 por ciento más bajos que en España e Irlanda y un 70 por ciento más que en Alemania y Bélgica"; además, se destacan las ayudas fiscales que concede el Gobierno luso a las empresas.