Cualquiera que lo vea desde fuera pensaría que en Barcelona se ha puesto de moda chocar con los tranvías. Pero no, no es un juego. En realidad, la ola de colisiones e incidentes que ha protagonizado este nuevo servicio urbano preocupa mucho a la población y los responsables del Trambaix.Dos coches, una furgoneta y un camión han chocado entre el lunes y el martes con los comboyes del tranvía. Desde que se puso en marcha el servicio en pruebas hace dos meses se han registrado ya diez accidentes. Todos ellos fueron leves, pero la reincidencia da mucho que pensar a las autoridades barcelonesas.
Hasta ahora, la culpa siempre está del lado de los conductores de coches: se saltan las señales que regulan los cruces de los tranvías y son embestidos por estos. Además, ya se ha localizado un primer “punto negro", situado en el cruce de la Avenida Diagonal con la calle Numancia.
Casualmente, durante la elaboración del proyecto del Trambaix, este lugar se señaló como especialmente peligroso. Se propuso a la Generalitat que uno de los carriles del tráfico de la Diagonal se soterrase para llevar los coches de esta gran avenida a la calle Numancia y despejar la superficie para el tranvía. Sin embargo, el gobierno autonómico, en 2001, desechó la idea.
Ahora, el alcalde de Barcelona, Joan Clos, ha tenido que rogar públicamente a sus conciudadanos que respeten estas nuevas señalizaciones. “Las infracciones las deben evitar los conductores", explicó, “nosotros no podemos poner guardias urbanos detrás de cada uno de ellos".Además de los accidentes, el tranvía tiene otros problemas. Muchos vecinos de los barrios cruzados por este medio de transporte se quejan del ruido que hace y de las vibraciones que produce. Ayer tarde se manifestaron por la avenida de Xile para protestar contra estas molestias. Incluso cortaron las vías, pero la empresa, sobre aviso, paralizó el servicio en la zona.Mientras Barcelona trata de acostumbrarse a convivir con el Tranvía, en otras ciudades el mismo sistema funciona a la perfección. Es el caso de Bilbao y de Valencia, que disponen de tranvías en sus calles y no tienen grandes problemas.
Por ejemplo, en Valencia, seis millones de personas utilizaron este transporte en 2003 y sólo hubo que lamentar tres accidentes, todos ellos por atropello de peatones. En Bilbao, 2003 fue el primer año de explotación: un millón de viajeros y seis accidentes leves.
Ayer, los taxistas de Barcelona se manifestaron con sus calles ne las principales calles de la ciudad y provocaron un importante caos circulatorio.
Piden que el Ayuntamiento autorice una subida de tarifas que, en cuatro años, debería elevar el precio en un 24,68 por ciento. También dicen que sobran 3.000 licencias en toda Barcelona.
El problema es que la situación se ha enconado mucho y las posturas están muy distanciadas.