Luis Monzón, con un Peugeot 206, tiene a tiro la victoria en el Campeonato Nacional de Rallies de Asfalto. Si gana en la prueba, o si abandona Cañellas y él puntúa alto, será campeón de España. Sin embargo, el catalán de Seat venderá cara su derrota y seguro que da mucha guerra con su Córdoba WRC.
Esta condición hace que la carrera asturiana, ya de por sí emocionante, se convierta en un duelo apasionante. Por si fuera poco, la prueba cuenta con una inscripción histórica: 106 pilotos tomarán la salida en las diferentes categorías, incluyendo la principal, el Grupo N, la F3 y las copas monomarca.
Entre el plantel de figuras que estarán en Oviedo hay que destacar a Marc Blázquez, que disputa el Nacional de Tierra. El joven piloto de Seat-Repsol YPF compite con un Córdoba WRC. También es sorprendente la presencia de Luis Climent, que correrá a los mandos de un Subaru Imprezza WRC privado. Con este coche, de 1998, Climent hará las delicias de la afición asturiana, que tiene en el valenciano a uno de sus favoritos.
Es éste un rally dado a las sorpresas y no sería raro que algún piloto local diese alguna alegría a los suyos. Conducen muy rápido y se saben las carreteras de memoria. Su trabajo se dejará notar en el Grupo N y en la F3, así como en los trofeos de promoción, donde estos jóvenes pilotos dan lo mejor de sí mismos. Para seguir de cerca será la actuación de Iván Rodríguez, que disputa la Copa Ibiza, liderada por Xavier Ezenarro.
Tramos urbanos en circuito
El Príncipe de Asturias es un rally muy duro. Las carreteras son estrechas, con el asfalto en mal estado, y es habitual que llueva. Con estas condiciones, los 106 inscritos disputarán 12 especiales que sumarán un total de 539,92 kilómetros, con 152,17 contra el reloj.
La organización de la prueba ha dispuesto un circuito urbano en Oviedo, en las inmediaciones del estadio Carlos Tartiere. Allí, 6.000 personas sentadas podrán disfrutar de las evoluciones de los coches en una espectacular especial. La entrada cuesta 1.500 pesetas.