Las autoridades italianas no quieren entrar en el capital de Fiat para salvar a la compañía. Según el ministro de Industria, Antonio Marzano, este acto sería “nefasto" y, de hecho, lo considera como último recurso sólo en el caso de que los inversores privados no se decidan a reflotar la empresa.
Hoy en día, varios empresarios privados han anunciado su interés para entrar en el capital de Fiat. Roberto Colaninno, ex presidente de Telecom, o Emilio Gnutti, presidente del consorcio Hopa, son dos ejemplos. Sin embargo, no todas son buenas noticias, otros empresarios, como el grupo suizo liderado por Silvio Tachini, han anunciado su “retirada" de la pugna por Fiat.
Los sindicatos que representan a los trabajadores de Fiat se muestran preocupados, ya que, según éstos, si la compañía decide mantenerse en el sector automovilístico, debe replantearse las estrategias de producción que se presentaron a finales de 2002. En palabras de Guglielmo Epifani, líder del sindicato CGIL, “el plan es inadecuado para el sector". La crisis de esta compañía se remonta al último trimestre de 2001, cuando las cuentas de Fiat, aun siendo positivas, presentan los primeros signos de pérdidas, ya que los beneficios esperados descienden y la producción sufre un ligero descenso. En diciembre de ese mismo año el consejero delegado de la división de coches, Roberto Testore, dimite. Seis meses después, el número dos de la compañía, Paolo Cantarella, repite el gesto después de haber anunciado recortes de empleos y de producción en varias factorías italianas.
Durante el verano del pasado año se suceden diversas compra-ventas de participaciones del capital con el objetivo de reflotar la empresa. Ferrari, que también pertenece a Fiat, por ejemplo, pone a disposición de Mediobanca, un banco de negocios italiano, un 34 por ciento de su capital. Sin embargo, en el último trimestre de 2001 se precipitan los hechos y Fiat comienza los recortes de plantilla y solicita a las autoridades de Trabajo italianas diversos expedientes de regulación para cerrar alguna planta durante varios meses y así disminuir la producción y ajustarla a la demanda existente.
El mes de enero de este año se ve marcado por las iniciativas privadas italianas que dicen tener la fórmula para salvar a la compañía, mientras que Umberto Agnelli y John Elkann, del clan familiar de Fiat, declaran su intención de hacerse con las riendas del fabricante. El pasado 24 de enero el patriarca del plan, Giovanni Agnelli, fallece dejando en suspenso el futuro de Fiat.