El creador del peaje londinense lo considera un éxito

Después de seis meses en activo, el peaje que hay que abonar al circular por el centro de Londres ya forma parte de la vida cotidiana de los habitantes de la ciudad. Su creador, Dave Wetzel, lo considera un éxito, aunque la medida aún cuenta con detractores.

En una entrevista concedida al diario “La Vanguardia", Dave Wetzel ha explicado el largo camino que ha seguido hasta ver materializarse el peaje londinense, una idea que surgió en los años 70.

Wetzel, que fue elegido director del comité de Transporte en 1981, consiguió bajar los precios de los autobuses metropolitanos y del metro un 32 por ciento en cinco años. Además, junto a su equipo, introdujo nuevos servicios para gente con discapacidades, modificó la flota de taxis para que pudieran ser empleados por los minusválidos y creó para ellos una tarjeta que abarataba los desplazamientos en este tipo de vehículos. En 1986 se disolvió su gabinete y, después de trabajar como taxista y montar un restaurante, el actual alcalde de Londres, Ken Livingstone, requirió sus servicios. La idea de cobrar a aquellos automovilistas que quisieran circular por la zona central de Londres, ideada 30 años atrás, se hizo realidad el pasado mes de febrero. Wetzel señala con orgullo que, desde entonces, la reducción del tráfico en el centro de la urbe ha sido del 70 por ciento. Además, se ha dado “absoluta prioridad y atención" a los transportes públicos, cuyo precio ha bajado. La flota de autobuses ha aumentado, la frecuencia de paso es menor y, para evitar la invasión del carril-bus, existe una mayor dotación de policías. Además, se está experimentando con la adición de agua al Diesel que emplean los estos vehículos, con el fin de evitar partículas nocivas.

A pesar de las mejoras, existen detractores, entre los que se encuentran los comercios (que afirman haber perdido gran cantidad de clientela e incluso amenazan con trasladarse fuera de Londres) y aquellos que no aprueban el uso de cámaras para vigilar a los infractores. También hay quien clama contra las multas, que van desde las 40 hasta las 120 libras. Si no se pagan, el coche será llevado a un aparcamiento especial, donde habrá que abonar 5.000 libras para retirarlo. De lo contrario, el vehículo será subastado y, si el automóvil es muy viejo, pasará directamente a convertirse en chatarra. El propio impulsor de la medida ha reconocido que “al principio, fue muy impopular", aunque ahora han ganado una “pequeña mayoría". Según afirma Wetzel en sus declaraciones a “La Vanguardia", entre un 48 y un 52 por ciento de la población londinense admite pagar 5 libras (unos 8 euros) por acceder al centro de la ciudad.

Ante la pregunta de por qué no prohibir directamente la circulación de los coches, en lugar de establecer una tasa, Wetzel ha sido claro: “Cuando las calles están congestionadas, es debido a la falta de espacio. Hay una lógica natural en hacer pagar por un espacio reducido", añade. Además, cada céntimo que se gana es reinvertido en mejorar el transporte público. También han aumentado los carriles para bicicletas y el área para los peatones, asegura. Sin embargo, los resultados económicos no han sido los esperados: se auguraron unos beneficios de 130 millones de libras, pero, hasta ahora, sólo se han recaudado 65. Barcelona es otra de las ciudades que apuesta por descongestionar sus calles de vehículos, aunque sin hacer que sus habitantes paguen –de momento- por ello. Los propios ciudadanos han optado por las dos ruedas como medio de transporte y, además de scooters y motos, emplean la bicicleta para trasladarse por la ciudad. El aumento en el número de kilómetros de los carriles-bici y la comodidad parecen ser los factores que han impulsado a los barceloneses a tomar esta decisión.