Cursos de conducción: aprender la Ley de Murphy

Es cierto que ninguna norma se cumple a rajatabla, al volante tampoco. Pero mediante diversos ejercicios podemos llegar a comprender cómo se comporta nuestro vehículo ante situaciones límite.

Ante un obstáculo imprevisto, que nos obliga a detener el vehículo de una forma inmediata, lo primero que debemos frenar son nuestros nervios y falsas creencias sobre el uso del automóvil (ciertas cosas, además de posibles, algunas veces son muy recomendables, como frenar en curva - con reservas, claro - o pisar el embrague a la vez que el freno). En una frenada de emergencia, para detener el coche en el menor tiempo y espacio posible, hay que olvidarse por completo del cambio y pisar a fondo el freno a la vez que el embrague, pero, si no poseemos ABS, debemos tener en cuenta que las ruedas pueden llegar a bloquearse; en este caso, además de no poder maniobrar, el coche se desliza. Por eso, cuando no contamos con este dispositivo, la presión sobre el pedal tiene que ir de más a menos. En un primer momento, la inercia del vehículo hace más difícil que las ruedas se bloqueen, pero luego hay que disminuir la frenada. También podemos simular el funcionamiento del ABS, apretando y soltando el pedal lo más rápido posible. En estos cursos, también se suele practicar la denominada frenada con esquiva. Imagina: vas en la autopista y de repente un atasco. Delante de ti, tienes un camión parado y no te da tiempo a frenar, pero, en el otro carril o en el arcén, hay un hueco en el que, quizás, puedas meterte. La solución no es sencilla, pero se puede llegar a controlar con la práctica: en un primer momento, frenamos con fuerza, pero, cuando comprobamos que el impacto es inevitable, soltamos el freno y efectuamos el giro; una vez que volvemos a tener el coche recto, nos empleamos a fondo con el pedal para conseguir detener totalmente el coche.