Con esta presentación, alguien podría pensar en una de esas máquinas nerviosas que obligan a una pelea en cada curva. Nada más lejos de la realidad. Opel no quiere bromas. Este coche es rápido y poderoso, pero entra en las curvas como un cordero. Hay que forzar mucho sus límites para encontrar un amago de sobreviraje. Como mucho, tiende a un levísimo subviraje que rápidamente se traduce en neutralidad. Las suspensiones, muy firmes, facilitan este comportamiento tan noble. Un chasis con unas dimensiones muy generosas y un ancho de vía mayor atrás que adelante, así como unos neumáticos y unas llantas enormes(ver ficha), contribuyen notablemente a este éxito de estabilidad. La escasa altura al suelo, que proporciona un centro de gravedad sumamente bajo, resulta definitiva en este apartado. En contrapartida, y dada la falta casi total de amortiguación, los desperfectos del piso tienen un efecto desagradable: ruido. Los baches se convierten en un sonido de chapa que, al principio, intranquiliza. Después, el coche demuestra que el plástico composite es tan sólido como el metal y que el nuevo pegamento desarrollado para sus “soldaduras" es consistente como una roca. Por supuesto, arco de seguridad y “zona de supervivencia" tranquilizan ante la frágil apariencia de la carrocería. Así, nada pasa de ser ruido. La verdad es que el nivel de rumorosidad es lo peor. Sin capota, el viento molesta demasiado. A veces no deja escuchar con claridad el ruido del motor, un ronco bramido que se vuelve muy atractivo en las retenciones. Con el ruido, lo peor es, lógicamente, la falta de espacio en el habitáculo. Pero eso es un deportivo: un coche escueto pensado para correr. El equipamiento va en esa línea. Sólo hay airbag para el conductor. El salpicadero se reduce a cuentavueltas y cuentakilómetros, además de un pequeño display con alguna información más. Aparte, sólo están los mandos de la calefacción y el equipo de sonido. No hay más. Una perilla detrás de los asientos permite inflar un poco los respaldos para hacerlos menos rígidos. Ese es el único lujo. Después, el aluminio hace las veces de tapicería y se queda con todo: pedales, palanca, manetas… El habitáculo tiene un innegable sabor a deportivo clásico, a devorador de kilómetros. Está pensado para disfrutar al volante, aunque suponga un auténtico esfuerzo físico. La unidad probada por Autopista Online era la número 29. Se fabricarán 3.000 por año, a razón de 5.600.000 pesetas por coche. Todos probados uno a uno. A España, un mercado muy competido , vendrán unos 100 cada año. Definitivamente, Opel mira al futuro y se sacude los complejos. Este coche dará de qué hablar. Al menos, en el Algarve, donde Portugal pierde el suelo, ya lo está haciendo. Aquí, a orillas del Atlántico, acaba de ser presentado el modelo más radical y libre de la casa alemana.
Contacto: Opel Speedster
Imaginemos. Un coche vuela y, de repente, tiene problemas para mantenerse en el aire. ¿Qué hacer? Soltar lastre, claro. Una vez despojado de todo lo superfluo, podría “volar" con lo estrictamente necesario para seguir siendo considerado un coche. Eso es el Speedster, el resultado de destilar un cóctel hecho con diseño inglés y mecánica alemana.
