Evidentemente el Mini es un modelo de capricho dentro de su categoría. Quien necesite espacio, que se olvide de él. Es un cuatro plazas y las traseras son muy limitadas en anchura (110 cm) por los absorbentes de impactos en poliestireno, situados justo a la altura de los hombros. Las delanteras también son las más estrechas de la categoría (130 cm), pero para dos no hay problema. Claro que las vestiduras y las barras de seguridad se comen más de lo habitual, pues la anchura total del Mini supera a la de los Punto, 206 o Clio. La altura libre es muy buena tanto delante como detrás. Por cierto que la selección de materiales es de primera, sobre todo los plásticos tipo BMW (las ventanillas también son de ajuste automático al cerrar las puertas, sistema que inauguró el BMW 850). El maletero, con kit antipinchazos en el fondo en vez de rueda de repuesto, es mínimo, pero puede ampliarse abatiendo los respaldos posteriores. Eso sí, la cerradura eléctrica del portón se acciona con sólo pulsarla. La postura de conducción es algo especial, aunque afortunadamente no tiene nada que ver con el volante casi horizontal del antiguo Mini. La posición sería perfecta para todas las tallas, si el volante fuera regulable también en profundidad. El pedal del acelerador electrónico (parecido a los Paddy Hopkirk) permite realizar bien el punta-tacón. Las barras verticales que enmarcan la consola central sirven de apoyo para las piernas y la batería de interruptores presentan un aspecto original, sobre todo cuando se enciende el alumbrado. Los asientos están bien (tienen varios tapizados disponibles, en tela y cuero o mixtos), pero hay que aprenderse su manejo para regularlos. De entrada, la palanca que libera el conjunto para acceder a las plazas posteriores e inclinar el respaldo es demasiado pequeña. Para regular el respaldo hay que tirar de ella hacia atrás. Para acceder a las plazas posteriores, sin embargo, hay que tirar hacia delante, con lo que también se desplaza el asiento. Y para volver éste a la posición original, hay que retrasar primero la banqueta y a continuación el respaldo; si no se hace así, se queda bloqueado. Pero la verdad es que en cuanto a libros de instrucciones, los de BMW siempre han sido auténticos tomos en los que se explican los más mínimos detalles... En cuanto a accesibilidad, las puertas dan todo tipo de facilidades con sus 90 grados de apertura. Destinada a un público exclusivo, la familia Mini representa la práctica reinvención de un concepto mítico, si no por la originalidad mecánica, sí por su estética y por su placer de conducción, asequibles a partir de 2,4 millones de pesetas. Y en el futuro habrá otras variantes: la primera el Mini Cooper S de 163 CV y 6 velocidades, que se venderá el año que viene y podría costar 3,4 millones.
Contacto: Mini Cooper
Por fin hemos salido de dudas. El Mini Cooper de BMW no sólo se reconoce como un Mini, también se conduce y se disfruta como tal. Incluso tiene algunos de los defectos del original.
