La industria europea de la automoción lleva ya mucho tiempo desarrollando tecnologías menos contaminantes y más respetuosas con el medio ambiente. En los últimos 15 años, han llegado al mercado dispositivos como la inyección electrónica, los catalizadores de tres vías, los motores multi-válvulas, la recirculación de los gases de escape y la inyección directa a través de conducto único, más conocido como sistema common rail. Todos estos adelantos han provocado la aparición de multitud de propulsores de baja emisión para turismos y furgonetas. También hay que valorar muy positivamente las iniciativas gubernamentales que fomentan la renovación del parque automovilístico, tales como los planes Renove o el actual Plan Prever, que buscan no sólo un aumento de ventas sino también la desaparición de los vehículos más contaminantes de nuestras carreteras. Los adelantos tecnológicos en busca de una menor contaminación son asombrosos. Pronto serán necesarios más de 20 vehículos nuevos para producir los mismos niveles de emisión que producía un solo coche en los años 70. La evolución desde mediados de los setenta es sorprendente, pero la reducción en esta última década es, simplemente, espectacular. Muchos de los nuevos motores cumplen la exigencia del límite EURO 3 de la Directiva comunitaria de emisiones de escape y los hay ya que acatan la EURO 4, planes de actuación encaminados a reducir las emisiones de dióxido de nitrógeno, monóxido de carbono, partículas sólidas, benceno y ozono. El primer paso fue la directiva EURO 1, de 1991, que introdujo los catalizadores de tres vías para los vehículos de gasolina. Gracias a esta directiva, dentro de unos meses finalizará la comercialización de coches que utilizan la gasolina súper. En 1994, se aprobó la reducción de un 50 por ciento de las emisiones respecto a la norma EURO 1. Para los vehículos con mecánica Diesel, este paso significó la introducción de los mecanismos de oxidación. La directiva EURO 3 impuso una disminución del 40 por ciento respecto a la norma EURO 2, así como la eliminación de emisiones evaporantes y a bajas temperaturas. Finalmente, la EURO 4 llega a una descenso de emisiones del 50 por ciento respecto a la anterior. Se puede observar que los mayores logros todavía están por delante, pero también que el margen de maniobrabilidad de los fabricantes para reducir la contaminación se va mermando. La postura de los fabricantes actualmente es bastante clara. Consideran que, una vez cumplidos estos compromisos, conseguir una mayor reducción de emisiones mejorando la tecnología del vehículo sólo es posible mediante grandes inversiones que conseguirán logros relativamente pequeños, sobre todo en el sector del transporte por carretera. El compromiso central de la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA) es reducir la media de las emisiones de CO2 de los vehículos nuevos de 186 gramos por kilómetro en 1995 a 140 gramos para el año 2008, lo que representa una reducción del 25 por ciento. Por ello, ACEA da por sentado que no se introducirá ninguna medida fiscal obligatoria tendente a modificar la estructura del mercado y a limitar la diversidad del producto europeo ofertado. Desde 1995, las reducciones se han llevando a cabo de forma progresiva, las emisiones de CO2 de la flota de vehículos nuevos de ACEA han pasado de 186g/km en 1995 a 174g/km en 1999. Por ello, la industria calcula que se podrá alcanzar un valor de 165-170 gramos en el año 2003 y el compromiso central de 140g/km para el año 2008.
Automóvil y ecología, dos conceptos obligados a entenderse
Medio ambiente y automóvil son dos conceptos obligados a entenderse en el mundo actual. Por una parte, es innegable el peso de la industria automovilística en nuestra economía y la importancia del coche tanto en nuestra sociedad y como en la vida cotidiana. Por otro lado, no deja de ser cierto que el uso del automóvil propulsado por motores de combustión tiene un importante impacto medioambiental que nos afecta a todos, tengamos coche o no. Industriales, políticos, ecologistas y ciudadanos son cada vez más conscientes de la necesidad de encontrar un punto medio.