BMW cerrará Rover si no llega a un acuerdo con nadie

Los responsables de la multinacional germana han sido claros: si antes de final de mes no tienen una oferta fiable para comprar Rover, cerrarán la empresa y a otra cosa.

Así, sin contemplaciones, una de las empresas automovilísticas más antiguas de Europa podría desaparecer víctima de la mala gestión, el tradicional aislamiento británico y la excesiva fortaleza de la libra. Después de que el viernes pasado BMW anunciara la ruptura de las negociaciones con la empresa Alchemy, los acontecimientos se han precipitado. Hasta el momento no se sabe por qué se pararon las conversaciones entre la marca alemana y el grupo inversor de capital riesgo. Los sindicatos ingleses han sugerido que la desavenencia viene de la cantidad de pensiones e indemnizaciones a pagar. Según las centrales obreras, Alchemy no quiere asumir tantos costes. Aun así, durante este fin de semana se han vuelto a producir contactos entre ambas empresas. Jon Moulton, máximo responsable de Alchemy, asegura que ha dejado una puerta abierta y que no sería extraño que se retomasen los contactos.
Sea como sea, lo cierto es que ayer martes BMW inició unas nuevas negociaciones con el Proyecto Phoenix, la única alternativa planteada a la oferta de Alchemy. Al contrario que ésta última, Phoenix había asegurado que no despediría apenas trabajadores y que no recortaría la producción. Estos buenos augurios hicieron que hasta el Gobierno tomase partido por esta opción. El único problema es que, por ahora, los responsables de Phoenix no tienen los avales financieros que precisan para hacer frente a la compra de Rover. El líder de este proyecto es John Towers, antiguo presidente de la marca inglesa. Tras los primeros contactos, este directivo asegura que se trabaja en la dirección correcta y que se ha reducido al mínimo el número de focos sobre los que trabajar. Towers lleva días estudiando la documentación económica de Rover y considera que podrá presentar una oferta atractiva para hacerse con una empresa que pierde más de 400 millones de pesetas al día.
Ante esta sangría económica, los responsables de Rover no se lo pensarán mucho. Si lo que les plantea Phoenix no es convincente, echaran el cierre y se perderán decenas de miles de empleos. Los sindicatos ya han enviado una delegación a Alemania para que presione en la misma sede de la compañía y trate de impedir esta catástrofe. Desde el Gobierno británico, Tony Blair ha mostrado su preocupación y ha asegurado que trabajará día y noche para salvar cada puesto de trabajo. Claro que también ha reconocido que su Ejecutivo no podrá entrometerse y que la solución habrá de ser puramente empresarial. Es decir, que no financiará la compra de Rover por parte de Phoenix como le piden los sindicatos.
Desde Downing Street ya se había anunciado un importante paquete de ayudas para aliviar la situación de los trabajadores afectados por el conflicto. Ahora, ningún portavoz oficial ha querido confirmar una posible inyección económica gubernamental. Desde Bruselas, la Comisión Europea ya ha puesto mala cara a las posibles subvenciones. Según la prensa inglesa, Mario Monti, Comisario europeo del Competencia, no es partidario de este tipo de operaciones sin, al menos, cuatro meses de investigaciones y estudios previos. Lamentablemente, el tiempo de Rover se acaba a finales de mayo.
En el marasmo de noticias, rumores y desmentidos, el periódico londinense "The Observer" ha asegurado que BMW planea en secreto el traslado de la producción de Mini a Alemania, dejando a Inglaterra sin la última marca solvente de Rover. Desde la casa matriz alemana se han apresurado a desmentir esta noticia. También han negado, una vez más, que Joachim Milberg, presidente de la marca, vaya a dimitir y a ser sustituido por otra persona como castigo por su fracaso en la gestión de Rover.