Con la llave inteligente en el bolsillo, la puerta del Prius se abre sin resistencia y me permite acceder al puesto de conducción, un poco más alto de lo normal, desde el que todo parece bien a mano. El volante se regula sólo en altura, pero eso no impide que encuentre la postura ideal. Quito el freno de mano –que en este coche es de pie y está situado a la izquierda de los pedales, justo encima del paso de rueda-, pulso el botón P de “párking" que neutraliza esta función, piso el freno y aprieto el interruptor circular de “START". ¿Hemos arrancado? No se oye nada, pero en el tablero digital aparece la palabra “ready", que elimina nuestras dudas. Estamos en marcha, aunque aún en punto muerto.
Muevo la palanca del cambio hacia la posición D y la palanca vuelve a su posición inicial, aunque la orden de marcha se ha cumplido, como comprobamos en cuanto levantamos el pie del freno, incluso antes de pisar el acelerador. La palanca siempre retorna a su posición “de reposo", lo que hace innecesario tener que recordar su situación cuando se quiere insertar cualquier otra marcha. Desde el puesto de conducción la visibilidad es buena hacia delante y hacia los lados. No tanto hacia atrás, porque el espoiler divide el panorama perceptible desde el retrovisor. El asiento es cómodo, recoge bien; el tacto y manejo del volante, impecable. En un primer contacto nunca se llegan a aprender las funciones integradas en el volante, pero quien lo compre tendrá tiempo de sobra para memorizarlas y comprobar si le parecen ergonómicas. Yo, de momento, pruebo el control de voz y, con mi mejor inglés, ordeno al climatizador “chuenchi digrís", lo que el ordenador de a bordo repite y ejecuta al instante. Mi copiloto en este trayecto parece también contento. Dice que se siente cómodo, abre las guanteras y las encuentra espaciosas, en el hueco lateral ha puesto su móvil y los mapas de la ruta que Toyota nos ha preparado por los alrededores de Florencia y, según comprueba, los huecos para botellas situados entre nuestros asientos se encuentran ocupados por sendos recipientes. La ruta puede dar comienzo.Las primeras maniobras, para salir del párking y callejear un poco hasta llegar a las vías principales, revelan una dirección suave –asistencia eléctrica, por supuesto-, un acelerador obediente y progresivo, pero un freno que va a requerir cierto aprendizaje, porque parece tener como dos recorridos: en el primero, retiene, pero no parece frenar mucho, hasta que, al llegar el segundo tramo, la mordiente actúa a fondo y clava el coche. Unas cuantas frenadas después, el modus operandi está controlado y el copiloto deja de dar cabezadas en cada semáforo. Cuando nos incorporamos a la autopista, empiezan a aclararse las primeras dudas sobre las prestaciones de este Prius 2003. Circula con aplomo, la dirección se va endureciendo a medida que aumenta la velocidad y ésta… bueno, alcanza su valor punta sin demasiadas preocupaciones. Y sin apenas ruido aerodinámico. Sí llama la atención el sonido del motor al acelerar –suena como los típicos automáticos por variador continuo, como si acelerase un vespino- aunque no hay ningún tirón correspondiendo con los cambios de marcha (como sería típico de otros automáticos).El siguiente tramo nos lleva por una carretera más bien estrecha de curvas que se van enlazando. En estos trazados revirados, la suspensión trabaja con eficacia y la conducción se convierte en una actividad de lo más divertido. El chasis transmite estabilidad y la combinación de volante y acelerador va desgranando cada giro sin que se atisbe ninguna situación comprometida. Cuando llegan las travesías y los pequeños atascos ciudadanos, la comodidad de la transmisión automática se hace patente y es uno de los casos en que estaría indicada la modalidad de conducción “EV", que se puede activar pulsando el botón pertinente situado a la izquierda del volante. En este modo, el Prius sólo utiliza el motor eléctrico, lo que ahorra combustible al usuario y emisiones al medio ambiente, por no citar la ausencia total de ruido. Su autonomía es limitada y la velocidad máxima no debe exceder los 50 km/h, así que otros usos recomendados son la entrada y circulación por párkings, al llegar a casa de madrugada…