La familia, el coche y uno más

Viajar en coche con una mascota supone algo más que abrir el portón trasero y hacer subir al perro, al gato, a la tortuga o a la serpiente que cada uno tenga como animal preferido. Significa una serie de cuidados exclusivos, una preparación exhaustiva del trayecto y la aplicación del sentido común en un apartado en el que, desgraciadamente, en nuestro país existe un vacío legal enorme.

Una vez en ruta, hay que tener en cuenta que no es lo mismo viajar en verano que en invierno. Por un lado, una temperatura excesiva, superior a los 35º C puede provocarle lo que, coloquialmente, se conoce como un golpe de calor , mientras que, en el caso contrario, el principal peligro que le afecta es la hipotermia. No se debe, bajo ningún concepto, dejar a la mascota en el interior de un coche aparcado y con las ventanillas subidas. Si la humedad es excesiva, podría provocarle un colapso. De ahí que, cuando el conductor se tome un respiro, la mascota también. Lo recomendable es detenerse cada dos horas y media o tres para que el animal estire sus piernas y se recupere de una largo periodo de inmovilidad. Abrir las ventanillas del vehículo en marcha también es perjudicial por el riesgo que hay de que el animal saque la cabeza por la ventanilla. Partículas de suciedad pueden penetrar en sus ojos, orejas o nariz causando heridas o infecciones, como otitis, conjuntivitis, etc. Además, la inhalación de aire frío en los pulmones puede ser mortal. Usuarios con coche sin aire acondicionado, tienen a su disposición en tiendas especializadas redecillas de nylon que permiten tener la ventanilla abierta sin peligro para el inquieto pasajero. Asimismo, evite que su perro o su animal corretee dentro del vehículo. Si no se dispone de transportín, se recomienda la utilización de arneses o cinturones de seguridad específicos para animales que mejoran la seguridad del conductor y del animal.