La movilidad eléctrica está en la agenda europea, de los países, de las comunidades autónomas, de las ciudades, de los fabricantes de automóviles con tremendas inversiones en la transformación tecnológica y, también, de los ciudadanos. Según los estudios de mercado que utiliza José Bogas, consejero delegado de Endesa X, se dibuja en 2040, dentro de sólo 22 años, un panorama en el que el 55 por ciento de las ventas totales ya serán vehículos eléctricos.
Hoy, en España, no alcanzan aún la frontera del 1 por ciento, pero un 40 por ciento de los clientes manifiesta su interés en comprar un coche eléctrico de desaparecer pequeñas barreras de oferta, autonomías o precios. Y, precisamente, se transformaría en un 90 de contar estos coches con precios más asequibles.
El 90 por ciento del tiempo que un vehículo está funcionando lo realiza entre el trabajo y el domicilio del cliente, con desplazamientos, por lo general, no mayores de unos 50 km. Por tanto, la solución ideal es situar el punto de carga, con un aparcamiento propio, en el domicilio, lo que permitiría no tener que repostar fuera de él. Otra solución sería dotar a las empresas de puntos de carga, no sólo para empleados, también para su flota. Esto lleva a la conclusión de que el desarrollo de la infraestructura privada es particularmente relevante y, por eso, es esencial ofrecer el servicio de recarga en el momento de la compra del vehículo, ligando a este acto la infraestructura.
De estos estudios arranca la necesidad de 100.000 puntos de recarga en infraestructuras privadas (clientes residenciales y empresas, con un reparto equilibrado), a los que habría que sumar los repostajes durante el 10 por ciento restante de la vida del automóvil, en el que se sale del recorrido trabajo-domicilio, y que sumarían 8.500 puntos de carga. Estos se instalarán, independientemente de la evolución que tengan las ventas de vehículos eléctricos (y a las que sí se ligan esos 100.000 puntos anteriores) en el periodo 2019-2023.
