La Fórmula 1 actual tiene varios problemas, algunos heredados del pasado y otros que han surgido nuevos, pero hay un problema endémico y ese es de difícil solución. Las reglas de un deporte no las pueden dictar los que participan y mucho menos tomar decisiones de cómo aplicarlas. Es la única categoría en la que los que participan mandan en el reglamento y sus evoluciones. Este problema viene desde la época en que Bernie Ecclestone comenzó a gestionarla. El inglés tenía el respeto de todos, y de alguna forma se hacía lo que él decía. La técnica era menos compleja y era más fácil controlar las normativas.
La evolución de los monoplazas ha sido tan compleja que es imposible hacer un reglamento claro y conciso, pero que contente a todos. Eso es lo que no puede hacer la F1, tratar de contentar a todos los participantes haciendo trajes a medida. Parecía que con la llegada de Liberty se podría tener un reglamento claro al abrigo de cambios y presiones de los equipos, pero lejos de eso, las cosas se han complicado mucho más.
La FIA ha querido poner orden, pero se han visto obligados a comenzar a ceder ante el chantaje de los equipos, sabedores de su fuerza, y eso es lo que no puede ser. La FIA debiera hacer un reglamento, y el que quiera estar que esté y el que no, que se vaya. Para ello debiera ser mucho más restrictivo y sin concesiones a ningún equipo.
Los cambios de criterio dentro de los equipos se han sucedido en cuanto a los coches “clones” o copiados directamente. Nikolas Tombazis reconoció que será imposible impedir que haya copias, pero que van a tratar de impedir que sean tan descaradas como el Racing Point de este año.
Ferrari hace unos días apostaba por los coches “cliente”, pero súbitamente ha cambiado de criterio y está en contra. Quizás se han dado cuenta de que nadie iba a comprar su coche poco competitivo, y que Mercedes vendería los suyos como rosquillas a equipos que, con la reducción de presupuesto, van a llegar seguramente a la F1 y Dmitry Mazepin podía ser el segundo cliente de Mercedes. Ferrari ha visto que las “copias” de los Mercedes van muy bien y que su mercado de coches cliente iba a ser limitado, así que mejor cambiar de idea.
Racing Point sigue utilizando los conductos de aire de los frenos que fueron declarados ilegales y Renault sigue protestando. Ahora se han unido más equipos a la protesta. Lawrence Stroll ha iniciado una cruzada en solitario y con su potencial económico podría de alguna forma hacer saltar más que chispas y poner patas arriba a alguno de los que parecen intocables.
Los equipos no quieren que haya más escuderías para preservar sus ingresos y sus privilegios, y la FIA apuesta por abrir la mano a otras escuderías. Stroll puede convertirse en un Red Bull y tener dos o más equipos, apoyando económicamente a alguna escudería para que entre en 2022. Los italianos de Prema serían los primeros candidatos, y ya se sabe que si cuentas con más de un equipo, tienes más fuerza.
La F1 no podría sobrevivir sin los mecenas como Lawrence Stroll, Michael Latifi, Dietrich Mateschitz o el CEO de BWT Andreas Weissenbacher. Ahora se cuestiona mucho la figura de Lance Stroll, pero quizás sea porque Lance ha sobresalido económicamente más que otros a la hora de subir escalones. Mazepin el día que llegue a la F1 será cuestionado de igual manera; la pléyade de pilotos rusos que hay en las categorías inferiores están llegando a base de billetes. Pero no solo rusos, sino cualquiera de los pilotos que van llegando vienen apoyados por mecenas o padres pudientes. ¿Cómo hubiera llegado Fernando Alonso sin la figura de Flavio Briatore? A James Hunt le ayudó Lord Hesketh, Mario Andretti contaba en Lotus con David Thieme y Essex como mecenas. El príncipe BIRA hace 70 años en Silverstone, seguro que no estaba allí por ser el mejor piloto. Los gentleman driver de toda la vida compraban los coches mejores y corrían con ellos. Esto ha existido siempre y no se entiende muy bien por qué ahora todo el mundo se rasga las vestiduras, cuando por ejemplo en McLaren, Lando Norris llegó al equipo de la mano de Zak Brown, íntimo amigo y socio del padre de Lando y a su vez manager del piloto británico.
La envidia es muy mala y todos los que antes iban tirando de la chaqueta de Lawrence Stroll a ver qué le pillaban, se han dado cuenta de que con su propio equipo ya van a pillarle muy poco o nada, y se le han colocado enfrente.