Fiat 1300

La firma turinesa lanzó en 1961 esta luminosa berlina en versiones 1300, 1500 y Familiar, con una estética inspirada en la del Corvair, el bello seis cilindros todo atrás de Chevrolet que tanto dio que hablar. El Fiat, en cambio, es tan honesto y racional que jamás hizo correr ríos de tinta.

Fiat 1300
Fiat 1300

La unidad que les mostramos está fabricada y matriculada a finales de 1961, su primer año de producción. Aunque su placa hará pensar a muchos que no hemos tenido que viajar para efectuar el reportaje fotográfico, les diremos que este coche ha estado casi toda su vida en Vizcaya, que es donde vivía su primer propietario y donde reside Javier, su dueño actual. Contemplándolo de lado, en el Fiat 1300 llama la atención la armonía de su perfil, en el que priman los trazos horizontales y una cierta búsqueda de la simetría entre las mitades delantera y trasera. En el frontal, donde destacan sus dobles faros redondos, se aprecia la influencia del Plymouth Valiant de 1960 en el diseño de la zona superior de las aletas delanteras, al tiempo que ayuda a fijar el perfil cromado que recorre todo el contorno de la carrocería, en un estilo parecido al que creó escuela con el Chevrolet Corvair aparecido en 1960.También se percibe desde afuera que en su habitáculo penetra la luz sin dificultad, gracias al parabrisas curvo y la luneta trasera panorámica, así como a unos montantes bastante finos. En el caso concreto de esta unidad, también influye el tono claro de la tapicería original, muy bien conservada gracias a que los anteriores dueños siempre la tenían protegida con fundas. Al acceder al puesto de conducción, nuevamente volvemos a encontrarnos con una estética influenciada por el estilo en boga al otro lado del Atlántico. El volante, similar al de nuestro Seat 1500, pero situado más cómodo para el conductor, menos vertical y más bajo, lleva también el mando del cambio a su lado derecho y el claxon en el aro central cromado. El salpicadero, con formas simétricas para el conductor y el acompañante, cuenta con un cuadro de instrumentación que sigue esa misma línea, velocímetro de cinta incluido, aunque alegrado por la presencia multicolor de ocho luces testigo.Siguiendo una costumbre muy afianzada en la firma turinesa, la carrocería del Fiat 1300 está muy bien aprovechada para tratarse de un coche de cuatro metros de longitud, admitiendo a cinco ocupantes con una holgura superior a la de otros modelos de su misma categoría. A este respecto, apenas se notan diferencias en anchura con nuestro Seat 1500, que conserva una distancia para las piernas de los pasajeros traseros algo superior a costa de una carrocería casi medio metro más larga. Donde no hay duda es en la superior altura al techo de los Fiat 1800/2100/2300/Seat 1500, cuya carrocería varios centímetros más alta hace que tengan un buen margen entre las cabezas de los pasajeros y el techo, algo que en el Fiat 1300 puede plantear problemas a quienes midan por encima de 1,80 m.La postura al volante está muy bien estudiada, con los mandos fundamentales en su sitio oportuno, al menos para las tallas latinas. La excepción está en el freno de mano, que va casi pegado a la izquierda del túnel de transmisión con un doble objetivo: el primero es el no verse obligados a reducir la anchura de los confortables asientos delanteros; el segundo, dejar bien claro a sus usuarios que se trata de una cómoda berlina familiar, no de un deportivo.Según vamos fijándonos, descubrimos en este Fiat 1300 una gran cantidad de accesorios prácticamente desconocidos por los usuarios españoles de la época, como es el caso del reostato de iluminación del cuadro, el encendedor de cigarrillos, el flexo buscaobjetos, la radio Blaupunkt con antena eléctrica y dos altavoces que se podía encargar bajo pedido, los testigos de freno de mano y de reserva de combustible , la luz de marcha atrás, el cuentakilómetros parcial, la guantera cerrada y con luz, la iluminación en el motor y en el maletero, el bloqueo antirrobo de la dirección, los asientos reclinables, los ceniceros o el claxon de dos tonos. Y lo mejor es que todo esto va acompañado de un acabado interior que inspira una inequívoca sensación de robustez, muy al estilo del Seat 1500.Cuesta una barbaridad mover la dirección en parado, que es del tipo de tornillo y rodillo tan querido por los Seat de los años sesenta y parte de los setenta, excepción hecha del 127, lo que hace recomendable mover el volante con el coche en marcha. Y eso a pesar de que Javier prefirió instalar unos neumáticos 145/80-13, algo más estrechos que los diagonales de origen, para de paso acortar un poco el desarrollo. Aunque este Fiat pesa casi una tonelada, el motor de carrera larga consigue mover con soltura la carrocería gracias a su elasticidad, lo que permite salir en segunda casi desde el ralentí o rodar en llano a 90/100 km/h en cuarta sin que el coche exija cambiar de marcha ante el menor repecho. Mejor así, porque la palanca del cambio, que vuelve a recordarnos a la del Seat 1500, exige movimientos pausados y precisos, expresando una vez más que no es el coche ideal para inscribirse en rallies de velocidad. En cambio, la buena postura de conducción, el confort general y el rendimiento del motor animan a efectuar viajes por carretera a buen ritmo, sobre todo si el asfalto está seco y en óptimas condiciones. En ese tipo de situación pudimos rodar durante parte del trayecto que realizamos el día de la sesión fotográfica, comprobando que este Fiat 1300 tiene un comportamiento noble y progresivo. Otra cosa es cuando llueve, sobre todo si además el pavimento está bacheado, pues la zaga se pone nerviosa e invita a tomarse las cosas con calma. Al equipo de frenos original, este ejemplar añade un servofreno Urra que sin duda contribuirá a suavizar la fuerza que el pie derecho ejerce sobre el pedal, pero desde luego no hace milagros para detener el coche en distancias de F1. Este Fiat frena bien, pero conforme al planteamiento de un vehículo familiar en conducción turística, lo que no es poco cuarenta y dos años después de su salida al mercado. Su hábitat natural eran las carreteras tipo REDIA de los años sesenta y setenta, donde es agradable circular a 100/120 km/h e ir contemplando el paisaje. Como dice Javier, que acude con su Fiat a todas las concentraciones de clásicos que puede, "mis favoritas son las nacionales, hoy tan en desuso y abandonadas por el grueso de los usuarios a favor de las rápidas autovías y autopistas. Gracias a esta situación esas carreteras hacen las delicias de los amantes de los clásicos. ¡Hombre! en autovías y autopistas también se defiende, pero está claro que no es su ambiente y que cualquier autobús bien llevado te puede poner en aprietos; no digamos nada de las modernas furgonetas de reparto, que andan a 150 km/h como quien lava".Y dejamos para el final el apartado más vulnerable de este tipo de coches, que es la tendencia de la carrocería a oxidarse. Tal y como está publicado en una revista suiza de la época, "en enero, después de un aparcamiento prolongado en una calle nevada, hemos detectado algunas señales de óxido en la carrocería". Y si esto sucedía con un coche recién estrenado, imagínense los cuidados que tienen que dedicar a estos coches sus actuales usuarios. En el caso del ejemplar de las fotografías, el dormir siempre en garaje durante más de cuatro décadas ha sido fundamental para que el avance de la corrosión haya sido más lento. Por lo demás, Javier está encantado con su Fiat, cuyos únicos achaques han sido una bomba de agua averiada a medio kilómetro de casa (entre las piezas que el anterior dueño le dejó en un cajón había una bomba de repuesto), y un bombín de freno recalcitrante en la rueda trasera derecha. De hecho, cuando lo compró en marzo de 1999, el vendedor le dijo "llévatelo, no te vas a arrepentir porque el coche anda perfectamente. Si no estás a gusto, vienes, te devuelvo el dinero y ya está". Pero Javier no volvió nunca más.