A comienzos de los años cincuenta, los constructores norteamericanos se quedaban sorprendidos ante las ventas que conseguían los fabricantes europeos, como Alfa Romeo, Austin-Healey, Jaguar, MG o Porsche. Y, lo más llamativo era el tipo de automóviles que conseguían su diminuta porción de tarta en el apetitoso mercado estadounidense: coches compactos para lo habitual en Estados Unidos, con una carrocería coupé o spider y un acentuado espíritu deportivo, como era el caso de los Austin-Healey 100-4, Jaguar XK 120, MG TD o Porsche 356.Ante esta inesperada tendencia de un pequeño pero influyente grupo de automovilistas, los técnicos y diseñadores de General Motors se pusieron manos a la obra y en el Motorama celebrado en enero de 1953, en el hotel Waldorf Astoria de Nueva York, se presentaba, entre otras propuestas innovadoras, el Chevrolet Corvette. Para entonces, la tradicional y conservadora Ford ya estaba rumiando la idea de crear un nuevo tipo de automóvil más ligero y compacto de lo que se fabricaba hasta ese momento. Hacían falta nuevos aires en la firma del óvalo, por lo que contrataron al ingeniero George Walker y le encargaron el desarrollo de un modelo con peso máximo de 1.200 kg, repartidos a partes iguales en ambos ejes, que compartiese las señas de identidad con el resto de los modelos de Ford y que, además, fuese más cómodo y más rápido que el Chevrolet Corvette. El nombre elegido para el nuevo modelo fue Thunderbird "el pájaro de la tormenta", que se tomó de la mitología india y tenía un evidente parecido con las denominaciones de los aviones militares americanos Thunderjet y Thunderstreak. Este primer Thunderbird se comenzó a producir en septiembre de 1954, era un biplaza con una batalla de 2,59 metros, la misma longitud que el Chevrolet Corvette. Propulsado por un motor V8 de 193 CV y dotado de unas suspensiones más blandas y confortables que las de su rival, el Thunderbird tenía un precio superior en sólo diez dólares al del Chevrolet Corvette de 6 cilindros, era más potente y tenía bastantes más detalles, lo que se tradujo, en 1955, en 16.155 unidades fabricadas y vendidas del Ford frente al 674 del Chevrolet. No se trataba precisamente de unas cifras demasiado espectaculares, pero si tenemos en cuenta que se trataba del modelo Ford con el precio más elevado y que la marca del óvalo se aventuraba con él en una nueva categoría, la de los coupés y cabriolets potentes y lujosos, bien equipados y con un diseño de inspiración aeronáutica, el Thunderbird comenzaba su andadura con una aceptación suficiente. De cara a la temporada de 1958 aparecía la segunda serie Thunderbird, que dispone de una carrocería de mayor tamaño para albergar a cuatro ocupantes y sólo con un motor disponible, un V8 de 5,8 litros y 300 CV de potencia. Para conseguir una altura escasa con respecto al suelo, la estructura del bastidor es de tipo monocasco, algo muy poco frecuente hasta los años setenta en la producción norteamericana, y en este nuevo Thunderbird se utiliza este apelativo como si se tratase de la marca a la que pertenece. Esta segunda serie permanecería en producción hasta 1960 y en sus dos últimos años podía disponer de un motor de 7 litros y 350 CV, figurando entre sus opciones la posibilidad de elegir entre 76 combinaciones de pintura, elevalunas eléctricos, dirección asistida, asiento del conductor con regulación eléctrica o climatizador y accesorios, que por estos lares eran poco menos que inimaginables. En conjunto, la segunda serie resultó todo un acierto comercial para un coche tan lujoso, pues de ella se construyeron casi doscientos mil ejemplares. Llegamos así a la tercera generación del Thunderbird en 1963, que es la del descapotable que les mostramos en las fotografías. Esta nueva serie se caracteriza por sus formas suaves, con la excepción de unas nervaduras que parten a cada lado desde la punta superior del paragolpes delantero, se prolongan a lo largo de la cintura y llegan hasta los voluminosos cerquillos cromados que rodean a los pilotos traseros. En cambio, los pasos de rueda siguen conservando las formas características del primitivo Thunderbird. Debajo del capó se aloja el mismo motor V8 todo de fundición ya visto en los modelos precedentes, pero ahora con mayor diámetro y carrera hasta llegar a los 6.384 cm3, un cubicaje que le permite conseguir una potencia máxima de 304 CV SAE al tranquilo régimen de 4.600 rpm y, más importante aún, un vigoroso par máximo de 59,1 kgm SAE a sólo 2.800 rpm. La unidad que ven en las imágenes corresponde a la temporada de 1963, cuyos modelos se diferencian a primera vista de los de 1961 y 1962 por los tres elementos cromados situados en la zona central de ambas puertas. También se caracterizan por las lamas verticales de su calandra, así como por una nervadura que recorre el lateral desde el comienzo de la aleta delantera hasta poco después de coronar los mencionados elementos cromados, detalle estético que ya se había utilizado en los Ford Thunderbird que habían fabricado en las temporadas que van desde 1958 hasta 1960.Su longitud supera por poco los cinco metros, por lo que podía considerarse en su época y en su país de origen como un automóvil "compacto", sobre todo en comparación con berlinas del imponente tamaño de un Cadillac Fleetwood un Lincoln Continental.
Ford Thunderbird de 1963
Bajo una envoltura de inspiración aeroespacial, en este descapotable para cuatro resulta muy agradable rodar despacio, dejándose mecer por los rayos del sol y el ronroneo del motor V8. Pero, si nos da por pisar a fondo el pedal derecho, desataremos la furia del Pájaro de la Tormenta y creeremos haber entrado en fase de despegue.
