Los medicamentos que tratan las alergias se llaman antihistamínicos y, sí, mitigan los síntomas, pero a cambio generan somnolencia y nuestra capacidad de reacción disminuye considerablemente. Esto tiene efectos muy directos en la conducción. Según un informe de la organización colegial de médicos, los fármacos encontrados con más frecuencia en la sangre de las víctimas de tráfico son antishitamícos y ansilióticos, estos últimos usados para combatir la ansiedad y el insomnio. Sin embargo, desde hace unos años, han salido al mercado una segunda generación de estos fármacos. Sus efectos secundarios son menores, pero también los tienen. A veces, provocan mareos, cefaleas, dolor muscular, sequedad de boca, dolor de garganta y síntomas gastrointestinales y en este último caso, si se es propenso a tener problemas estomacales, el médico puede recomendar que no se ingieran. Otro problema añadido es el alto índice de automedicación que existe en España, por un lado, y la falta de información que recibimos los consumidores, por otro. Desde distintos sectores, desde hace años, se reclama que los medicamentos indiquen en sus envases su influencia en la conducción. Así que lo primero que tienes que hacer (aunque parezca de perogrullo) es ir al médico. Y no a tu médico de cabecera, sino a un especialista. Éste te recomendará el tratamiento qué debes seguir y además puede resolver todas tus dudas, también las que afecten a la conducción.
No se te ocurra ir directamente a la farmacia a conseguir antihistamínicos de segunda generación: a lo mejor tú no puedes tomarlos y tampoco son la panacea, aunque sí es cierto que los de primera tienen más contraindicaciones. Este tipo de medicamentes se utilizan desde hace más de 40 años, producen mucha somnolencia y alteran las funciones psicomotoras, que son las que nos permiten analizar e interpretar una información y emitir una respuesta. Hay, incluso, estudios que aseguran que la capacidad de conducción de un paciente bajo los efectos de estos fármacos es idéntica a la de una persona con un nivel de alcohol de 0,5 gramos en litro de sangre.
Los antihistamínicos de primera generación que más afectan a la conducción se comercializan con los nombres de Benadryl, Frinova, Polaramine, Proactidil y Tavegil. Los que resultan menos "agresivos" son Alavert, Allegra, Clarinex, Clarityne, Simprox y Zyrtec, todos ellos de segunda generación.