En estos tiempos donde la conciencia responsable y sostenible empieza a hacerse un hueco importante en el mundo del automóvil (y de los conductores), los vehículos que utilizan la electricidad para moverse siguen ganando adeptos. Especialmente los coches híbridos eléctricos convencionales, que siguen representando el mayor volumen de vehículos electrificados en carretera y se siguen demostrando como la solución óptima para moverse en modo eficiente por la ciudad, poder salir a la carretera con autonomía suficiente para afrontar un viaje largo y, además, sin la necesidad de preocuparse por enchufarlo a la corriente.
Un vehículo híbrido eléctrico funciona gracias a la combinación de un motor de combustión, generalmente de gasolina, y un motor eléctrico, de ahí que adquiera las ventajas de ambos: consume muy poco en el entorno urbano, es silencioso cuando se mueve en modo eléctrico y tiene la autonomía de un coche convencional. Ambos motores pueden funcionar por separado o trabajar en forma conjunta.
Con el paso de los años, las nuevas generaciones de vehículos eléctricos mejoran en eficiencia y en su tecnología de gestión inteligente de ambas fuentes de energía, manteniendo sobre todo un bajo coste de mantenimiento. Siempre, además, siendo compatibles con las normativas europeas anticontaminantes, cada vez más restrictivas, y en el caso de España, ganándose por derecho propio la etiqueta ECO de la DGT.
Coches híbridos eléctricos: dos en uno
Por un lado, un coche híbrido eléctrico cuenta con un motor eléctrico, que entrará en acción en aquellos escenarios en los que el motor de combustión resulta menos eficiente: por ejemplo, al conducir por la ciudad, al salir de los semáforos, al aparcar… todo en modo cien por cien eléctrico y sin emisiones a la atmósfera.
Por el otro, cuenta con un motor de combustión (diésel o gasolina), que se activará cuando ya se circulen a velocidades más elevadas, aunque podrá trabajar de forma conjunta con el motor eléctrico cuando el conductor requiera un extra de potencia, como en adelantamientos o en cuestas. De esta forma, el vehículo ganará impulso sumando la potencia de ambas mecánicas.
La electricidad se almacena en una pequeña batería, de la que sale y entra constantemente y muy rápido la electricidad utilizada para impulsar el vehículo (una batería grande pesaría más y afectaría directamente a su rendimiento). Un vehículo híbrido eléctrico puede además regenerar esta electricidad, gracias a la energía cinética que un generador recupera en las frenadas y la transforma de nuevo en electricidad. De esta forma, un coche híbrido eléctrico no necesitará ningún otro abastecimiento de energía que el que va produciendo durante la marcha.
