Hace 26 años BMW inauguraba la movilidad del futuro. Fue en el Salón del Automóvil de Frankfurt de 1991 donde dio a conocer un automóvil diferente al resto: el BMW E1, un modelo que, aunque mantenía su característica propulsión, debajo de su capó se encontraba una mecánica eléctrica. Causó tal sensación que se convirtió en uno de los principales focos de la exposición. Pero, ¿de dónde salía este coche?
La división de desarrollo técnico y tecnológico del grupo, BMW Technik GmbH, recibió el encargo de sacar adelante este vehículo partiendo de cero. Tenía que ser un automóvil con un rendimiento adecuado para el uso diario, una autonomía razonable, espacio para cuatro adultos con equipaje y unos elevados estándares de seguridad, manteniendo su peso al mínimo.
Diez meses después, BMW expuso el concept E1, un vehículo urbano con un sistema de propulsión 100% eléctrico. Medía 3,46 metros de largo, 1,68 de ancho y 1,50 de alto, lo que hoy se consideraría un modelo del segmento A. Contaba con una gran distancia entre ejes que, unida al avanzado estudio de diseño y ergonomía realizado por BMW Technik permitía disponer de un interior amplio y versátil, con capacidad para desplazar cómodamente a cuatro adultos con su equipaje como se pidió.
El bastidor estaba construido con aluminio extruido y la carrocería se elaboró con elementos de plástico creados a partir de polímeros reciclables. Es un planteamiento similar al del BMW i3, que añade a esta fórmula la fibra de carbono. Contaba con unas baterías de larga duración (se preveían 5 años a pleno rendimiento) de 200 kilos. En materia de seguridad contaba, por primera vez, con estructuras de absorción de golpes delantera y trasera para adoptar una mayor protección tanto a los pasajeros como a las baterías.
Innovador en todos los terrenos
En 1993, BMW desarrolló sus nuevas baterías Zebra, que mediante el uso de una combinación de Socio, Níquel y Cloro, permitieron mejorar el rendimiento del BMW E1 y desarrollar otro concepto pionero: el sistema de regeneración y recuperación de energía a partir de la deceleración y la frenada.
Contaba con una autonomía declarada de 160 kilómetros. Desde una toma de corriente convencional, las baterías se cargaban en 6 u 8 horas, un tiempo muy similar al actual. Y si el coche se enchufaba a un cargador de alta potencia, el tiempo se reducía a tan sólo dos horas. Su mecánica entregaba una potencia de 32 kW (43 CV), alcanzaba una velocidad máxima limitada a 120 km/h, con una aceleración de 0 a 50 km/h en 6 segundos.
La arquitectura electrónica del BMW E1 también era innovadora. La batalla contra el peso hizo que los ingenieros de BMW Technik realizaran un profundo trabajo de simplificación. Donde antes se precisaban numerosas conexiones y centralitas, el BMW E1 estableció importantes avances que han desembocado en las modernas arquitecturas actuales. Además, el BMW E1 también fue pionero en diseño, aerodinámica y ergonomía.
¿Por qué no se fabricó en serie? BMW construyó cinco prototipos diferentes del BMW E1. Incluso presentó una versión actualizada del modelo, destinada al mercado norteamericano. Sin embargo, no llegó a producirse en serie porque la tecnología de las baterías de hace 25 años no lo permitía. Además, no había suficiente demanda ni conciencia en la sociedad respecto a la movilidad eléctrica. Y el entorno legislativo y de infraestructuras tampoco estaba preparado para la llegada de los coches eléctricos a principios de los 90.
Sin embargo, se podría afirmar que con el BMW E1 nació la movilidad del futuro y será recordado porque en el año 1991 mostró cómo iban a ser los coches 26 años después. Los BMW i3 y BMW i8 son herederos directos de este automóvil.
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