La estrategia técnica de reducir la cilindrada para rebajar el consumo de combustible y recurrir a la sobrealimentación para mejorar la prestación, ha puesto en la actualidad a los motores de gasolina, con unas configuraciones que incluso nos cuesta asimilar. El ejemplo más representativo es el sorprendente motor 1.0 de tres cilindros y 125 CV del Focus, una miniaturización mecánica cargada de soluciones técnicas, como la sobrealimentación, la inyección directa y la doble distribución variable (admisión y escape), que a mi, particularmente, me ha supuesto un antes y un después, por la enorme calidad de funcionamiento y alta prestación que me ha transmitido este diminuto tricilíndrico en un coche como el Focus.
En el otro extremo, se sitúa el 1.4i-VTEC de 100 CV del Civic, un motor relativamente convencional para lo que se estila: cuatro cilindros, atmosférico, "alta" cilindrada, inyección indirecta, simple distribución variable (admisión) por cadena (te ahorras su mantenimiento, un coste importante que debes tener en cuenta con las correas del Focus y Mégane)... y algo más. Todavía recuerdo el comentario de un amigo mecánico, exaltándome la excepcional calidad mecánica de los motores Honda: sus tolerancias, sus fricciones, sus mecanizados... Sus estándares, me decía, estaban en otra dimensión, era pura orfebrería mecánica. Y por aquí debe venir la extraordinaria finura de funcionamiento del 1.4 i-VTEC. Como todo motor Honda, atmosféricos por principios, buscan por la cilindrada o por revoluciones sus prestaciones, nunca por el fácil camino de la sobrealimentación, y de ahí esas tolerancias, esas fricciones, esos mecanizados y a la postre ese refinamiento percibido.
Por todo esto, me choca que como estrategia para el rápido calentamiento del catalizador, el ralentí inicial, cuando pones el motor en marcha tras una larga parada, se fije durante unos largos segundos entre 1.500 y 2.000 rpm y esto tras una helada noche da grima. Los principios de fabricación del 1.4 i-VTEC deben aplicarse también a rajatabla a su caja de cambios, a tenor de su impecable tacto, como poquísimas cajas de cambio hay en el mercado.
Por último, entre uno y otro, el Mégane apuesta por un sofisticado 1.2 TCe de cuatro cilindros y 115 CV, que como el 1.0 Ecoboost, también recurre a la sobrealimentación, a la inyección directa y a la doble distribución variable. Asombra, igualmente, por la calidad y cantidad de su empuje, impropio si solo nos atenemos a los números de su motor. Y quizás por su mejor equilibrado natural frente al 1.0 tricilíndrico del Focus, el 1.2 TCe también se muestra exquisito por su enorme suavidad de giro, casi, o sin casi, como el 1.4 i-VTEC del Civic.
De la teoría a la práctica
De inmediato, Focus y Mégane te transmiten un rodar más fácil, más espontáneo, más rotundo tanto en el callejeo como en carretera. La sobrealimentación es crucial para hacer plenamente solventes y operativos a los motores desde muy bajas revoluciones y en mayor medida cuando tratamos con poca cilindrada.
El trabajo que esconde el motor del Civic no le cunde cuando hablamos de agrado de conducción, si entendemos por esto, una buena respuesta, por fuerza, desde el mismo inicio de marcha, y despreocupadas reaceleraciones a base simplemente de acelerar más o menos. El Civic adecua los desarrollos de cambio a su circunstancia, y esto conlleva que siempre gira a un mayor número de revoluciones, para nunca igualar la respuesta de sus adversarios, aunque también es cierto que es el menos potente.
Si vienes de jubilar tu turbodiesel, te encontrarás con el Civic recordando los coches de antaño, en el que la caja de cambios (quizás por esto resulta tan gratificante utilizarla) es parte muy activa de la conducción. Aunque ahora que lo pienso, ¿esto es un problema o un estímulo? En cualquier caso, como opción mecánica urbana y de extra-radio me parece fantástico este Civic, por lo agradable que resulta su funcionamiento, pero no si habitualmente te mueves por carretera. También te digo que es consecuente con lo que anda, y es el coche que menos nos ha consumido.
Que el Focus sea el más prestacional, el más resolutivo cuando aceleramos, puede ser sorprendente si nos ceñimos a su cilindrada, pero no deja de ser el más potente y por tanto esperable su buen andar. Pero lo que de verdad sorprende es lo excepcional que resulta en todo su rango de giro. Es el más sólido desde muy bajas vueltas; hablamos de rentabilizar su empuje por debajo de 2.000 rpm en marchas largas, como muy arriba. Y este carácter es el que marca más diferencias con el Renault. El 1.2 TCe no permite una conducción tan despreocupada como el 1.0 Ecoboost, y en las recuperaciones, en los adelantamientos, se siente menos rápido. El 1.0 Ecoboost no sólo es más reactivo. Arriba, sin ser su especialidad, mantiene cierta sensación de empuje pasadas las 5.000 rpm, cuando el 1.2 TCe resulta plano y te roba sensación de aceleración, siempre desagradable en un adelantamiento. También quizás parece que anda menos de lo que lo hace por su exquisita suavidad de giro en una zona, donde los 3 cilindros del 1.0 Ecoboost se delatan por su atípico ruido y mayores vibraciones percibidas.
Cara o cruz
Si ya has elegido motor y no coincide con tu diseño favorito, vamos a destacar los aspectos más brillantes de cada coche, porque globalmente me parecen tres compactos de partida de libro, sin nada que los minusvaloren en ningún aspecto. Antes de nada, decirte que dinámicamente me parecen muy equilibrados. Son muy cómodos y también muestran los tres muy buenas maneras para ser conducidos sin reparos entre curvas. Me gusta mucho la dirección del Focus, la que más me transmite y la más directa en el guiado del coche. Sin saberlo, el Civic me transmitió ser el coche más ligero y esto en curva naturaliza mucho las reacciones. El Mégane tiene la configuración muelle/amortiguador más firme, más deportiva si me los permitís, y siendo igualmente cómodo me gusta su equilibrio para rodar por todo tipo de trazados.
Por último, te destaco el enorme maletero del Civic (cierto que a costa de incluir un equipo reparapinchazos), el equipamiento de seguridad del Focus –su limitador de carril actúa sobre la dirección si detecta una salida– y el precio de salida del Mégane. Echa números.
Ford Focus 1.0 Ecoboost | Honda Civic 1.4 i-VTEC | Renault Mégane 1.2 Tce |
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Motor | 3 cilindros. 999 cm3 | 4 cilindros. 1.399 cm3 | 4 cilindros. 1.198 cm3 |
Alimentación | Inyección directa, turbo e intercooler | Inyección indirecta | Inyección directa, turbo e intercooler |
Potencia máxima | 125 CV a 6.000 rpm | 100 CV a 6.000 rpm | 115 CV a 4.500 rpm |
Par máximo | 17,4 mkg a 1.400 rpm | 13.0 mkg a 4.800 rpm | 19,4 mkg a 2.000 rpm |
Consumo medio | 5,0 l/100 km | 5,5 l/100 km | 5,3 l/100 km |
Precio sin dto | Desde 19.650 € | Desde 19.400 € | Desde 19.250 € |