Con esta versión del Adam, de nombre Rocks, Opel pretende dar pie a la creación de un nuevo nicho de mercado: es un crossover urbano dentro del segmento A. Llegará a los concesionarios a finales del mes de noviembre.
Sus 3,75 metros de largo lo siguen alineando junto a modelos pequeños como el Hyundai i10 o Seat Mii, pero el Rocks pretende ir más allá al contar, como otros Adam, con una alta capacidad para que cada comprador personalice su aspecto exterior o interior, una característica que nació para la categoría con los Mini, y que cada vez tiene más adeptos. Ahí estarán, junto a los que ya hay, otros modelos de inmediato lanzamiento como los Renault Twingo o los Smart, Citroën C1 y sus hermanos de Peugeot o Toyota...
A esto el Rocks añade un techo de lona enrollable que, motorizado, casi permite considerarlo como un descapotable, al estilo del Fiat 500, otro especialista en la personalización.
Por último, al hilo del éxito comercial que está suponiendo para algunas marcas la eclosión de los que podrían considerarse SUV de tamaño pequeño —el Juke de Nissan es el más vendido, seguido de los Renault Captur, Mini Countryman o Peugeot 2008— o, cuando menos, modelos derivados de utilitarios con techos más altos, más altura al suelo y aspecto de todoterreno, Opel echa mano de algunos ingredientes de esta receta para el Rocks: algo más de altura de los bajos de la carrocería respecto al suelo que otros Adam —poco, muy poco, pues apenas se trata de 1,5 cm más para alcanzar los 14— y una buena provisión de plásticos protectores en su contorno para darle un aspecto más duro. Con esa imagen del Adam más de coche off-road, que dicen inspirada en el parkour, Opel pretende aumentar el atractivo de este modelo para los hombres que buscan un coche pequeño: a fecha de hoy, sólo 3 de cada 10 Adam vendidos son adquiridos por hombres; el resto son propiedad de mujeres.
Uno para cada uno
La personalización que tanto se valora entre los compradores de los coches ciudadanos se potencia en el Rocks con la inclusión de nuevos colores de la carrocería. También con la posibilidad de incorporar llantas de diferentes diseños de hasta 18" —ya, desde un punto de vista exclusivamente dinámico, las de 17" de serie me parecen de tamaño excesivo—, distintos acabados y texturas para el salpicadero, paneles de puertas, tapizados para asientos o volantes... El resultado es que podría haber un número, sino infinito, sí considerablemente alto de combinaciones. Y un buen ejemplo es que las 40 unidades entre las que pudimos elegir la que queríamos conducir por las calles de Riga (Letonia) y las carreteras de su inmediata periferia.
Con un pequeño techo practicable
A tantas posibilidades de elección también se suma la de que cada techo puede ser de un color distinto al del resto de la carrocería y, a su vez, la lona practicable marrón o negra.
Esta lona se maneja con un botón situado en el plafón superior, cerca del retrovisor interior, que hay que mantener pulsado para que se deslice durante siete segundos e, incluso, en movimiento, siempre que estemos por debajo de los 140 km/h. Cerrada proporciona una más que razonable estanqueidad respecto al ruido —esta configurada por tres capas, la central de un neopreno que es fonoabsorvente—, de modo que sólo rondando las velocidades legales en vías rápidas es cuando resulta evidente que lo que hay sobre nuestras cabezas no es un techo metálico como el de otros Adam.
Cuando se abre, despeja un espacio de unos 53 cm que alcanza hasta la altura de los reposacabezas de los ocupantes delantero —y otros 73 cm de ancho—. Puede rodarse asi, al menos hasta las velocidades máximas legales, sin un gran incremento del ruido aerodinámico o creación de remolinos en el habitáculo.
La habitabilidad no varía sustancialmente respecto a otros Adam: las plazas traseras son muy pequeñas y delanteras considerablemente amplias, incluso pese a perder algún centímetro de alto con el techo de lona. Con el equipamiento funcional ocurre otro tanto en relación a otros Adam si bien el Rocks tendrá de serie el Intellilink. Es un sistema de infoentrentenimiento que en otros Adam cuesta unos 600 euros y que es capaz de utilizar aplicaciones de los smartphone en la pantalla táctil del salpicadero. El navegador que hemos podido probar era el de BringGo y es abiertamente mejorable: inexplicablemente interrumpía su guía hasta que el vehículo ya llevaba unos metros en movimiento.
Dinamismo inalterado
Algunas partes del chasis han sido modificadas o puestas a punto, entre ellas los amortiguadores, muelles, geometría de la suspensión trasera y dirección para lograr que el Rocks mantenga una aptitud semejante a otros Adam, aún siendo más alto. Sin embargo, esa altura extra respecto al suelo no lo convierte en un coche apto para moverse fuera del asfalto: por un lado, la ganancia es muy pequeña; por otro, las ruedas son «de asfalto» y con un perfil tan bajo que sería fácil dañarlas: con la llanta de 18" que, si bien con distinto diseño, es el diámetro con el que contaban los dos Rocks que hemos podido conducir, son de dimensiones 225/35 R18.
Este Adam sigue siendo un coche de reacciones rápidas, de suspensión más firme que blanda y una dirección de tacto mejorable. Ésta conserva, como en otras versiones, la posibilidad de activar, con sólo pulsar un botón, el modo «city», que incrementa la asistencia a bajas velocidades, para minimizar aún más el esfuerzo físico las maniobras.
Cuatro motores, dos son inéditos
Dos serán los motores de que disponga este Rocks, cada uno de ellos, siempre de gasolina, con dos versiones de distinta potencia. Entre el menos y el más potente la diferencia es de sólo 28 CV.
Los ya utilizados en otros Adam son los 1.4 de 87 —que es a la que corresponde el precio inicial de 17.000 euros— y 100 CV, ambos siempre con caja de cambios de cinco marchas; mientras que los inéditos en el Rocks —y de momento en exclusiva, aunque más adelante llegarán a otros Adam y está garantizado que se incorporen al Corsa desde su lanzamiento, además de al Astra— son los 1.0 de 90 y 115 CV, ambos con cambio de seis marchas también manual. Es una caja nueva que funciona con suavidad y es rápida.
A diferencia del 1.4, que tiene cuatro cilindros, este nuevo motor tiene tres. Está fabricado íntegramente en aluminio, es de inyección directa de gasolina y siempre está sobrealimentado con un turbo. Cuenta con distribución variable y una bomba de agua desconectable cuando no es necesario contar con refrigeración. Es una fórmula que ahorra combustible. Otra que también emplea este 1.0 es un Start/Stop que lo apaga en las paradas prolongadas —incluso, aún antes de que el Adam Rocks esté totalmente detenido— y lo rearranca cuando hundimos unos pocos centímetros el pedal del embrague para introducir una marcha.
Hemos podido conducir Rocks con la versión de 115 CV, el motor más potente de cualquier Adam. Para reducir las vibraciones inherentes a su funcionamiento, y como el de 90 CV, tiene un árbol de equilibrado en su cárter que, efectivamente, las reduce mucho, hasta el punto de que es prácticamente imposible determinar que sea tricilíndrico. Otro tanto ocurre con el ruido.
Además, es un motor muy suave y enormemente elástico, pues es capaz de responder al acelerador con razonable fuerza desde muy pocas vueltas. Con el 1.0 de Ford, probablemente éste que estrena el Rocks sea uno de los mejores tricilíndricos del mercado de tan baja cilindrada.