Si en carretera el coche rinde muy bien, en el campo ya hemos dicho que no es tan capaz. Su punto fuerte es la suspensión, que le permite correr mucho sobre caminos que no estén demasiado maltratados. Si embargo, esas mismas suspensiones, de recorridos cortos, se vuelven un problema cuando hay que sortear baches profundos. Las trialeras, mejor no frecuentarlas, porque entre las suspensiones y la poca altura libre al suelo, no pasaremos más que apuros. La ausencia de reductora es determinante en estas tareas rurales. El coche sufre en las subidas fuertes y las bajadas pronunciadas son un peligro porque hay que hacerlas sobre los frenos. Además, si hay barro, el control de estabilidad nos puede frenar el coche en plena subida a poco que las ruedas patinen. Si es bajando, es el ABS el que nos puede jugar una mala pasada con el suelo deslizante.
La tracción se produce en el eje trasero de forma normal pero, si se aprietan unos botones en el salpicadero, se puede conectar el tren delantero y, si es preciso, bloquear el diferencial central, con lo que se reparte el par entre un 57 por ciento para las ruedas delanteras y un 43 para las traseras. Un embrague multidisco hace las veces de diferencial central y se encarga de este reparto. De lo que no se encarga el sistema de transmisión es de sacarnos de un cruce de puentes total: el coche se para.Al hacer balance, nos damos cuenta de que, con un poco más de empeño, este todo terreno de Nissan hubiese sido un enemigo temible para sus rivales . Sólo hubieran hecho falta una caja reductora para que en el campo no blandease tanto y unas suspensiones de tarado un poco más campestre. Claro que este último retoque habría limado su capacidad de rodar en carretera, que es excepcional.