Saab 9-3 Sport Sedán 2.0i T Aero

Las expectativas que evocan los Sport Aero no han quedado defraudadas tras la renovación del modelo: seguimos estando ante un vehículo rápido, muy rápido, aunque nunca pierde ese halo de robustez y señorío que suele acompañar a la firma sueca. Por si fuera poco, este nuevo Saab 9-3 enamora a primera vista. Bienvenidos al mundo de las emociones.

Saab 9-3 Sport Sedán 2.0i T Aero
Saab 9-3 Sport Sedán 2.0i T Aero

Tapizados en piel, las formas elevadas en los laterales de las banquetas permitirán que el cuerpo se sujete bastante bien, aunque resbalará en las curvas más cerradas. Es uno de los pocos defectos de una posición de conducción bastante correcta y que, pese a la contenida altura al suelo del vehículo, permite una adecuada visibilidad.Con sólo un vistazo podremos tener información de lo que ocurre tanto fuera del 9-3 Aero Sport –gracias a unos retrovisores de dimensiones correctas- como dentro. El cuadro de mandos es muy completo (se ha incluido, como en todo deportivo “de raza", un indicador de presión del turbo) y los relojes (analógicos) se leen con facilidad. Uno de los botones situados en la consola central nos dará la posibilidad de rebajar la iluminación interior cuando conectemos las luces: sólo podremos ver indicadores como el de la gasolina y la zona del cuentakilómetros de 0-140 km/h. Así, será frecuente que perdamos de vista la aguja, pues, dada la facilidad con la que sube de vueltas, nos encontraremos rodando a velocidades altas sin apenas darnos cuenta.Las plazas traseras tienen unas dimensiones correctas, sin más. Aunque su anchura puede albergar a tres adultos, el espacio para las piernas no está entre sus mejores valores. Sí destaca, por el contrario, el amplio maletero, con una boca de carga situada en un plano bajo, que invita a colocar sin esfuerzo maletas suficientes para llenar los 495 litros de capacidad que posee. Por desgracia –y a diferencia de sus competidores-, la carrocería del 9-3 únicamente se ofrece en la versión de 4 puertas, lo que puede limitar las posibilidades a la hora de acomodar el equipaje.Todos los materiales empleados en el interior cuentan con una buena calidad (de hecho, la impresión visual es excelente), aunque al tomar las curvas comienzan a sonar diferentes ruidos que nos hacer dudar sobre el buen ajuste de las piezas. Puede ser debido a la firmeza de las suspensiones o, simplemente, a un defecto en la unidad de pruebas. En cualquier caso, resulta molesto y resta puntos al buen trabajo realizado en la insonorización del habitáculo.

Para subrayar su carácter distintivo, el 9-3 Aero ofrece soluciones originales, como un portalatas que se despliega apretando un pequeño botón en la consola central, la llave de contacto situada entre los asientos delanteros y un freno de mano con un recorrido corto y casi “integrado" (cuando se baja) en la estructura que existe sobre el túnel central. Habrá que tener cuidado al quitarlo, ya que el gatillo está situado en la parte de abajo -no en la frontal, como suele ser habitual- y nos obligará a retirar el dedo rápidamente, si no queremos pillárnoslo al bajar la palanca. Son “males menores" en un vehículo cuya exclusividad rezuma por todas partes y se paga a un precio de 36.500 euros. No resulta excesivo si nos fijamos en la calidad de su comportamiento y lo atractivo de su carrocería, aunque hay que tener en cuenta que se deben abonar aparte detalles como el tercer reposacabezas trasero o el sensor de lluvia. Estos elementos no están incluidos en un equipamiento de serie que ofrece airbags de conductor, pasajero, laterales y de cortina, lunas atérmicas, faros de xenón, controles de estabilidad y tracción o llantas de aleación. Cierto es que, por ese precio, existen automóviles de similar potencia y con un gran número de dispositivos de serie, pero no cuentan con la personalidad del Saab. “¿Merece la pena el desembolso?", os estaréis preguntando algunos de vosotros. Creemos que sí.Saab no oculta que los colores elegidos para el habitáculo tienen su clara inspiración en tierras suecas. El gris pizarra y el pergamino (según las denominaciones de la marca) dominan el interior y, al contrario de lo que puede sugerir la primera impresión, no resultan fríos: esta sensación quedará mitigada cuando nos detengamos en las superficies y nos dejemos envolver por los asientos.