Esto deja a las claras que dónde mejor podemos aprovechar las cualidades del Magentis es en los desplazamientos de larga duración por vías rápidas y en buen estado. Aquí se pueden alcanzar con relativa facilidad velocidades cercanas a los 200 km/h sin que casi nos percatemos. A eso contribuye un motor bastante silencioso que sube con facilidad de vueltas. Este propulsor, un V6 con doble árbol de levas y 24 válvulas, ofrece un funcionamiento bastante suave y tiene una gran capacidad para girar en regímenes altos sin que a revoluciones bajas se muestre demasiado holgazán. Las cifras lo avalan, ya que consigue acelerar de 0 a 100 en 9,2 segundos y recupera de 80 a 120 km/h en 11,8 segundos, todo ello sin que los consumos sean excesivos dados la motorización (2,5 litros) y el peso (1.435 kilogramos).
Nuestra unidad de pruebas incluía cambio automático (cuesta 250.000 pesetas). Este cambio, de únicamente cuatro marchas, permite un uso en modo secuencial y en modo automático y es bastante agradable de utilizar. A la hora de adelantar no se echa de menos el cambio manual, ya que de una simple “patada" la centralita ordena bajar dos marchas y, gracias también a su elevado caballaje, no se queda falto de potencia y no te deja “vendido".
En su debe, podemos reseñar la excesiva sensibilidad del mismo, ya que ante un leve toque con el pie derecho, el sistema interpreta que queremos realizar un adelantamiento, cosa que no siempre es así, y vuelve a realizar el “kick down", algo que aumenta el consumo y hace disminuir la sensación de confort de los ocupantes.
Este Magentis deja tras de sí, una vez pasado por el tamiz de nuestro análisis, una buena impresión, sobre todo por el equilibrio que muestra en casi todos sus aspectos. No destaca sobremanera en nada, ni en su precio, uno de los caballos de batalla hasta la fecha de la marca coreana, pero muestra buenas virtudes en todos los aspectos.