Volkswagen EOS 2.0 FSI

Sofisticado motor de gasolina de 150 CV, techo duro retráctil, una estampa muy atractiva y una buena dosis de calidad en acabados y materiales. ¿Suena bien, verdad? Pues son las líneas maestras que configuran el Volkswagen Eos, el cabrio-coupé de la familia Golf. Lo probamos ahora en su variante 2.0 FSI, un motor alegre y efectivo, aunque no exagerado.

Volkswagen EOS 2.0 FSI
Volkswagen EOS 2.0 FSI
Ver vídeo
Están de moda los coupé-cabriolet, o CC, como se les llama por abreviar. Rivalizan en belleza y éxito comercial con coches de gran elegancia y rendimiento. Y esta moda se extiende, sobre todo, en el segmento compacto, donde el Volkswagen Eos comparte espacio con coches tan bien rematados como el,Opel Astra TwinTop, el Peugeot 307 CC, el Renault Mégane Cabrio Coupé o el Ford Focus CC.

Competir con tantos y tan duros rivales obliga a aguzar el ingenio. En Volkswagen lo han hecho apostando por dos pilares fundamentales: imagen y dinamismo. Por el camino, se han dejado algunos valores, como la habitabilidad, que no es nada brillante, y el maletero, cuya resolución no nos convence. El resultado es un coche muy atractivo y dotado de la facilidad para moverse que siempre ha exhibido el Golf. Pero también es un coche con ciertas incomodidades, rendiciones a una estética demasiado comprometida y a las altas exigencias técnicas de la configuración cabrio. Con todo, es un digno representante de lo que está sucediendo en el mercado, la expansión hasta el agotamiento de una misma plataforma, en este caso la del Golf, que, sólo en Volkswagen, sirve para el propio Golf, el Golf Plus, el Touran, el Jetta y, ahora, este airoso Eos. La competencia hace exactamente lo mismo, en un afán por tejer una red que atraiga a todos los clientes posibles del pujante segmento compacto. El Eos, junto con el Focus CC, llega casi al final de esta carrera, pero lo hace con importantes argumentos de venta y con el prestigio que impregna toda la gama de Volkswagen. Este 2.0 FSI es una variante más tranquila y accesible que el 2.0 TFSI que probamos hace unos meses. Haciendo un balance inicial, con un precio de 30.840 y unos interesantes 150 CV, parece más que suficiente para un coche que, en principio, tiene una vocación puramente lúdica.Con su formato coupé-cabrio, el Eos es el más arriesgado estéticamente de todos los Volkswagen del segmento compacto. Los diseñadores alemanes se han “soltado el pelo" y han apostado por un coche de líneas muy limpias y tensas, con un frontal de aspecto muy deportivo y una zaga más compacta y despejada que las de los Golf, directamente emparentada con la del Passat, con quien comparte más elementos estéticos.Pero, con ser interesante la imagen del cuerpo del coche, lo que le da su personalidad es la capota plegable, un caparazón de metal y cristal que, en apenas 25 segundos, convierte al elegante coupé en un atlético descapotable. Esta transformación es digna de contemplarse, pues el coche parece otro muy distinto. Las curvas tensas de la capota dejan lugar al dibujo más rectilíneo que resulta cuando se descubre y el Eos pasa a ser un coche muy diferente. Desde luego, es idóneo para contribuir al cambio de humor de su dueño.Cada fabricante tiene su librillo a la hora de confeccionar un techo rígido plegable. Unos lo hacen más complicado y otros más sencillo, pero todos tienen un afán: reducir tiempos y volumen. Volkswagen lo ha hecho bien acortando el tiempo de plegado, que se queda en 25 segundos, pero no lo han solucionado tan bien a la hora de minimizar el número de componentes. Su techo, que se pliega en cinco secciones, ocupa mucho hueco en el maletero al recogerse y, lo peor, obliga a abrir el maletero para colocar en su posición una especie de carcasa cubre equipajes que limita el espacio de carga. Si ésta no se encuentra bien colocada, el techo no se abre.
Esa es la parte engorrosa, porque, por lo demás, el techo es de lo mejor. Además de plegarse con facilidad, se puede abrir sólo la mitad, deslizando la parte delantera de la capota, que es de cristal, dentro de la mitad trasera. También se puede abrir sólo un hueco como si fuera un techo solar al uso.
Queda un detalle que tampoco nos convence mucho: para abrir el techo del todo, hay que mantener pulsado el botón los 25 segundos. Si se suelta el mando, el mecanismo se para (en el equipamiento se incluye una lona para cubrirlo por si se bloquea abierto y llueve). Tampoco es nada brillante el aislamiento contra ruidos una vez abierto el techo.
Por cierto, que nadie crea que el coche, descapotado, es peligroso en caso de vuelco: un sistema de barras antivuelco se despliega en sólo 0,25 segundos apenas detectado el inicio del accidente. El apartado de la habitabilidad es siempre un factor crítico en este tipo de coches. Condicionados por la capota, los coupés-cabrioléts suelen sacrificar la comodidad en aras de la estética. En Volkswagen, siempre tan prácticos, han luchado contra este problema, pero no lo han resuelto del todo.Les ha quedado muy bien rematada la parte delantera del habitáculo, donde hay espacio de sobra y la típica ergonomía impecable de todos los Golf. En cambio, las dos plazas traseras son bastante pequeñas. Es cierto que resultan mejores que las de muchos de sus competidores, pero no es bastante. Las piernas, mal que bien, se pueden acomodar, pero los laterales del coche se clavan literalmente en los costados de los ocupantes, forzando demasiado la posición. Además, con la capota desplegada tampoco sobra espacio para las cabezas. Aparte está el asunto del maletero, que es un asunto doble. Con la capota abierta, ofrece una capacidad de carga de 485 litros, más incluso que un Golf normal y, en realidad, un tamaño muy considerable. Una pena que, al cerrar el tehco, ese espacio se quede en sólo 220 , lo que ya es realmente poco, porque, además, el obligatorio cubreequipajes limita mucho más el hueco existente.En el interior hay climatizador, equipo de sonido con lector de CD y MP3, volante regulable en altura y profundidad, sensor de aparcamiento, ordenador… Y una larguísima lista de opciones en la que, además de varios packs, destacan el navegador, que cuesta 432 euros, y los asientos delanteros con reglajes eléctricos, que salen por 885 euros. De los packs, es muy interesante el deportivo, que reúne el sensor de presión de neumáticos, las llantas de aleación con gomas especiales y la suspensión deportiva.

Ver vídeo
Están de moda los coupé-cabriolet, o CC, como se les llama por abreviar. Rivalizan en belleza y éxito comercial con coches de gran elegancia y rendimiento. Y esta moda se extiende, sobre todo, en el segmento compacto, donde el Volkswagen Eos comparte espacio con coches tan bien rematados como el,Opel Astra TwinTop, el Peugeot 307 CC, el Renault Mégane Cabrio Coupé o el Ford Focus CC.

Competir con tantos y tan duros rivales obliga a aguzar el ingenio. En Volkswagen lo han hecho apostando por dos pilares fundamentales: imagen y dinamismo. Por el camino, se han dejado algunos valores, como la habitabilidad, que no es nada brillante, y el maletero, cuya resolución no nos convence. El resultado es un coche muy atractivo y dotado de la facilidad para moverse que siempre ha exhibido el Golf. Pero también es un coche con ciertas incomodidades, rendiciones a una estética demasiado comprometida y a las altas exigencias técnicas de la configuración cabrio. Con todo, es un digno representante de lo que está sucediendo en el mercado, la expansión hasta el agotamiento de una misma plataforma, en este caso la del Golf, que, sólo en Volkswagen, sirve para el propio Golf, el Golf Plus, el Touran, el Jetta y, ahora, este airoso Eos. La competencia hace exactamente lo mismo, en un afán por tejer una red que atraiga a todos los clientes posibles del pujante segmento compacto. El Eos, junto con el Focus CC, llega casi al final de esta carrera, pero lo hace con importantes argumentos de venta y con el prestigio que impregna toda la gama de Volkswagen. Este 2.0 FSI es una variante más tranquila y accesible que el 2.0 TFSI que probamos hace unos meses. Haciendo un balance inicial, con un precio de 30.840 y unos interesantes 150 CV, parece más que suficiente para un coche que, en principio, tiene una vocación puramente lúdica.Con su formato coupé-cabrio, el Eos es el más arriesgado estéticamente de todos los Volkswagen del segmento compacto. Los diseñadores alemanes se han “soltado el pelo" y han apostado por un coche de líneas muy limpias y tensas, con un frontal de aspecto muy deportivo y una zaga más compacta y despejada que las de los Golf, directamente emparentada con la del Passat, con quien comparte más elementos estéticos.Pero, con ser interesante la imagen del cuerpo del coche, lo que le da su personalidad es la capota plegable, un caparazón de metal y cristal que, en apenas 25 segundos, convierte al elegante coupé en un atlético descapotable. Esta transformación es digna de contemplarse, pues el coche parece otro muy distinto. Las curvas tensas de la capota dejan lugar al dibujo más rectilíneo que resulta cuando se descubre y el Eos pasa a ser un coche muy diferente. Desde luego, es idóneo para contribuir al cambio de humor de su dueño.Cada fabricante tiene su librillo a la hora de confeccionar un techo rígido plegable. Unos lo hacen más complicado y otros más sencillo, pero todos tienen un afán: reducir tiempos y volumen. Volkswagen lo ha hecho bien acortando el tiempo de plegado, que se queda en 25 segundos, pero no lo han solucionado tan bien a la hora de minimizar el número de componentes. Su techo, que se pliega en cinco secciones, ocupa mucho hueco en el maletero al recogerse y, lo peor, obliga a abrir el maletero para colocar en su posición una especie de carcasa cubre equipajes que limita el espacio de carga. Si ésta no se encuentra bien colocada, el techo no se abre.
Esa es la parte engorrosa, porque, por lo demás, el techo es de lo mejor. Además de plegarse con facilidad, se puede abrir sólo la mitad, deslizando la parte delantera de la capota, que es de cristal, dentro de la mitad trasera. También se puede abrir sólo un hueco como si fuera un techo solar al uso.
Queda un detalle que tampoco nos convence mucho: para abrir el techo del todo, hay que mantener pulsado el botón los 25 segundos. Si se suelta el mando, el mecanismo se para (en el equipamiento se incluye una lona para cubrirlo por si se bloquea abierto y llueve). Tampoco es nada brillante el aislamiento contra ruidos una vez abierto el techo.
Por cierto, que nadie crea que el coche, descapotado, es peligroso en caso de vuelco: un sistema de barras antivuelco se despliega en sólo 0,25 segundos apenas detectado el inicio del accidente. El apartado de la habitabilidad es siempre un factor crítico en este tipo de coches. Condicionados por la capota, los coupés-cabrioléts suelen sacrificar la comodidad en aras de la estética. En Volkswagen, siempre tan prácticos, han luchado contra este problema, pero no lo han resuelto del todo.Les ha quedado muy bien rematada la parte delantera del habitáculo, donde hay espacio de sobra y la típica ergonomía impecable de todos los Golf. En cambio, las dos plazas traseras son bastante pequeñas. Es cierto que resultan mejores que las de muchos de sus competidores, pero no es bastante. Las piernas, mal que bien, se pueden acomodar, pero los laterales del coche se clavan literalmente en los costados de los ocupantes, forzando demasiado la posición. Además, con la capota desplegada tampoco sobra espacio para las cabezas. Aparte está el asunto del maletero, que es un asunto doble. Con la capota abierta, ofrece una capacidad de carga de 485 litros, más incluso que un Golf normal y, en realidad, un tamaño muy considerable. Una pena que, al cerrar el tehco, ese espacio se quede en sólo 220 , lo que ya es realmente poco, porque, además, el obligatorio cubreequipajes limita mucho más el hueco existente.En el interior hay climatizador, equipo de sonido con lector de CD y MP3, volante regulable en altura y profundidad, sensor de aparcamiento, ordenador… Y una larguísima lista de opciones en la que, además de varios packs, destacan el navegador, que cuesta 432 euros, y los asientos delanteros con reglajes eléctricos, que salen por 885 euros. De los packs, es muy interesante el deportivo, que reúne el sensor de presión de neumáticos, las llantas de aleación con gomas especiales y la suspensión deportiva.